Bodyguard

Después de haber visto a Richar Madden en Medici, serie de la que pretendo escribir pronto, me resultó inevitable empezar otra serie en la que fuera el protagonista, aunque esta vez en un rol muy diferente.

Estamos ante un thriller político con temas de actualidad: guerra, terrorismo islámico, censura, estado policial… Pero no solo eso, sino que pone en evidencia algunos problemas que pasan desapercibidos muchas veces. Puede que os esté aburriendo, pero os garantizo que esta serie merece la pena verla. No se puede decir que sea aburrida, porque en cada capítulo siempre hay un gran momento de acción, a veces incluso más de uno; sobre todo, en los primeros capítulos.

Al final todos los cabos sueltos quedan atados. Un final cerrado con final feliz, sin dejar un mísero cliffhanger para los que hemos alucinado con esta serie.

Después de todo, se desvela que el frío y calculador David Budd es humano y se desmorona en la consulta de la terapia ocupacional. Una escena breve, pero conmovedora, haciéndonos ver que no ha sido fácil por todo lo que ha pasado., pero recompensado porque puede volver con su exmujer e hijos.

Una serie corta, de apenas seis capítulos, pero intensa y con una 2ª temporada aún en el aire

El laberinto de los argumentos

Con El laberinto de los espíritus Carlos Ruiz Zafón pone el broche final a su tetralogía de El cementerio de los libros olvidados. Mucho ha llovido desde que se publicó La sombra del viento: 15 años nada más y nada menos. Y cada nuevo libro se ha hecho esperar; quizás por su éxito, por la dificultad de unir las distintas tramas o por la costumbre del autor de tomarse un año sabático. Pero vayamos a lo que importa.

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Landmine goes click

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Tras una película en 2012, 247ºF, el director georgiano Levan Bakhia vuelve con una nueva producción: Landmine goes click —que en español vendría a significar «mina activada»—, donde repite un esquema de guion muy similar —hasta cierto punto— al de su ópera prima: un grupo de jóvenes que se ven en una situación límite en un lugar alejado donde no tienen escapatoria. Antes de comenzar, me gustaría aclarar que en esta reseña no voy a desvelar nada de la trama —porque efectivamente hay alguna que otra sorpresa—.

El punto de partida de esta producción no es del todo desdeñable —de hecho soy de los que opinan que lo importante no es el qué sino el cómo, y más hablando de cine—: tres amigos se van de viaje a Georgia y uno de ellos pisa una granada que, supuestamente, explotará si este deja de pìsarla. Hay que recordar que Georgia ha sufrido numerosas guerras en apenas un cuarto de siglo, por lo que, en dicho contexto, y teniendo en cuenta que su director es georgiano, se entiende la inserción de una mina de guerra como obstáculo para nuestros protagonistas. Con una introducción algo precipitada y torpe, pero solvente, vemos quiénes son los personajes y qué relación tienen entre ellos —dos novios que van a casarse y un muchacho amigo de ambos—, pero el problema comienza, efectivamente, cuando el protagonista pisa la mina.

A partir de ese momento, asistimos a un festival de situaciones que intentan mantener la tensión y provocar angustia en el espectador, pero que incluso terminan siendo incluso aburridos y carentes de sentido. Hay escenas algo «subidas», pero en casi ningún momento se pasa mal, porque además de no ser explícita —lo cual no es necesario cuando existe talento narrativo—, todo lo que les pasa a los personajes nos es indiferente. Quizás es problema de los actores —gritar y decir tacos no es suficiente para transmitir angustia— o quizás es simplemente porque sus personajes no están bien construidos. En resumen, podríamos decir que todos ellos son bocetos, arquetipos de manual que no tienen verdaderas motivaciones —solo salvarse— y tampoco los conocemos lo suficiente como para empatizar.

El hecho de que los personajes no transmiten de una manera creíble todo lo que les acontece no produce efecto alguno en el espectador. Además, la forma en la que están construidos, de forma general, los personajes masculinos y femeninos es irritante: los hombres son tipos duros e impulsivos y las chicas son frágiles y hermosas. Este problema se repite en 247ºF, con la diferencia de que en Landime goes click sí que se mantiene mejor la tensión —aunque no dure mucho tiempo— y hay un esfuerzo en sus actores por sacarlo adelante.

La música acompaña más o menos bien a todo el metraje, pero, en ocasiones —sobre todo en momentos dramáticos—, se nota el intento de conmover al público. Sin embargo, la táctica no resulta efectiva porque, como ya comenté con anterioridad, no se empatiza con los personajes. Además, las escenas más sórdidas no están del todo bien llevadas, ya que, por ejemplo, al no verse prácticamente nada en las escenas «subidas de tono», ni siquiera resulta recomendable como cine gore o violento como en el caso de Hostel —del que no soy especial fan, pero sí reconozco que tiene momentos que son bastante duros— o Irreversible —con su famosa escena de violación tan polémica—.

La historia en sí resulta bastante peliculera —aunque en un momento se intenta colar una pequeña crítica al cine hollywoodiense— y, en algún punto, bastante absurda, sobre todo cuando se desvelan ciertas sorpresas. No hay un interés real en lo referente a este filme porque lo que se cuenta no es interesante y no tiene un enfoque sórdido o violento —que es quizás lo que necesitaba esta película—, por lo que llega un punto en el que, directamente, acaba convirtiéndose en un espectáculo aburrido y con momentos efectistas.

En definitiva, nos encontramos ante una película fallida que no funciona en casi ningún aspecto, que cuenta con actores que hacen lo que pueden y con algún momento de tensión medianamente bien construido —se observa una mejora con respecto a 247ºF—, pero con un guion que no se sostiene y unos personajes mal construidos. Recuerda ligeramente a Funny Games de Michael Haneke, aunque ni por asomo están al mismo nivel. Landmine goes click resulta mediocre y poco estimulante: una película con la que, quizás, pases el rato, pero que probablemente olvides en poco tiempo.

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[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text css=».vc_custom_1448037635728{padding: 10px !important;background-color: #e0e0e0 !important;}»]Landmine_Goes_Click-706886786-largeAño: 2015 País: Georgia
Director: Levan Bakhia
RepartoSterling Knight, Spencer Locke, Dean Geyer, Kote Tolordava, Giorgi Tsaava, Helen Nelson, Nana Kiknadze.
Género: Intriga, venganza.
Duración: 110 min.

Atrapado encima de una mina antipersona en territorio georgiano, un turista americano se queda a merced de un sádico montañero, que aterrorizará a su compañera de viaje.

Ver ficha en FilmAffinity[/vc_column_text][vc_raw_html]

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Tag

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El director japonés Sion Sono vuelve con la que es su sexta película este año —que llega tras Shijuku Swan, The Whispering Star, Madly, The Virgin Phychics y Love & Peace—, un ejercicio cinematográfico totalmente pasado de rosca en el que el realizador japonés vuelve a  abrazar la locura insana por la que es conocido. Tag combina, a veces con acierto y otras con torpeza, crítica social con un gamberrismo sin tapujos, en una historia desconcertante, pero relativamente fácil de seguir, donde las escenas violentas y absurdas son el plato principal de este singular producto japonés.

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Tag comienza con una escena inicial apoteósica: un autobús lleno de colegiales se corta por la mitad por la fuerza del viento y solo Mitsuko logra escapar de ese «ataque sobrenatural». A partir de este momento —bastante aplaudido por el público—, comenzará una extraña sucesión de escenas intensas —e incluso en ocasiones agobiantes— equilibradas con humor negro y absurdo. En esta reseña no se va a desvelar nada sobre la trama —lo dicho anteriormente es lo que aparece en la sinopsis—, pues a lo largo de la película descubriremos detalles interesantes sobre qué es lo que ocurre realmente en la aparente enrevesada trama de Tag.

A nivel actoral, Tag tiene interpretaciones completamente exageradas, pero que tienen cabida y sentido dentro su perturbador universo. Los personajes son planos, pero algunas de sus relaciones respiran, incluso dentro de su locura, sorprendente naturalidad y credibilidad. La música es inesperadamente acertada: muchos de los temas que aparecen en esta película son épicos y encajan perfectamente con el tono intenso que Sono parece intentar imprimir en muchas de sus escenas.

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A pesar de que se trata de un entretenimiento muy aceptable, la historia y la película en sí empiezan a desinflarse conforme vamos descubriendo qué es lo que ocurre realmente. Esto unido a sus «momentos filosóficos» convierte a Tag en un producto algo irregular que no parece ir en ninguna dirección concreta y que quiere abarcar más de lo que su formato parece permitir. Cierto es que muchas de sus ideas son interesantes, pero al final parece que todo ello se concentra en un conjunto de forma un tanto impostada y en ocasiones hay cambios de tono bruscos —de acción desenfrenada a momentos íntimos y filosóficos— que chocan y no consiguen encajar de la forma deseada.

Sin embargo, no hay duda de que la nueva película de Sion Sono es tremendamente entretenida; como ya hemos mencionado, su corta duración y su división episódica provocan que el espectador no se aburra en casi ningún momento, también debido a que continuamente el director «bombardea» —a veces de forma literal— a los espectadores con escenas gore y con la lógica de los videojuegos más absurdos.

Tag es una producción totalmente alocada que en ocasiones parece no saber a dónde quiere llegar, pero que presenta algunas escenas completamente pasadas de rosca con las que el espectador disfrutará por lo absurdas y descabelladas que son. Hay que verla para creérsela, porque probablemente si quien la ha visto tuviera que describir qué pasa…

Finalmente, Tag se alzó entre otras nueve películas presentadas a concurso en el Fancine de este 2015 con el premio al mejor largometraje del jurado oficial por, en propias palabras del jurado, «la originalidad del guion, por su capacidad de plasmar en imagen real un manga y por convertirse en un divertimento que utiliza el gore sin generar rechazo en el espectador». Y no les falta razón: Tag quizás no sea perfecta, pero sí que es un producto muy disfrutable y original con el que pasar un buen rato.

https://youtu.be/kvVR-ynxPFM%5B/vc_column_text%5D%5B/vc_column%5D%5Bvc_column width=»1/3″][vc_column_text css=».vc_custom_1449361335228{padding: 10px !important;background-color: #e0e0e0 !important;}»]tag-cartelAño: 2015 País: Japón
Dirección: Sion Sono
Reparto: Reina Triendl, Mariko Shinoda, Erina Mano, Mika Akizuki, Urara Aryû, Mao Asô, Nanami Hidaka, Aki Hiraoka, Rin Honoka, Hikaru Horiguchi, Rika Hoshina, Nanami Ishimaru
Género: Terror, fantasía, intriga
Duración: 85 min.

En plena excursión escolar, el viento corta un bus por la mitad, decapitando a todas las chicas excepto a Mitsuko, que logra escapar para llegar a su colegio. Ahí encuentra, de nuevo, a sus compañeras. ¿Ha sido todo una pesadilla?

Ver ficha en FilmAffinity[/vc_column_text][vc_raw_html]

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