Tres tristes tigres: La novela que indignó tanto a Castro como a Franco

De El blog de José Torres Criado →

Guillermo Cabrera Infante es uno de los más grandes escritores cubanos de la historia, escritor que, por desgracia, fue despreciado y reprimido por la dictadura de Fidel Castro.

“Holmes y el Caso de los 8 Estómagos”. Elogio del pastiche

El pastiche es un “género” literario bastante denigrado. Cosa que es comprensible en un mundo donde los escritores que se dedican por ejemplo al terror, al fantástico, a la ciencia ficción o al “noir” todavía tienen que pedir perdón en ciertos sectores. Dicen que a Ursula K. Le Guin no le dieron el Nobel por ser una escritora esencialmente de ciencia ficción y fantasía. Dicen. Pero tiene su sentido. Porque todavía existen muchos prejuicios con la literatura que no es, por decirlo de alguna manera, “realista”. Términos como el “Realismo Mágico” parecen incluso excusarse constantemente. A pesar de que obras como “Cien años de soledad” o “Pedro Páramo” sean claramente de corte fantástico, pataleen lo que pataleen los de siempre.

Alejandro Castroguer es un escritor ya bastante conocido por su trilogía de zombies “La guerra de la doble muerte”, “El último refugio” y “El manantial”. Es también un creador que cambia de género con una pasmosa facilidad y manteniendo la calidad y la cohesión en su obra: es autor igualmente de la novela “Glenn”, en la que narra la vida del mítico pianista Glenn Gould, y de “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos”. Sí, esta última es un pastiche.

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Sherlock Holmes es uno de los personajes clave de la ficción “noir” y de la ficción en general. No tengo que decirlo a estas alturas. Es, por ello, uno de los que más pastiches, valga la redundancia, ha protagonizado. De toda clase y condición. Y puedo decir que éste es uno de los mejores.

“Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” narra una historia completamente nueva del detective más famoso del mundo situada temporalmente en el “hiato” durante el cual estuvo desaparecido, tras su glorioso combate contra Moriarty, durante tres años. Alejandro Castroguer lo sitúa en Francia, en Montpellier concretamente, y allí le enfrenta a una aventura fantástica relacionada con una serie de asesinatos de personas cuyos cadáveres aparecen sin sus estómagos.

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El autor con su obra

La novela es una delicia tanto para el fan incondiconal de Holmes como para el profano. Es fiel a la esencia de los relatos de Arthur Conan Doyle y es capaz a la vez de plantear nuevos enigmas y de dar vueltas de tuerca sorprendentes. Los homenajes son constantes: a los personajes de la saga, a los casos más famosos del de Baker Street, a figuras históricas y artísticas de la época, y también a otros pastiches. Porque “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” es una pirueta que se sumerge en la metaficción para hacer reflexionar sobre la pura creación y sobre sus mil posibilidades. El libro está maquetado, espléndidamente por cierto, con unas páginas en blanco y con las letras negras y con otras páginas en negro y con las letras blancas. No es casualidad… Tendrán ustedes que descubrir por qué.

Pero por encima de todo “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” es un thriller frenético, emocionante, entretenidísimo, que coge al lector y no lo suelta, que se lee en un vuelo porque divierte sin parar y porque no deja de dar un giro de guión inesperado tras otro. No importa que hayas leído poco de las aventuras del detective y de su amigo Watson: esta novela te enganchará y te mantendrá siempre la mente inquieta. Y, lo que es no menos importante, lo hará con una sonrisa en la boca, porque el humor inteligente está bien presente, así como la mejor acción aventurera.

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José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

‘El sueño de Fevre’. Los vampiros sureños de George R.R. Martin

George R.R. Martin es de sobra conocido hoy en día por su saga interminable (en todos los sentidos, ya saben a qué me refiero) Canción de Hielo y Fuego (o Juego de Tronos, a grandes rasgos). Corre el riesgo, pienso, de ser devorado por la “maldición de la única obra”. Porque lo cierto es que este escritor de Nueva Jersey lleva publicando activamente desde los años setenta y, antes de ser mundialmente conocido por su drama de magia y espadas, ya tenía un respetado nombre debido a diversas novelas desgajadas del amplio universo de Poniente y Essos.

R.R. Martin ha tocado antes la ciencia ficción (en Muerte de la luz y Los viajes de Tuf), la fantasía también de corte político como la propia Juego de Tronos (en Refugio del viento, escrito junto a su entonces esposa Lisa Tuttle, también uno de los nombres básicos de la literatura de este género), el terror (en Los Reyes de la Arena, uno de los cuentos más impresionantes que he leído nunca) y hasta el retrato pop norteamericano (en El rag del Armagedón, una de sus obras menos recordadas).

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También escribió, en 1982, una de las novelas de vampiros más destacadas de la literatura de su país: El Sueño del Fevre. Vampiros en el Mississipi, en los años en los que la esclavitud estaba a punto de ser abolida. Barcos de vapor, pantanos oscuros, un río que es metáfora del progreso y del salvajismo, unos personajes íntegros que se enfrentan a la deshumanización en persona (porque El Sueño del Fevre tiene un villano de diez) y sangre, mucha sangre, y disparos, y puñaladas, y mucha aventura.

El Sueño del Fevre es una alegoría de la explotación. No se ambienta de casualidad en los últimos referidos años de la esclavitud en Norteamérica: los vampiros son un símbolo por encima de todo, y los humanos, que compran y venden a personas de una raza a la que consideran inferior, no son mejores que ellos. Hay, por suerte, algunos que tratan de plantar la semilla de la diferencia, y aquí entramos de lleno en una espléndida fábula moral sobre la amistad y la fraternidad entre especies. George R.R. Martin si algo sabe es crear a personajes carismáticos, y los de esta novela lo son, los “buenos” y los “malos”. La relación de fraternidad entre Abner Marsh y Joshua York es hermosa como pocas. Y, como he dicho, el villano de la función es de altura, de mucha altura: ya lo descubrirán en sus páginas. Los secundarios tampoco se quedan atrás: en especial Billy Vinagre es del todo inolvidable, otro carácter magnífico y genial.

El libro, escrito con ritmo aventurero, adolece de un desenlace bastante precipitado, eso sí. Parece que Martin era todavía un escritor primerizo en aquellos inicios de los ochenta, y deja colgando algunas subtramas de mala manera y para colmo se pasa un poco con las elipsis y lo soluciona todo tras desarrollar muy bien toda la primera parte en unas siete u ocho páginas, a toda máquina (nunca mejor dicho). No lastra esto, sin embargo, una novela que es entretenidísima y que ofrece una lectura novedosa y muy interesante de los manidos mitos vampíricos de siempre, a los que consigue reinventar con probada solvencia.

 

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

Solomon Kane. El guerrero puritano de Robert E. Howard.

Es cierto, o en parte por lo menos, que Robert E. Howard ha sido bastante fagocitado por su mítico bárbaro Conan. Aún siendo también muy famosos, personajes suyos como la guerrera Red Sonja, el rey picto Bran Mak Morn, el rey Kull de Atlantis, el detective Steve Harrison, el aventurero Kirby O’Donnell o el pistolero El Borak permanecen, por desgracia, algo olvidados, especialmente para el gran público.

Uno de estos caracteres es Solomon Kane, del que Howard, que se quitó la vida con solamente treinta años, dejó un total de ocho relatos (en España, por cierto, magnificamente editados por Valdemar). Este guerrero puritano del siglo XVII viene a ser un trasunto más de los clásicos personajes del autor: extremadamente fuerte y resistente, a veces casi invencible, y que sale adelante en un mundo violento de fuerzas monstruosas que a veces no puede comprender. Sus aventuras, de capa y espada, son rocambolescas y románticas, cargadas de acción, de villanos terribles y de secundarios entrañables.

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Hoy, Solomon Kane, como otros tantos héroes de la ficción del pasado siglo, es revisado con lupa. No es para menos, porque sus historias, muchas de ellas desarrolladas en África, son desde luego racistas. Lo son. Como lo es, por ejemplo, el álbum Tintín en el Congo, del primer Hergé. ¿Hay que censurarlas? ¡Por supuesto que no! Hay que mirarlas con un ojo crítico y comprender que pertenecen a otra época, y aprender de ellas y de nuestra evolución cultural y social. Como a todo arte. Como a toda disciplina. El primer relato de Solomon Kane es de 1928 y el último de 1932. El contexto se pueden imaginar cuál es.

Solomon Kane es un guerrero puritano solitario que va deshaciendo entuertos y acabando con toda clase de malvados y monstruos. Tenemos desde asesinos sin escrúpulos hasta demonios pasando por esclavistas árabes, arpías o extraños y originales sucedáneos de vampiros. Sus aventuras comienzan en Europa, y terminan en las profundidades de África. Howard se inventa ambos continentes: los dos están pasados por un filtro fantástico, legendario, conscientemente desprejuiciado. En especial, el africano, una tierra de terrores constantes, de magia negra y de restos de civilizaciones caídas. Por supuesto, Solomon Kane puede con todo esto y más. Y aquí es donde están las partes más polémicas de sus relatos: los africanos son prácticamente todos negros primitivos que viven en la ignorancia y en la superstición, en tribus apartadas y brutales, que a pesar de llevar siglos y siglos residiendo en su continente, han sido incapaces de domarlo y tienen que esperar a que venga Kane, el hombre blanco europeo (y anglosajón, claro), a sacarles las castañas del fuego.

Sí, recuerda todo enormemente al mencionado Tintín en el Congo, en el que Tintín y su perro Milou (todavía no habían conocido al capitán Haddock o al profesor Tornasol) viajan por el país ayudando a unos congoleños desastrosos, corruptos, oscurantistas, analfabetos o directamente imbéciles que se dedican a estrellar trenes por pura incompetencia o a adorar a cualquier ídolo de postín como el propio Milou. Estos retratos prejuiciosos y vergonzantes son parte de nuestra historia, y es bello poder disponer de ella para analizarla y aprender de nuestro pasado.

Tengo que mencionar, de todas formas, que el principal secundario de la serie de Solomon Kane es un negro africano: N’Longa. Y es totalmente diferente al resto: es un mago poderoso, es capaz de cambiar su alma de cuerpo, es extremadamente inteligente y posee secretos de otros mundos con los que salva la papeleta a Kane en más de una ocasión. Sí, extraña la ambigüedad de Howard a la hora de crear a este curioso personaje que se sale de la norma de su contexto racista.

Dejando esto a un lado, las aventuras de Solomon Kane son extraordinariamente divertidas. Dinámicas como sólo el creador de Conan sabe hacerlas, cargadas de acción, de peripecias muy locas, de diálogos divertidos, de personajes delirantes, de tópicos bien colocados y de parajes evocadores.

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En 2009, Solomon Kane tuvo su película, pero fue tremendamente decepcionante. Aún siendo encarnado por el gran James Purefoy, la cinta era una aventurita sin pretensiones con demonios de tres al cuarto, sin demasiada violencia y no demasiado oscura que no le hizo justicia al guerrero puritano de Howard. Una pena. Otra vez será (esperemos).

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

In memoriam: Ursula K. Le Guin

Ursula K. Le Guin falleció el pasado 22 de enero de 2018, por ello he querido leer una de sus obras más aclamada, y la que fue galardonada con los premios Nébula en 1969 y Hugo en 1970: La mano izquierda de la oscuridad.

Antes de hacer un comentario sobre esta obra, estimo que es apropiado hablar de su autora, la primera mujer en recibir el Premio Gran Maestro Damon Knight Memorial, en 2003, otorgado a los grandes maestros de la ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos. Y no es para menos, ya que escribió obras de ciencia ficción del ciclo Ekumen —o Ecumen, según la edición— y de fantasía como la saga de Terramar. Sin olvidarnos de la novela La rueda celeste, ganadora del Premio Locus a la mejor novela en 1972. Al año siguiente volvería a ganar el Premio Hugo con la obra El nombre del mundo es Bosque, obra perteneciente al ciclo Ekumen.

Además de ciencia ficción y fantasía también ha escrito cuentos infantiles, poesía y ensayo, cultivando así obras alejadas de la ciencia ficción y fantasía.

La inventora del ansible

En el ciclo Ekumen, Ursula nos presenta un invento un tanto particular, se trata de un aparato capaz de transmitir mensajes a planetas situados a años luz casi al instante. Este dispositivo ha aparecido además en obras de otros autores de ciencia ficción. Es por tanto, una pequeña muestra de la influencia de esta autora en un género dominado por hombres.

Más allá de la ficción

Hasta estas alturas del artículo me he tenido que guiar por Internet, Wikipedia y otras páginas. A partir de aquí, no podré aportar demasiada información, nada más que mis impresiones acerca de la única obra que he podido leer de esta magnífica autora: La mano izquierda de la oscuridad.

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El argumento de esta obra es la visita de un embajador del Ekumen al planeta Gueden para invitar a las naciones a formar parte del Ekumen. Sin embargo se encontrará con numerosos problemas, sobre todo para convencerlos de la adhesión de Gueden al Ekumen, ya que nunca llegaron a oír hablar de ellos y se muestran escépticos.

Una de las características de la población de Gueden es su alternalidad de sexo, no muestran un género salvo cuando están en un periodo de celo o Kémmer. Con esta particularidad juega Ursula haciendo comparaciones con nuestra sociedad dominada por el hombre y que poco a poco va avanzando hacia la igualdad, aunque aún queda mucho para eso por desgracia. Los guedenianos no tienen por qué preocuparse de la tensión sexual o de la superioridad de un sexo sobre el otro, pues sólo muestran el género durante unos pocos días y puede ser uno u otro, es decir, puede ser masculino en un periodo y femenino en otro. Ursula hace uso de esta características de los guedenianos para plasmar su mensaje feminista en un mundo machista a finales de los años sesenta.

Pero no sólo nos habla de feminismo, sino de pacifismo, los guedenianos no conocen la guerra, nunca han tenido conflictos con un gran número de personas. Lo más parecido son los saqueos entre pueblos vecinos y aún así no superan la decena de personas involucradas. Y a pesar de la eterna rivalidad entre los pueblos de Orgoreyn y Karhide, nos planta este zasca a la xenofobia y al nacionalismo:

«¿Si odio a Orgoreyn? No, ¿por qué he de odiarlo? ¿Cómo odia uno a un país, o lo ama? Tibe habla de eso; yo no soy capaz. Conozco a gente, conozco ciudades, granjas, montañas y ríos y piedras, conozco cómo se pone el sol en otoño del lado de un cierto campo de arado en las colinas; pero qué sentido tiene encerrar todo en una frontera darle un nombre y dejar de amarlo donde el nombre cambia? ¿Qué es el amor al propio país? ¿El odio a lo que no es el propio país? Nada bueno. ¿Sólo amor propio? Bien, pero no es posible hacer de eso una virtud, o una profesión… Mientras tenga amor a la vida, amaré también las colinas del dominio de Estre, pero este amor no tiene fronteras de odio».

Simplemente: Chapeau! Pero ahí no acaba la cosa, también critica el suicidio ya que es la mayor vergüenza que puede cometer un guedeniano, más incluso que cualquier otro crimen.

Sin embargo, no debemos olvidar cómo el honor está muy ligado a los habitantes de este país, siendo este el motivo de algunos acontencimientos. El pundonor está a la orden del día en Gueden, y afectará en la política de las distintas naciones y en sus vidas cotidianas. Sin embargo, aunque algunos partidos hayan sido deshonrados porque se les haya descubierto mintiendo, siguen en el poder. Estoy hablando del Sarf de Orgoreyn, no de ningún otro.

Finalmente, he de decir que el libro me ha gustado bastante, aunque el final te deja con ganas de algo más, no mucho, pero sí algo. Aún así, Le Guin supo encontrar un hueco en un género plagado de hombres, fue pionera y reconocida. Y no se me ocurre una frase mejor que la que dijo Catón, el censor, sobre la mujer: «Tan pronto como hayan empezado a ser iguales, serán superiores».

Requiescat in pace.

«El último argumento de los reyes» de Joe Abercrombie

AVISO: Puede haber contenido considerado spoiler

Reiteradamente hemos encontrado en algunos pasajes de esta trilogía la forma geométrica del círculo: en fórmulas mágicas, para explicar el mundo o bien para explicar el avance de la historia…

Son estos detalles los que acaban dando ese toque maestro a la trilogía. Poco a poco se va viendo que todo vuelve a su lugar, que  todo vuelve a ser como antes. Estamos ante una estructura anular justificada además con esa excusa de que la historia sucede en círculos.

Pero una de las cosas que más me gusta es que algunos cabos sueltos que se dejaron abiertos en los dos libros anteriores, se cierran con un giro en los acontecimientos. Sencillamente genial. Y como dije, en la primera reseña, debo darles las gracias a un amigo por ello. Un libro que me ha llegado más incluso que El nombre del viento  de Patrick Rothfuss que tan de moda se ha puesto y por qué no decirlo, con el que me asomé al mundo de la fantasía definitivamente —no, no he leído Juego de Tronos (aún)—.

En la obra de Patrick Rothfuss seguimos la historia de un solo personaje — aunque en dos tiempos distintos, uno en su presente como tabernero y otro en su «legendaria» juventud—, sin embargo en esta trilogía nos encontramos con distintos personajes y distintos argumentos. Yo siempre he distinguido tres grandes temas: el de la Guerra del Norte, el de Glokta y el de Bayaz. Aunque siempre ha habido pequeñas subtramas. Sin embargo todo acaba en un solo sitio —nótese el doble sentido— y la historia completa su círculo.

Una trilogía que te deja con un buen sabor de boca.

«Antes de que los cuelguen» de Joe Abercrombie

¿Qué puedo decir que no haya dicho ya en la reseña de  «La voz de las espadas»?

A esa pregunta me enfrento ahora mismo, a la hora de escribir esta reseña, porque la forma no ha cambiado, pero sí el contenido. Y sin embargo no puedo hablar del contenido por aquello de los destripes —a.k.a. spoilers, pero prefiero defender al español usando la palabra destripes—.

Y es que con el primer libro hablas un poquito para introducir en la historia, sin hacer demasiadas revelaciones y no ha y problema. Pero con este libro estamos in media res, decir algo es sinónimo de destripe. Estamos aún en el nudo de la trilogía, pues esta trilogía está escrita de esta manera: el primer libro es la introducción, el segundo el nudo y el tercero será el desenlace —sobra decir que aún lo tengo pendiente—.

Dentro de esta macro-estructura encontramos pequeñas tramas que también poseen estos elementos básicos de la narración, como ya vimos en el primer libro, y que ahora en el segundo continúan una nueva trama; esto es fácil verlo con las tres tramas principales que ya mencioné en la primera reseña, pero creo que se puede ver más claramente en la trama del mago Bayaz —aunque me temo que en el tercer libro no sea una sola trama—. Y ahora procedo a explicarlo, con mucho cuidado, para que el destripe sea mínimo, pero entiendo que pueda ocasionar algún daño. Aunque os dejo antes la sinopsis del libro para que no me queméis en la hoguera:

«Debemos perdonar a nuestros enemigos, pero nunca antes de que los cuelguen.» (H. Heine) El Superior Glokta tiene un problema. ¿Cómo defender una ciudad rodeada de enemigos y minada por la traición? Los hombres del Norte han cruzado la frontera y han entrado a sangre y fuego en territorio de la Unión. Para detenerlos no bastará con el ejército del Rey. Bayaz, el Primero de los Magos, conduce a un heterogéneo grupo de aventureros en una peligrosa misión por las ruinas del pasado. Antes de que los cuelguen ha sido elegido el libro favorito de los lectores de SFFWorld.com y estuvo entre los finalistas del SFSite en 2007.

Bien, procedo a contarlo: En el primer libro, Bayaz se dedica a reclutar a un séquito para cumplir cierta misión. Una vez que han sido reclutados no encontramos más páginas que nos expliquen esta aventura en La voz de las espadas (introducción), la cual comienza  y acaba en el segundo libro (nudo); para el tercer libro, el desenlace de la trilogía, se espera el retorno del viaje, pero además, la historia pide algo más que un retorno.

No sé si he logrado explicarme con claridad, el corrector de este artículo me lo dirá. Si no, mi futuro como escritor—si lo llego a tener—, está en entredicho.

En fin, esta saga no tiene desperdicio y me encanta —por algo escribo esta reseña, no sólo por el hecho de haberme leído el libro—. Las grandes batallas que se pueden leer en esta segunda entrega de La primera ley son entretenidísimas y sorprendentes, con un valor estratégico elevado.

Un último apunte: lee, te sorprenderás.

«La voz de las espadas» de Joe Abercrombie

Hace tiempo que este libro estaba en mi lista de libros por leer, una lista construida mediante recomendaciones de amigos y allegados. Hace tiempo que este libro estaba en mi lista y no recuerdo quién fue exactamente la persona que me lo recomendó, aunque creo saber quién fue —quizás más adelante, y con su permiso, hable de él.

La voz de las espadas es el primero de la trilogía La primera ley, obra escrita por Joe Abercrombie. Sobra decir que leeré la trilogía y que esta misma reseña es la primera de tres en total. Dicho esto, vayamos al lío.

En sus páginas veremos aventuras, combates y fantasía, ambientado en un mundo casi Tolkiano: espadas, reinos e imperios, magos… No nos encontramos dragones, ni elfos ni orcos —lo que viene a ser un topicazo—. Sin embargo, nos encontramos con los llamados «cabezas planas» que habitan el norte y los llamados «devoradores» que parece que frecuentan el sur.

En cuento a la narración, nos encontramos con una obra coral, varias voces nos cuentan su historia y sus impresiones acerca de los demás personajes. Algo que me gusta bastante leer: nos describe a otro narrador del relato como si no lo conociéramos. Existe un personaje en particular, el inquisidor Glokta, en el que leemos sus pensamientos, a modo de respuesta de otro diálogo o respondiendo al mismo narrador.

En cuanto a los personajes, se nos van presentando poco a poco, cada uno desde su punto, hasta que se van cruzando unos con otros. Esto me resulta realmente genial, porque nos vamos encariñando con los personajes, conocemos su pasado, sus propósitos y aspiraciones. Joe Abercrombie nos está preparando para una aventura aún más épica cuando todos —o casi todos— estén reunidos.

Teniendo en cuenta las subtramas y el entramado cruce de argumentos, podemos discernir tres líneas argumentales principales: la del Rey Bethod y su amenaza sobre Angland; la del inquisidor Glokta y, por último, la del gran mago Bayaz.

Este libro se trata por tanto de una mera introducción y ha funcionado muy bien. Nos presenta los personajes, los conflictos diplomáticos, la división del círculo del mundo, las distintas razas y nos cuenta además el pasado, que de cierta manera, está relacionado con el presente.

Sin más, les recomiendo que lean esta fantástica saga. Yo ya he comenzado el segundo, Antes de que los cuelguen, y no tiene pinta de que vaya a decaer.

El laberinto de los argumentos

Con El laberinto de los espíritus Carlos Ruiz Zafón pone el broche final a su tetralogía de El cementerio de los libros olvidados. Mucho ha llovido desde que se publicó La sombra del viento: 15 años nada más y nada menos. Y cada nuevo libro se ha hecho esperar; quizás por su éxito, por la dificultad de unir las distintas tramas o por la costumbre del autor de tomarse un año sabático. Pero vayamos a lo que importa.

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