Las Sinsombrero

Allá por 1920 en La puerta del Sol de Madrid, pasearon Maruja Mallo y Margarita Manso quitándose el sombrero. Una acción que hoy día nos resulta totalmente indiferente, pero en aquella época rompía con la norma y las mujeres fueron insultadas, no tanto a quienes las acompañaban, Salvador Dalí y Federico García Lorca.

Este acto tan sencillo, las llevó a adoptar el nombre de Las Sinsombreros, un grupo de mujeres intelectuales pertenecientes a la generación del 27 y que pretendían rebelarse a su destino, ya que para ellas quitarse el sombrero era abandonar el papel que tenían para ellas en la sociedad, es decir, la de ser esposa y madre.

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Maruja Mallo

El testimonio de Manso sobre este pequeño acto de rebeldía en pleno Madrid, nos dice cómo era la sociedad española por entonces: «Un día se nos ocurrió a Federico, a Dalí, a Margarita Manso y a mí quitarnos el sombrero porque decíamos que parecía que estábamos congestionando las ideas y, atravesando la Puerta del Sol, nos apedrearon llamándonos de todo»

Por entonces, Primo de Ribera estaba en el poder, España tenía un pensamiento anti-feminista, reduciendo a la mujer a las labores del hogar para evitar que surgiera la mentalidad de autonomía e independencia en la mujer que se había dado en Europa durante la Primera Guerra Mundial, que había desplazado a la mujer a ocupar puestos que ocupaban los hombres enviados al frente.

Sin embargo, el movimiento feminista y sufragista, junto con la participación en la vida pública y el acceso a la educación creó un arquetipo de mujer independiente y reacia a la sumisión, consciente de su capacidad intelectual y conocimiento cultural, que se consolidó con la proclamación de la Segunda República.

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Marga Gil de Roësset, una de las Sinsombrero trabajando en su escultura Para toda la vida

Con la Guerra Civil y posteriormente la dictadura se dio un paso atrás; volvieron a definirse los roles de la mujer debido al determinismo biológico, la mayoría de estas mujeres recurrieron al exilio en América y Europa.

Antes de que se truncara su destino, se reunían a menudo e intercambiaban ideas en la residencia de señoritas, en el Lyceum Club Femenino o en la Asociación Universitaria Femenina. Estas reuniones eran importantes para mantener su defensa y unión ante una sociedad que las ninguneaba y rechazaba. No debemos de obviar tampoco su participación en la Revista de Occidente o en La Gaceta Literaria.

En sus obras se ve reflejada también el retrato fuerte e independiente de la mujer que además lucha contra su destino, el destino que la sociedad les ha marcado.  Además, empiezan a autodefinirse feminizando los oficios: escultora, autora, escritora, pintora.

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María Zambrano

Estamos ante un grupo de mujeres que, a pesar de los años —y aún después de la muerte—, luchan por un reconocimiento en la sociedad, por buscarle a la mujer el espacio que le corresponde a pesar de las adversidades —o excusas— de la sociedad.

Las Sinsombrero fueron:

  • Maruja Mallo
  • Margarita Manso
  • Rosario de Velasco
  • Marga Gil Roësset
  • María Zambrano
  • María Teresa León
  • Josefina de la Torre
  • Rosa Chacel
  • Ernestina de Champourcín
  • Concha Méndez
  • Ángeles Santos

Para terminar, al menos de momento, os dejo con esta frase de Jorge Luís Borges, inspirado por los hechos protagonizados por Mallo y Manso: «Los Las intelectuales son contrarios a la costumbre de usar sombrero». 

 

 

In memoriam: Ursula K. Le Guin

Ursula K. Le Guin falleció el pasado 22 de enero de 2018, por ello he querido leer una de sus obras más aclamada, y la que fue galardonada con los premios Nébula en 1969 y Hugo en 1970: La mano izquierda de la oscuridad.

Antes de hacer un comentario sobre esta obra, estimo que es apropiado hablar de su autora, la primera mujer en recibir el Premio Gran Maestro Damon Knight Memorial, en 2003, otorgado a los grandes maestros de la ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos. Y no es para menos, ya que escribió obras de ciencia ficción del ciclo Ekumen —o Ecumen, según la edición— y de fantasía como la saga de Terramar. Sin olvidarnos de la novela La rueda celeste, ganadora del Premio Locus a la mejor novela en 1972. Al año siguiente volvería a ganar el Premio Hugo con la obra El nombre del mundo es Bosque, obra perteneciente al ciclo Ekumen.

Además de ciencia ficción y fantasía también ha escrito cuentos infantiles, poesía y ensayo, cultivando así obras alejadas de la ciencia ficción y fantasía.

La inventora del ansible

En el ciclo Ekumen, Ursula nos presenta un invento un tanto particular, se trata de un aparato capaz de transmitir mensajes a planetas situados a años luz casi al instante. Este dispositivo ha aparecido además en obras de otros autores de ciencia ficción. Es por tanto, una pequeña muestra de la influencia de esta autora en un género dominado por hombres.

Más allá de la ficción

Hasta estas alturas del artículo me he tenido que guiar por Internet, Wikipedia y otras páginas. A partir de aquí, no podré aportar demasiada información, nada más que mis impresiones acerca de la única obra que he podido leer de esta magnífica autora: La mano izquierda de la oscuridad.

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El argumento de esta obra es la visita de un embajador del Ekumen al planeta Gueden para invitar a las naciones a formar parte del Ekumen. Sin embargo se encontrará con numerosos problemas, sobre todo para convencerlos de la adhesión de Gueden al Ekumen, ya que nunca llegaron a oír hablar de ellos y se muestran escépticos.

Una de las características de la población de Gueden es su alternalidad de sexo, no muestran un género salvo cuando están en un periodo de celo o Kémmer. Con esta particularidad juega Ursula haciendo comparaciones con nuestra sociedad dominada por el hombre y que poco a poco va avanzando hacia la igualdad, aunque aún queda mucho para eso por desgracia. Los guedenianos no tienen por qué preocuparse de la tensión sexual o de la superioridad de un sexo sobre el otro, pues sólo muestran el género durante unos pocos días y puede ser uno u otro, es decir, puede ser masculino en un periodo y femenino en otro. Ursula hace uso de esta características de los guedenianos para plasmar su mensaje feminista en un mundo machista a finales de los años sesenta.

Pero no sólo nos habla de feminismo, sino de pacifismo, los guedenianos no conocen la guerra, nunca han tenido conflictos con un gran número de personas. Lo más parecido son los saqueos entre pueblos vecinos y aún así no superan la decena de personas involucradas. Y a pesar de la eterna rivalidad entre los pueblos de Orgoreyn y Karhide, nos planta este zasca a la xenofobia y al nacionalismo:

«¿Si odio a Orgoreyn? No, ¿por qué he de odiarlo? ¿Cómo odia uno a un país, o lo ama? Tibe habla de eso; yo no soy capaz. Conozco a gente, conozco ciudades, granjas, montañas y ríos y piedras, conozco cómo se pone el sol en otoño del lado de un cierto campo de arado en las colinas; pero qué sentido tiene encerrar todo en una frontera darle un nombre y dejar de amarlo donde el nombre cambia? ¿Qué es el amor al propio país? ¿El odio a lo que no es el propio país? Nada bueno. ¿Sólo amor propio? Bien, pero no es posible hacer de eso una virtud, o una profesión… Mientras tenga amor a la vida, amaré también las colinas del dominio de Estre, pero este amor no tiene fronteras de odio».

Simplemente: Chapeau! Pero ahí no acaba la cosa, también critica el suicidio ya que es la mayor vergüenza que puede cometer un guedeniano, más incluso que cualquier otro crimen.

Sin embargo, no debemos olvidar cómo el honor está muy ligado a los habitantes de este país, siendo este el motivo de algunos acontencimientos. El pundonor está a la orden del día en Gueden, y afectará en la política de las distintas naciones y en sus vidas cotidianas. Sin embargo, aunque algunos partidos hayan sido deshonrados porque se les haya descubierto mintiendo, siguen en el poder. Estoy hablando del Sarf de Orgoreyn, no de ningún otro.

Finalmente, he de decir que el libro me ha gustado bastante, aunque el final te deja con ganas de algo más, no mucho, pero sí algo. Aún así, Le Guin supo encontrar un hueco en un género plagado de hombres, fue pionera y reconocida. Y no se me ocurre una frase mejor que la que dijo Catón, el censor, sobre la mujer: «Tan pronto como hayan empezado a ser iguales, serán superiores».

Requiescat in pace.

A un océano de distancia: Pedro Garfias, exiliado y literato

«Cuando el exiliado vuelve, después de tantos años que son toda una vida, vuelve con sus
muertos. Con su recuerdo recobramos lo que fue suyo y queremos que siga siendo nuestro». Así comenzó Luis Ríus1, poeta, filósofo y amigo de Pedro Garfías, una de las veladas acaecidas décadas más tarde de su muerte, en una España que el poeta abandonó empujado al ostracismo aún en su singularidad en su exilio mexicano; en una España democrática que cayó y él esperó volver a ver erguida.

En este caso, no puedo obviar las presentaciones, aún es una incógnita para muchos quién fue Pedro Garfias, lo cual es increíble, porque hablamos de un miembro de la generación del 27, uno de los fundadores del movimiento ultraísta, una de las voces más rasgadas que recitaron en la Guerra Civil y, más tarde, al otro lado del océano, por su patria perdida. Para conocer a este salmantino de corazón andaluz, no puedo menos que citar a la máxima autoridad en su persona, Francisco Moreno Gómez, quien leyó su tesis sobre Garfias en 1994.

Garfias fue un testigo excepcional de tres décadas de nuestra historia: los años veinte, como baluarte de las vanguardias y, en concreto, del ultraísmo; los convulsos años treinta, como miembro de una generación de intelectuales excepcional, así como partícipe en la Guerra Civil; y los duros años cuarenta, con una visión amarga del exilio y su propia vida ejemplificante como intelectual exiliado en tierras mexicanas2.

Hijo de andaluces, ella, María Dolores Zurita Chia, sevillana de Villa Manrique y él, Antonio Garfias Domínguez, de origen desconocido, pero radicado en la provincia de Córdoba y con apellido de origen onubense3, Pedro Garfias Zurita nace en Salamanca en 1901 debido a la actividad laboral de su padre. La familia se traslada a Osuna en 1905, comenzando así, para el futuro poeta, la vinculación con Andalucía.

Con la muerte de su madre en 1909, comienzan a aflorar sentimientos y preguntas en el joven, que no tardará en volcarse en los libros y comenzar así su formación individual. En 1916 el aún adolescente Garfias se traslada a Sevilla para cursar Derecho por deseo de su padre. Allí se vería inmerso en un ambiente cultural regeneracionista, donde se codearía con poetas y dramaturgos, firmando en el mismo año de su traslado a la capital andaluza el manifiesto ultraísta junto a otros como José Rivas Panedas, Guillermo de Torres, etc… El ultraísmo es un movimiento de reacción al modernismo vigente, supone un regreso al idealismo, a la subjetividad… Como dice Moreno Gómez: «para comprender a Garfias hay que ser un romántico, un idealista, un quijote, para así poder interpretar una personalidad como la de él: un idealista con altos valores que le harían ser un desengañado, porque chocó contra la vulgaridad de la vida»4.

En 1918, Garfias se traslada a Madrid para concluir sus estudios de Derecho —estudios que nunca finalizó—5. Durante la siguiente década, el poeta formó parte de diversas tertulias, siendo el nexo entre las realizadas en el Café Colonial —presidida por Cansinos-Assens—, el Café Pombo —presidida por Gómez de la Serna—, la Residencia de Estudiantes —donde destacaban nombres como Buñuel, Lorca y Dalí— y el movimiento ultraísta. Fue en este contexto dónde surgió la personalidad poética de Garfias, un poeta oral, un trovador contemporáneo que concebía la poesía como algo para oír. En esta línea comprendemos la razón del por qué la Universidad de Monterrey editó en la década de los setenta un disco del poeta recitando sus poemas bajo la dirección de Luis Ríus6.

Todo ello empujó al poeta a emprender su propia empresa, Horizonte, revista que Garfias concibió y sacó a la luz en el bienio 1922-1923 con el dinero que su padre le enviaba desde Osuna, se considera un puente entre generaciones: en ella publicaron novecentistas, ultraístas y miembros de la futura generación del 27 —fue en Horizonte dónde Alberti publicó sus primeros poemas7—.

Ligado a este proyecto, Garfias quiso crear la Editorial Horizonte, pero el proyecto no llegó a buen puerto; el poeta comienza así un período de introspección. Garfias se presenta desorientado, sin vocación, parece que las musas que le habían acompañado con anterioridad le han abandonado.

Aún en esta escena, Pedro Garfias consigue publicar El ala del sur en el año 1926, gran exponente de lo que se ha considerado como arte neo-popular y ultraísmo, y varios artículos en la revista Litoral y la Gaceta Literaria, medios literariamente vinculados a la generación del 27, donde el poeta intentó integrarse.

Finalmente, Garfias vuelve a su amada Andalucía, concretamente a Osuna. Allí conocería a Margarita Fernández Repiso, hija de una familia adinerada con la que establecería un noviazgo. Pese a que en el año siguiente el poeta se traslada a Écija, mantendría el contacto con Margarita, con la que se desposaría el 1 de diciembre de 1929 y se trasladaría a Jaén.

Con la única condición de acabar la carrera de Derecho, el padre del poeta le da el suficiente dinero para instalarse de nuevo en Madrid, donde Garfias se contagiaría de los aires intelectuales y combativos que la capital desprendía tras la proclamación de la República en el año 19318. En Madrid, comenzó a trabajar en una empresa hidráulica9, pero su carácter bohemio y su creatividad chocaba irremediablemente con una tarea tan monótona que acabaría abandonando en pro de colaboraciones como las halladas en El Heraldo de Madrid, artículos divididos en poéticos, políticos y reseñas de libros policíacos y de misterio.

Como decíamos, con la llegada de la República los intelectuales se pusieron mayoritariamente al servicio del nuevo régimen. Garfias a su vez, fue más allá en su actividad política, no dudando en sumarse al Partido Comunista junto a otros amigos como Rafael Alberti o Antonio Machado. Ello explica su participación en la revista Octubre en el año 1933.

Pero su importancia en esta década, como incide Moreno Gómez, es como poeta de la Guerra Civil10. Tras el pronunciamiento militar, Garfias se presenta como voluntario, marchando a la Sierra de Madrid con la Columna Mangada. Su poesía, como apunta Mendivil Macías, pasó a ser de vanguardia, para ser del pueblo y de la batalla11. Garfias usó sus poemas como palabras de aliento en el frente y en las estaciones de radio. El poeta y otros miembros de la Columna Mangada, volvieron a Madrid al enterarse que se estaba reorganizando la resistencia andaluza.

La Guerra Civil será para Garfias, como lo fue para muchos hombres y mujeres, españoles y extranjeros, la gran encrucijada romántica. El poeta formó parte del batallón Villafranca, que luchó en la batalla de Pozoblanco en marzo de 1937. De esta batalla procede la legendaria arenga: “Pozoblanco, Pozoblanco, no serás nunca de Queipo, te defienden los soldados del ejército del pueblo”12.

Del mismo modo que el conflicto marcó su vida, el exilio también lo haría13. Con la Democracia y la República caída, la resistencia comienza a retirarse por distintos puntos de la península. Garfias partió por la frontera francesa, pasó por distintos campos de refugiados -Argelès-Sur-Mer, Saint Cyprien…-, antes de viajar a Gran Bretaña el 27 de febrero. En sus meses de estancia en tierras inglesas, el poeta escribe Primavera en Eaton Hasting, una de sus obras más célebres.

Pablo Neruda recoge en su obra Confieso que he vivido, cómo Garfias trabó amistad con un inglés en estos meses. Sin que ninguno de los dos hablase el idioma del otro, charlaban amenamente durante las noches solitarias que siguieron al exilio14.

A continuación, expondré uno de sus poemas más sentidos, escrito en la antesala de la
frontera francesa, la última vez que pisaría tierra española:

Cruzando la frontera

España de tiniebla y amapola
cómo estos verdes frágiles
pueden fingirte ante mis ojos duros
que vienen deslumbrados de mirarte.
El corazón me pesa como un monte,
mis pasos se retardan esperándote,
tiro de ti como un barquero tira
de su barca a la orilla de los mares.
El mundo se entreabre a mi camino;
dicen que el mundo es grande…
pero había tantos mundos todavía
que descubrir entre tus besos, Madre.

A mediados de mayo de 1939, después de dos meses en Gran Bretaña, Garfias y otros
literatos, consiguen pasaje en el Sinaia, uno de los célebres barcos que marcharon al exilio con 1.800 españoles desde el puerto galo de Sète. Durante la travesía, y como explica Moreno Gómez en su conferencia en Écija, se acordó entre los intelectuales a bordo, hacer una publicación para entregar al presidente Lázaro Cárdenas como presente. Dentro de él, se encuentra el famoso poema Entre España y México.

Entre España y México

Qué hilo tan fino, qué delgado junco
-de acero fiel- nos une y nos separa
con España presente en el recuerdo,
con México presente en la esperanza.
Repite el mar sus cóncavos azules,
repite el cielo sus tranquilas aguas
y entre el cielo y el mar ensayan vuelos
de análoga ambición, nuestras miradas.
España que perdimos, no nos pierdas;
guárdanos en tu frente derrumbada,
conserva a tu costado el hueco vivo
de nuestra ausencia amarga
que un día volveremos, más veloces,
sobre la densa y poderosa espalda
de este mar, con los brazos ondeantes
y el latido del mar en la garganta.
Y tú México libre, pueblo abierto
al ágil viento y a la luz del alba,
indios de clara estirpe, campesinos
con tierras, con simientes y con máquinas;
proletarios gigantes de anchas manos
que forjan el destino de la Patria;
pueblo libre de México:
como otro tiempo por la mar salada
te va un río español de sangre roja,
de generosa sangre desbordada.
Pero eres tú esta vez quien nos conquistas,
y pasa siempre, ¡oh vieja y nueva España!

Garfias fue célebre en México. Su errante vagar por ciudades mexicanas dejo un amplio
legado en el país azteca15, pero sin duda, Pedro Garfias fue el poeta del exilio y el poeta de los exiliados españoles. Ello nos hace preguntarnos el por qué su obra es tan poco conocida. Sin duda, hay muchos factores que influyeron en este hecho: los historiadores que han centrado su atención en él y han hecho trabajo de investigación, aseguran que reunir su obra es una tarea de gran dificultad. Garfias escribía sobre cualquier material que caía en sus manos —folletos comerciales, envoltorios de productos, hojas de apuntar los tantos del dominó…—16, entregándolos con la misma facilidad a quienes compartían su tiempo y copas con él17; amigos, como Ríus, señala que uno de los motivos por los que Garfias ha sido sumido en el olvido, es su despreocupación por su proyecto editorial18.

García Monge señalaba que Garfias «jamás pensó en la retribución, en que le publicaran sus versos, en que hablasen de él»19. Su obra en México se bifurca, el poeta no deja de escribir, pero su obra esconde una mezcolanza de sentimientos: añoranza, tristeza, pesar… Garfias se volcó en el alcohol, siendo un rasgo lo suficientemente presente en su vida para que fuera numerosamente citado por sus conocidos y estudiosos. Don Francisco Giner de los Ríos decía: «es difícil encontrar un hombre tan bueno cuando está borracho que no sea Pedro. A Pedro, el alcohol le daba bondad y hondura. Él hablando en estado de embriaguez, representaba al hombre sano y honrado que todos queremos ser»20.

Pedro Garfias Zurita muere en Monterrey en 1967, habiendo sido tan parte del legado azteca como el español. Su sabiduría quedó patente en ambos lados del océano. Su legado no es prolífico, como bien señaló su amigo Buñuel, pero de este poeta «que podía pasar quince días buscando un adjetivo», nos quedan muchas otras enseñanzas de una vida de lucha, de sentimientos y de añoranza.

Notas

1. El País (1980), “Homenaje a Pedro Garfias, poeta español muerto en el exilio”.
2. Moreno Gómez, Francisco (2008), “Conferencia sobre Pedro Garfias”. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=emkuw9-Wxv8
3. Nota 1
4. Nota 2
5. Revista de la Poesía y el Pensamiento, (1968), “Pedro Garfias: vida y obra”, Litoral, p. 11
6. Revista de la Poesía y el Pensamiento, (1968), “Pedro Garfias: vida y obra”, Litoral, p. 8
7. Leal Aragoncillo, Ramón (2004), “Un olvidado de la Generación del ’27. Pedro Garfias en su centenario”, Apuntes 2: Apuntes y Documentos para una Historia de Osuna, nº4, p. 254
8. Revista de la Poesía y el Pensamiento, (1968), “Pedro Garfias: vida y obra”, Litoral, pp. 11-15
9. Nota 2
10. Nota 2
11. Mendivil Macías, José (2007), “Del poeta legendario Pedro Garfias, de su amigo Virgilio Fernández del Real y de los orígenes del Festival Internacional Cervantino”, Cuaderno del Ateneo, p. 90
12. Nota 11
13. García Monge, Carlos (2008), “Textos recobrados de Pedro Garfias”, Huarte de San Juan. Filología y Didáctica de la Lengua, nº10, pp. 25 y 26
14. Leal Aragoncillo, Ramón (2004), “Un olvidado de la Generación del ’27. Pedro Garfias en su centenario”, Apuntes 2: Apuntes y Documentos para una Historia de Osuna, nº4, p. 256.
15. García Monge, Carlos (2013), “Algunos prólogos de Pedro Garfias”, Huarte de San Juan. Filología y Didáctica de la Lengua, nº13, y InformadorMX (2015), “Homenaje a Pedro Garfias: el poeta exiliado”. Disponible en: http://www.informador.com.mx/cultura/2015/587026/6/homenaje-a-pedro-garfias-el-poeta-exiliado.htm
16. Nota 6
17. Nota 13
18. Nota 1
19. Nota 13
20. Nota 14

Este artículo fue publicado originalmente en akrox.com

El sabor de la novela negra mediterránea: Andrea Camilleri

Elegir un libro puede convertirse en la tarea más simple de una tarde rutinaria o en la odisea más ajetreada que, ¡oh, mis queridos camaradas lectores!, puede costarnos semanas. Hablo desde la experiencia, pues no es la primera vez que entro en una librería o en una biblioteca y, atraída por su éter, ese olor tan característico del papel de imprenta, me maravillo entre título y título, entre sinopsis y sinopsis, entre portada y portada, como si las misma sirenas de Odiseo entonaran una dulce melodía a través de las letras, cautivadora y confusa. Pero la mayoría de las veces, abandono frustrada y ofuscada, bien por la desilusión de haber esperado encontrarme con una novela más satisfactoria, o bien por salir del establecimiento con las manos vacías.

Tal vez el error sea mío, o nuestro, pues entramos como exploradores sin conocimiento ni causa de lo que realmente queremos. Vamos a la aventura y, aunque en ocasiones sea bueno estar perdido para encontrarse entre las páginas de una imprevista novela de biblioteca, no todos tenemos la suerte de Schliemann, y en vez de hallar Troya, solo hallamos grava y polvo. El tiempo es oro, queramos reconocerlo o no, y para historias insípidas la vida misma es la novela predilecta.

Por tanto, si os encontráis inmersos en esta pregunta que tanto nos hace temblar a los amantes de la lectura: « ¿Y qué demonios puedo leerme ahora que valga la pena?» esta pequeña verborrea os puede ser útil.

Os adentraré en el mundo de la novela negra o novela policíaca, como más os guste. Sí, esa novela tan realista y a veces tan ficticia, esa tan enrevesadamente psicológica y a la vez tan simple, esa novela que pertenece a ese género capaz de mostrar lo mejor y lo peor del ser humano. En resumen, si estáis buscando una historia con la que no os podáis evadir, con la que podáis observar y analizar el realismo característico de los tiempos contemporáneos, Andrea Camilleri será vuestro nuevo autor favorito.

No hace falta ser un erudito en la literatura ni en las estadísticas para saber que, si salimos a la calle y preguntamos el nombre de un escritor de novela negra, o policíaca, a cualquier transeúnte con el que nos crucemos, el 80% de las respuestas nombraran a autores anglosajones o americanos, tales como Doyle, Christie o Hammett, pues su originalidad y talento demostrados en sus obras les respaldan y les hace merecedores de tal fama. Pero, ¿Qué se oculta tras el 20% restante aparte de una posible ignorancia por la materia? Pues, básicamente, grandes genios coetáneos como Camilleri. Genios que, erróneamente, se excluyen del círculo de la novela negra, el cual parece pertenecer única y exclusivamente a autores de habla inglesa.

Posiblemente, si os atrevéis a seguir mi consejo y adentraros en el mundo camilleriano, representado en la entrañable e imaginaria ciudad mediterránea de Vigata, al sur de Sicilia, descubriréis inmediatamente que dista mucho de lo que Doyle o Hammett consiguieron representar en sus novelas. Su protagonista, el comisario Salvo Montalbano, no es el arquetipo de detective justiciero, intachable y perfecto al que la novela negra nos tenía acostumbrados en un principio, sino todo lo contrario. Nos encontramos ante un personaje humano, real, con el que os podréis identificar en cada uno de sus arrebatos, en sus relajantes paseos por el muelle, en sus tormentos y en sus pasiones, o en su propio sentido de la justicia que pocas veces coincide con el reflejado en los códigos penales o civiles. Aun así, nada de esto le impide llevar a cabo una eficiente labor como comisario.

Camilleri nos sumerge en la vida de un hombre común, rodeado por las sombras de un mundo actual, cruel y corrupto, y por las sombras de su propio mundo, un hombre que es un antihéroe de la novela, lleno de imperfecciones, un hombre que en ocasiones abusa de su autoridad y actúa como un dios de tercera y otras como un niño asustado por sus fantasmas del pasado, del presente y del futuro.

Transpórtate a la Vigata mediterránea de Montalbano. Recorre sus calles, descubre a sus personajes, saborea sus aromas y ama su cultura a través del intrigante género de la novela policíaca escrita por la pluma de Andrea Camilleri. Vive una Italia como jamás ningún otro autor te ha invitado a vivirla.

Ángelo Nestore y el titánico rizo de su palabra

angeloEsta presentación se leyó para la lectura de dicho gran poeta, el 13 de octubre de 2014, en las tertulias de  «Los Lunes de El Pimpi».

Ángelo es de los poetas más representativos de la poesía malagueña; poesía multidisciplinar en tantos menesteres —poesía, teatro, traducción, enseñanza, investigación académica— y especialmente hoy día en el del lenguaje del espíritu, aquel que muestra el titánico rizo de su palabra, lo que hace de su voz humana y de su corazón honesto el arma vulnerable y heroica con que conquista la tierra de un sueño —su sueño—; mágico territorio donde late, donde es un verso y eso basta. Y es así, poeta de todo. Pero ¿cómo nos llega? En esta existencia de probabilidades imposibles y prodigiosas, ¿cómo podemos vivirlo hoy, vivir su prodigio, que basta y nos asombra?

Nació este sueño en Lecce (Italia), allá en otro —como ahora reciente— 4 de octubre de 1986, y desde 2007 ha residido en Málaga y en nosotros. ¿Entonces? Retoma el año pasado el teatro —que había empezado a estudiar a los catorce años—, donde una de esas probabilidades prodigiosas llamada Violeta Niebla une a nuestros tres sueños junto con el de Cristian Alcaraz para la participación en la obra Quemados de Alberto Cortés. Y surgieron estas amistades inseparables. Y Ángelo continúa su recorrido con Tránsito, Frankestein y su Frank Einstein, Puchero Melódico… Y, ¿dónde la melodía del suspiro de su alma?

Jorge Villalobos, Pepe Infantes, Ángelo Nestore y Paco Campos en El Pimpi
Jorge Villalobos, Pepe Infantes, Ángelo Nestore y Paco Campos en El Pimpi

Traduce, pues, el libro de María Eloy Cuánto dura cuanto en 2011 (nominado a Mejor Traducción de dicho año, Premios PugliaLibre). Así también con La huella de LorcaL’impronta di Lorca— de Carlos Hernández. Pero la huella de poetas en él es muy rica, variada y destilada. Por ejemplo, Maguelli, Passolini, Beatriz Ros, Vicente Aleixandre, Virginia Woolf, Konstantino Kavafis, muchos más y muchos más. Y sobre todos —lo cual no es fácil— la huella indeleble y auténtica de ser Ángelo Néstore. Domina el italiano, español, inglés, y chino. Sabed que es coordinador y profesor en la Academia de Chino Huayu, un proyecto de enseñanza también titánico; o, análogamente, que desde el otoño de 2012 comenzó a colaborar con la editorial italiana Panini como traductor de novelas gráficas. Sumándose a lo dicho, es licenciado por las Universidades de Málaga y Bolonia y trabajó en su tesis doctoral sobre traducción del cómic y Teoría Queer. Pero ¿y ese lenguaje con que riza nuestros latidos, según la voluntad de su voz?

Sobre dicha poesía —nos dice— «[la] llevo dentro. No es mi salvación sino mi cotidianidad. La poesía duerme conmigo, se enfada conmigo, hace el amor conmigo, se pelea conmigo. La encuentro en la fisura, en las grietas, no solo en el verso. Poesía es una foto de Instagram, una pausa, una viñeta de un cómic, un videoclip, una actriz mirándote a los ojos», y aclara,  «se ha adaptado a nuestros tiempos. Solo hay que buscarla…».

Y la encontramos en poemas visuales como «Orientación interior» (primer premio del Certamen de Creación Artística No pierdas el Sur, Fundación Cruzcampo); o en el accésit en el Certamen Tweets Desencaja organizado por el Instituto Andaluz de la Juventud; o en la Mención de Honor del último Premio Cero de Poesía Joven de las tertulias «Los Lunes de El Pimpi» dirigidas por José Infante Martos, por su poema «Macho ibérico».

Indagar en Ángelo y su poesía ha sido indagar en la amistad que nos une y el aprecio de dicha amistad. Ha participado en La Nueva Poesía Malagueña «12 del 14» porque es poeta de todo, en todo; en cómo hacer extraordinario lo cotidiano, donde —por ejemplo— su poema «Un dolor exacto» forma parte de la antología de Cosmoanónimos. O entonces —sí, ya entonces—, ahora, con su extraordinario poemario Adán o nada lo encontramos hecho poesía todo, y nos basta. Lo hemos encontrado aunque no hayamos buscado su poesía, porque ahora lo vivimos; vivimos a Ángelo Néstore y el titánico rizo de su palabra. Dinos, por favor, Ángelo, amigo mío, ¿cómo es esa palabra?

@jorgevillalobos