¡Los príncipes azules no existen!

Lo peor de todo es que hay quien no quiere creer que la vida es una mierda y vive en su mundo de hadas, aunque creo que hay extremos mucho peores.

Merlí: Sapere aude. Amor y muerte.

Hace un mes que se estrenó Merlí: Sapere aude, spin-off y secuela de Merlí, pero con la notable diferencia de que el personaje principal, el que le da título a la serie no es el centro de la trama. En esta nueva serie, todo girará en torno a Pol Rubio, quien ha decidido estudiar la carrera de Filosofía, la famosa carrera sin salidas.

Si no habéis visto Merlí, no sigais leyendo y echadle un ojo a las tres temporadas.

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Bodyguard

Después de haber visto a Richar Madden en Medici, serie de la que pretendo escribir pronto, me resultó inevitable empezar otra serie en la que fuera el protagonista, aunque esta vez en un rol muy diferente.

Estamos ante un thriller político con temas de actualidad: guerra, terrorismo islámico, censura, estado policial… Pero no solo eso, sino que pone en evidencia algunos problemas que pasan desapercibidos muchas veces. Puede que os esté aburriendo, pero os garantizo que esta serie merece la pena verla. No se puede decir que sea aburrida, porque en cada capítulo siempre hay un gran momento de acción, a veces incluso más de uno; sobre todo, en los primeros capítulos.

Al final todos los cabos sueltos quedan atados. Un final cerrado con final feliz, sin dejar un mísero cliffhanger para los que hemos alucinado con esta serie.

Después de todo, se desvela que el frío y calculador David Budd es humano y se desmorona en la consulta de la terapia ocupacional. Una escena breve, pero conmovedora, haciéndonos ver que no ha sido fácil por todo lo que ha pasado., pero recompensado porque puede volver con su exmujer e hijos.

Una serie corta, de apenas seis capítulos, pero intensa y con una 2ª temporada aún en el aire

Merlí: un nuevo Verano Azul

Merlí es una de esas series que, por la sinopsis, pueden resultar pedantes y aburridas; doy por sentado que en este país el interés por la filosofía, en general, es escaso o nulo. Sin embargo, con Merlí aprendemos que la filosofía no son solo nombres extraños y conceptos incomprensibles.

Todo comienza cuando la exmujer de Merlí se va a Italia a trabajar y le pide que cuide de su hijo en común, Bruno, quien no tiene buena relación con su padre por haber estado ausente durante toda su vida. Y empeora cuando Bruno descubre que lo han desahuciado, que no tiene trabajo y tienen que irse a vivir con su abuela. Pero para más inri todavía para Bruno, llaman a Merlí para que sea profesor de Filosofía en su instituto.

A partir de entonces, Merlí revolucionará el instituto. No solo a sus alumnos —o como él los llama: los peripatéticos—, sino también a los profesores y a los padres. Y lo hará tanto con lecciones de Filosofía, como con su actitud tan descarada y desvergonzada.

Pero, tranquilos, no vengo a contaros la serie, sino a elogiar esta producción catalana que sabe elegir el momento para hablar de uno u otro filosofo. Y esto es gracias a que, en cada capítulo, vemos alguna relación con la filosofía de cada autor. A veces más acertadas que otras. Y me resulta inevitable comparar esta serie con la ya entrañable Verano azul. No diré más, 40 capítulos de filosofía, risas y momentos en los que se te encoge el corazón.

Y atentos a la noticia, hay un spin-off en camino de la mano de Movistar+ con Pol Rubio como protagonista. Recomiendo a los que no la hayáis visto que os pongáis al día ya mismo porque, además, la tenéis completa en Netflix.

«El mundo de Sofía» de Jostein Gaarder

Jostein Gaarder hace apología de la filosofía de una manera divertida y fácil mediante símiles, hace un repaso desde los presocráticos hasta nuestra época. Se echa en falta que hable de filosofías no europeas, sin embargo es una buena manera de interesarse por la filosofía y motivar el pensamiento crítico. Es divertido leer como los elementos metaliterarios se cruzan y el filósofo ironiza sobre ello.

Se trata de una lectura divertida que no explica en profundidad la filosofía, deja algunas explicaciones fuera de la historia. Hay que entender que está orientado a un público juvenil. Por suerte, no todo es filosofía y hay una historia que permite desconectar ligeramente de la espesa filosofía que, insisto, se ameniza con los símiles y cascarillos del filósofo.

Lo que no puedes ver

Hace un par de meses, tuve el enorme placer de ver una película muy alejada de los cánones a los que Hollywood nos tiene habituados, ya que esta película no procede de los estudios de cine del mundo occidental, sino del Imperio del Sol naciente.

Zatoichi (2003) nos cuenta la historia de un viejo vagabundo ciego en el Japón del siglo XIX con una envidiable maestría con la espada. Muchos infravaloraron a este formidable espadachín nada más que por ser ciego, lo que les llevó a la muerte. Este vagabundo se gana la vida como masajista, pero también con su buena fortuna en el Chon-Han, un juego de dados, otros de los elementos que pone de manifiesto las intenciones de su director que describo más adelante.

En esta película no solo encontramos luchas, samuráis, sangre y ninjas estereotipados; también encontramos dosis de humor, sobre todo en la cobardía de los malos y en el sobrino de la granjera que una y otra vez trata de igualar la suerte en el juego del protagonista. Sin embargo, si hay algo que realmente me ha llamado la atención de esta película, dirigida y protagonizada por Takeshi Kitano, es la musicalidad que crea en varias de las escenas. No sé si es la marca personal de este director ―porque por desgracia no he podido ver todavía otras de sus obras―, pero encaja perfectamente con la película, ya que utiliza recursos más allá de lo visual para potenciar el sentido del oído del espectador, uno de los recursos que el mismo Zatoichi utiliza para percibir el mundo.

Es esa potenciación de los sentidos la que enreda al masajista en los problemas de dos hermanas geishas con un pasado realmente oscuro, que va desde la muerte de toda la familia hasta la prostitución infantil y que lo llevará a sumergirse en una historia de venganza.

Sin duda, una de las mejores escenas la encontramos al final cuando el masajista… Bueno, se puede decir que al final sucede lo que Kitano nos advierte, no juzgar solo con los ojos, y no digo más porque no quiero desvelaros mucho de esta película ―y menos destriparos el final, como me pasó a mí cuando estaba viendo por primera vez El padrino, lo que llegó a ser una auténtica puñalada trapera por mi propia madre―.

Takeshi Kitano pretende mostrarnos que no todo es lo visual, que el cine no son solo fotografías en movimiento, que también podemos disfrutar de los sonidos y sensaciones. Pero además pretende darnos una lección de vida: podemos hacer muchas cosas sin el sentido de la vista, hemos explotado lo visual y Kitano quiere romper con esa barrera, pues los enemigos o contrincantes del masajista siempre juzgaron por lo que veían, y se puede decir que no acabaron muy bien…

«Los asesinos del Emperador» de Santiago Posteguillo y una breve apología de la novela histórica

Hace unos años el Destino quiso que me encontrara con Santiago Posteguillo en Cartago Nova, ciudad que hoy recibe el nombre de Cartagena. Era lógico que algún día este filólogo clásico se cruzara con un escritor de novela histórica. Pero más allá de autografiarme Circo Máximo (que espero disfrutar lo más pronto posible), en su conferencia mostró cómo estructuró y trabajó la obra de La legión perdida, obra que acababa de publicar.

No ha sido hasta hace poco que me he aventurado a leer la primera obra de la trilogía de Trajano: Los asesinos del Emperador. Y la diosa Fortuna ha querido que el final de mi lectura haya coincidido con el reconocimiento de Posteguillo con el Premio Planeta, muy merecido a mi parecer.

En esta lectura viajaremos desde los últimos años de Nerón, cuando obliga a Corbulón a suicidarse hasta el ascenso al poder de Trajano, vemos entre estos dos sucesos cómo cae Jerusalén, cómo hay una sucesión de hasta cuatro emperadores en un solo año finalizando con el ascenso de Vespasiano. Más tarde, tras una década de gobierno, sería Tito quien gobernara hasta que dos años después le sucediera su vil hermano Domiciano, cuyo reinado sucede durante la mayor parte del libro.

Pero además de la vida imperial, se aprecia la vida militar con varios conflictos que nos gustaría ver en las grandes pantallas. La batalla de Jerusalén, la incansable lucha contra los catos o la vergonzosa derrota ante los dacios son algunas de las batallas que se pueden leer entre estas mil páginas, y no me olvido tampoco de la rebelión de Saturnino ni de la luchas entre los gladiadores y gladiatrices. ¡Ni de Cachorro, tampoco me olvido de Cachorro!

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Portada de Los asesinos del Emperador

Es una lectura que he disfrutado muchísimo, sin embargo, no me he dado cuenta hasta ahora de que mi lectura había sido muy minuciosa, consultando algún que otro libro de historia o la instantánea Wikipedia. Y es que, ante una novela histórica, hay que estar en guardia; pero, eso sí, sin dejar de disfrutar.

Pues la novela histórica, como bien indica su nombre, es una novela; y por tanto tiene un sentido ficticio que hace que podamos disfrutar la Historia de una manera más cercana y amena. Aún así, he visto en ocasiones comentarios que son críticos con Santiago Posteguillo porque tergirversa la Historia. Sin embargo, en sus libros encontramos notas y citas que prueban la veracidad de algunos fragmentos que puedan parecer ficción. Además aclara en el apéndice el uso de la ficción y de sus pequeñas licencias. Pues, como ya he dicho, se trata de una novela.

Hace un tiempo que me quejaba abiertamente en Twitter sobre el uso tan arbitrario de la mitología y de cómo se tergiversaba la Historia, de por qué no podían ceñirse más a lo que era. La respuesta me dejó con la boca abierta de asombro, porque esas mismas películas pueden motivar a investigar sobre la mitología o la Historia. Esto mismo pasa con la novela histórica, aunque no sea rigurosa, te puede motivar a investigar más sobre la Historia, sus personajes y sucesos históricos.

Puede que la novela histórica haya cortado alguna vez los dedos de algún historiador con sus afiladas páginas, pero estamos ante una herramienta que puede motivar a aprender sobre Historia, divertirse con la Historia y, aún más importante, cuestionar lo que leemos.

«Alpha»: De lobo a perro en tres sencillos pasos

El pasado miércoles, coincidiendo con  el día de espectador, fui a ver Alpha. La última película de Albert Hughes. En un primer momento, por el trailer, me esperaba una mezcla de elementos sacados de Hachiko e incluso de Bajo cero, pero no hubo mucho parecido…

El argumento es simple, un muchacho que domestica a un lobo y viajan juntos para volver a casa. Sin embargo la domesticación que muestran es tan rápida que resulta poco creíble. Ya que parece que por curar las heridas y dar de comer a un lobo se convierte en un perro (¡Esto no es Minecraft!). Desde mi punto de vista, podría haberse mostrado una domesticación más difícil y haberse ahorrado planos genéricos como los paisajes interminables, despoblados y deforestados de una Europa de hace 20 mil años irreconocible. Pero parece que ahora todo se ha vuelto más fácil y se puede domesticar en tres sencillos pasos: apuñálalo, cúralo y dale de comer. Sencillo.

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Keda y Alpha

Por otro lado, debo elogiar por otra parte el uso del flashback y de cómo, proyectando la misma escena, consigue mayor intensidad. Sin embargo, este elogio se queda cojo cuando haces una chapuza digital al hacer una manada de bisontes mal diseñados.

En cuanto a la evolución de Keda, el protagonista de esta historia… me choca que de pronto sea un experto en supervivencia, cuando se ha visto durante la primera parte de la película que era un patán. Es verdad que muestra que evoluciona cuando recuerda el consejo de su padre. Pero ni tanto, ni tan poco.
Respecto al final de la película, no parece que Albert Hughes sepa enlazar una cosa con otra, parecía que acababa la película cuando aparece otro posible final. Después de tantas transiciones a lo largo de la película, no sabe usarlas y nos deja con un final genérico. He visto tres escenas que podían haber sido el final; parece que acabó poniendo las tres escenas y ya.

Deadpool 2

Ayer aproveché que era día de fútbol —y de los grandes— para ir al cine y ver la última película de superhéroes, si es que se puede calificar así a Deadpool.

Aviso que a partir de aquí habrá algún que otro spoiler. Así que si no la has visto, ya estás tardando en ir al cine para dejar comentarios horribles.

No os lo voy a negar, mi veredicto final es que me encanta y no le puedo pedir más a la película. La sinvergüenza de Deadpool logra con extrema facilidad sacarnos la risa desde el principio. Y como no podía ser de otra manera, metiéndose con otro superhéroe. En este caso le tocó a Lobezno que será mencionado varias veces a lo largo de la cinta.

Pero no es el único en recibir las puyas del antihéroe, muchas veces se hacen referencias a otras series o sagas poniendo motes a otros personajes. Llegando a llamar Thanos al propio Cable y Eleven —u Once— a Negasonic, entre otras referencias. Pero no todo queda ahí, hay un montón de referencias y ofensas en la película. Rompiendo la cuarta pared una y otra vez, haciendo alusiones a los cómics, a los guionistas, a los estudios y a la película en sí misma. Acercándonos más al antihéroe, pero sin sacarnos de la película del todo. Una película divertida sin ninguna duda.

En cuanto a la trama, nos encontramos con lo de casi siempre: el héroe que busca su lugar —o más bien, la manera de volver con su esposa en el más allá—, una trama en la que se debe proteger a alguien, venganza y viajes en el tiempo. Sin embargo todo está orquestado a la perfección para que la película no resulte monótona, aburrida o previsible.

No podemos obviar tampoco algunos cameos como el de Matt Damon y el de Alan Tudyk como los rednecks que se encuentra Cable cuando viaja al pasado. Y mucho menos aún el breve papel que tuvo Brad Pitt como Desvanecedor, cuyo rostro sólo aparece cuando es electrocutado y por el que cobró el mínimo exigido por el convenio de actores y un café del Starbucks llevado por el mismísimo Ryan Reynolds.

Como ya dije al principio, no le añadiría nada más a la película. No hay ningún pero que le ponga porque me ha encantado sobre todo las puyas que le mete al universo rival de Marvel y romper la cuarta pared. Pero me encanta aún más el gran despliegue de marketing y colaboraciones que hacen con celebridades como Céline Dion o David Beckham para promocionar la película.

¿Qué os ha parecido la película?

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