Sexo, drogas y rock ‘n roll es un lema fetiche en la música contemporánea desde hace 50 años. Sin embargo, no existe mejor carta de presentación para esta banda antequerana cuya bebida es el vodka y que viene a tocar rock ‘n roll directamente en tu cara. Con unas letras macarras y unos ritmos frenéticos, G-Röck lleva desde 2009 partiendo cuellos en los escenarios de Andalucía. Empezaron a tronar por Antequera y, desde entonces, se han ido propagando por el resto de nuestra región. Entre tanto, han podido publicar dos discos: Hijos del diablo (2013) y Zippo y gasolina (2015). Los artífices de tan embriagador sonido son Antonio Muriel (1996) en el bajo, Pablo Terol (1996) en la guitarra solista, Adri Mayorga (1996) en la rítmica, Javi Rubio (1995) en la batería y Rafa Muriana (1995) en el micro.
Hoy me reúno con sus dos caras más visibles: por una parte, el infatigable y carismático Javi Rubio, y, por otra, Rafa Muriana, siempre con más dotes de showman que de cantante. Nos sentamos en una terraza bajo la encapotada tarde malagueña entre botellines y cigarros deseando que los primeros embates otoñales no nos hagan desplazarnos. En cierto modo, el cielo no hace más que presagiar la que espero que sea una entrevista eléctrica y chispeante.
En primer lugar, os voy a pedir que me digáis qué os motivó a empezar y qué os motiva a seguir.
Rafa: Las ganas de juntarnos y divertirnos.
Javi: La idea de coger tu puto instrumento, no saber tocar una mierda e irte a hacer ruido con tus colegas. Eso y pelearte con los vecinos.
R: De hecho, no hicimos el grupo con el propósito de llegar a ningún sitio. Sinceramente lo hicimos porque veíamos que nos divertíamos con ello. En realidad, no creo que sigamos en esto porque sea algo de lo que no podamos salir, sino porque nos seguimos divirtiendo.
Una pregunta obligada es el origen del nombre de la banda ¿Por qué G-Röck?
R: G-Röck viene de que con nuestro rock ‘n roll encontramos tu punto G.
J: Pa toas las perras [risas].
¿Cuáles fueron las influencias que moldearon G-Röck? ¿Visteis a algún músico que os hiciera desear dedicaros a esto?
J: Especialmente la actitud de los grupos cañeros de los 80 como Motörhead, Mötley Crüe y de todos los grupos que maman de esa línea como nosotros.
R: Realmente, no estamos tratando de hacer una música que se parezca a la de nadie. Yo creo que G-Röck trata de crear un estilo nuevo dentro de sus márgenes. Si quieres conseguir algo en la música, tienes que meterte por una línea por la que nadie haya entrado. Pero si tuviera que decir un músico que me gustara ser en el escenario, te diría el cantante de los Mötley, un tío guapote y que la lía de puta madre. No sé cómo será abajo, donde hay que ser un tío humilde, pero a la hora de subirte a un escenario, tienes que jugar tu papel, como si estuvieras actuando en un teatro.
Una curiosidad sobre vuestra banda es que empezasteis ensayando en un garaje y luego durante un año en unos salones parroquiales. ¿Cómo recibió la Iglesia unas letras tan irreverentes?
J: Los crucifijos se daban la vuelta solos [risas]. En realidad, fue de puta madre. Nos apoyaron desde el primer momento. De hecho, nuestro primer concierto fue en la iglesia de San Miguel, en Antequera, junto a Misterland, Zenko Crew y Hammer Battalion. En ningún momento nos han juzgado.
R: La Iglesia está muy pervertida por la parte alta de la jerarquía eclesiástica, como en todos lados, pero en la parte de abajo, yo nunca he notado un rechazo como para pedirnos que cambiásemos las letras. Nos ayudaron y ahorramos mucho dinero. Te están ayudando y no les importa. Creo que la Iglesia está muy mal vista desde fuera. Pero nosotros hemos estado dentro desde siempre y han sido de los mejores años que he pasado en mi vida. Todos hemos nacido de allí y la mayoría de quienes han salido de allí son gente que está todo el día fumando y liándola -y otros no-; se trata de un tipo de ayuda más orientada a la persona.
Vodka, marihuana, mujeres. ¿Y qué opinan vuestros familiares de la música que hacéis?
R: Al principio, eran un poco más reacios. Nos echaban el puteo como encendiésemos aunque fuese solo una cachimba en el escenario. Pero poco a poco creo que cada niño tiene que buscar su mundo propio. Algo que he tenido claro siempre es que mis letras las voy a hacer con lo que siento y no voy a parar de hacerlas porque alguien me lo diga. En el tema de la música sí que nos han apoyado. De hecho, sin los padres, no estaríamos aquí. Nos han llevado a conciertos a todos lados, han invertido pasta en nosotros. Igual que el padre que invierte para que sus hijos estudien una carrera, ellos han invertido para que nos formemos musicalmente. Mis padres prefieren que esté estudiando, pero me encanta cuando estoy tocando y veo que están orgullosos de su hijo porque está haciendo lo que le gusta y se está enfrentando al mundo.
J: Les debemos muchísimo a nuestros padres. Nos han apoyado en todo momento, sin juzgarnos por las canciones. Creo que creen que es de cachondeo [risas].
Hablemos un momento de Hijos del diablo, vuestro primer álbum. ¿En qué condiciones se desarrolla y qué opinión os merece en retrospectiva?
J: A ese disco le tenemos mucho cariño. No está a menos nivel que otra cosa que hayamos hecho. Fue lo que necesitábamos en aquel momento. Salimos a buscar un estudio asequible para nosotros, hicimos canciones guapas y las grabamos en Fuengirola. Para la portada nos ayudó Francisco Domínguez. Fue muy bonito al tratarse de un primer contacto con el desarrollo industrial de un disco. El videoclip tuvo muy buena acogida. En los conciertos se siguen tocando esas canciones y muchas veces la gente se las sabe.
R: Uno tiene que ir avanzando poco a poco. Este último disco, por supuesto, está más currado que el anterior, pero no tiene por qué desbancarlo. De hecho, es al que más cariño le tenemos. Tenemos la canción de Hijos del diablo, que podríamos decir que es nuestra canción mítica.
El videoclip de Hijos del diablo, que lleva el mismo nombre, lo grabasteis en el pub antequerano Le Bistrot. Así como pubs como el CBGB de Nueva York impulsaron la carrera de grupos como los Ramones, ¿Qué representa -salvando las distancias- este pub para el desarrollo de G-Röck?
J: La actitud que tenemos. Nosotros allí estamos agustísimo.
R: Es que nos hemos criado allí. Todos los grupos tienen un bar donde se han tirado al suelo, se han levantado, y el Lebis es el nuestro. Por muchos bares a los que vayas, vas al Lebis y te sientes en casa.
J: Es más mi casa que donde duerme mi madre.
Has pasado más noches allí que en tu casa [risas].
J: Cada vez que nos juntamos allí es una locura. Y el concierto que dimos allí fue de los más bonitos que recordamos.
R: Estaba lleno, pero además lleno de tu gente, la que te ha visto cuando empezaste en San Miguel y que llega ahora y te felicita. Puede que haya gente que no conoces que te felicite, pero no saben de dónde vienes, pero esta gente te ha seguido desde siempre. Esas cosas te ayudan a seguir.
Para toda una generación de antequeranos, el Lebis va a ser como La Mandrágora de Madrid en los 70; es El Local, con mayúsculas.
J: De hecho, ya es una leyenda.
R: El Bar Manolo se ha quedado en Antequera como el referente para la juventud de aquellos tiempos y el Lebis para nuestra generación. Está claro que cuando cierre, como hizo el Bar Manolo, se liará una demasiado potente.
J: Cada noche allí es una puta fiesta.
Si las paredes del Lebis hablaran…
R: ¡No, no! ¡Que no hablen! [Risas]
J: ¡Si los baños hablaran!
Hablemos ahora de vuestro segundo álbum, Zippo y gasolina. Lo habéis grabado en Fusible Estudio, en Almería, y salió a la venta el pasado 19 de agosto. Se trata de un trabajo autoeditado. ¿Nos podéis hablar del proceso y de los cambios que habéis notado respecto a Hijos del diablo?
J: A nivel de producción, está mucho mejor trabajado. Hemos contado con un ingeniero de sonido muy bueno, Raúl Parras, con un diseñador de lujo, Juan Arenas, y para el videoclip con JMV Producciones.
R: Si tuviera que ponerle un nombre al disco sería «la recompensa». Hemos trabajado mucho y creo que ha quedado totalmente reflejado.
También es un disco que habéis sufragado con el dinero que ganabais en los conciertos, que lo metíais en un bote.
Javi: Ni crowdfunding ni pollas. [Risas]
En la canción principal, que es la que le da nombre al álbum, ponéis sobre el tapete -de una forma muy irónica y exagerada- esa situación en la que te gusta una chica fea de la que te avergüenzas delante de los colegas. Para el vídeoclip habéis contado con la peculiar Alba Chica Latina. ¿Cómo surgió esta colaboración con ella?
R: Yo conocí a Alba Chica Latina grabando un videoclip del Niño Snake, el rapero malagueño. Es una tía fea, pero es de estas personas que tiene la belleza en el interior. Es un cielo de mujer. Ellos te lo pueden decir. Cuando estoy con ella, estoy todo el rato dándole besos y abrazos y la gente se queda sorprendida.
El tema del videoclip ha dado mucho que hablar. Hay un sector que piensa que estamos mancillando a las mujeres. Creo que ese es el problema que tenemos en el siglo XXI, que cualquier broma está mal vista. ¿Cómo iba yo a querer desprestigiar a Alba? De hecho, la quiero mucho porque es una grande. Ha sabido coger su fealdad y vivir de ello. Hemos tratado de trasmitir en el videoclip precisamente eso que tú describías.
J: A todo el mundo nos ha gustado alguna vez una persona poco agraciada.
R: Es esa química que surge fuera de la idea preconcebida de belleza. Simplemente te quieres follar a esa persona. Mucha gente critica que la matamos en el videoclip, pero si se pararan a ver el vídeo completo, verían que al principio estoy con ella, después me tira al mar, luego le pego yo un bazucazo, se levanta de zombie… Es algo que hicimos para reírnos.
De hecho, se nota que ha sido un vídeo polémico porque ha llegado a las 6000 visitas en Youtube y tiene «70 me gustas» y 20 «no me gustas». Ahí es donde se demuestra que no ha dejado indiferente a nadie y dónde reside su valor.
R: Cuando estaba en bachillerato, tenía un profesor que decía «lo mejor es que hablen de ti; bien o mal, pero que hablen». Unos pueden criticar el vídeo y decir que no les ha gustado, pero puede que los demás piensen que está de puta madre.
J: Lo que mola es que es original. No hemos hecho el típico videoclip tocando en una casa en ruinas. Queríamos decir algo y lo hemos conseguido.
Una de las canciones que más está gustando del disco es Motel 53. De hecho, Javi me confesaba antes que era su favorita ¿Qué historia se esconde detrás de ella?
R: Cuando una canción se compone es porque me trasmite algo. El riff que tenía esta canción me incitaba a irnos de putas. Somos niños y por eso lo enfocamos desde el punto de vista masculino. Pero igual podrían ir ellas a buscarse un puto. La canción empieza hablando de que estás en el oeste, rollo California, con tu moto y te encuentras en un bar a un viejo que te cuenta la historia de una muchacha que necesitaba la pasta, que follaba muy bien y se mete a trabajar en un puticlub. Por otro lado, hay un tío que empieza a escuchar a una serpiente, que todos sabemos a qué me refiero con lo de serpiente, llega allí, se la folla y se enamora de ella. Por último, habla de que por esa codicia del ser humano se acaba destrozando todo y la destrozan a ella. Lo que quiero reflejar es que en una relación, aunque puedas quererla mucho, hay una parte animal que quiere desarrollarse.
Hablemos ahora de tu canción favorita, Rafa.
R: Sin duda, la de Fuma marihuana por dos grandes motivos. Desde un punto de vista más técnico, creo que hemos mezclado un poco el heavy duro de riffs pesados que tenían grupos como Pantera con el rap, porque no es una canción que toque armónicamente. La canto mucho más rapeada.
Desde el punto de vista filosófico, puedo decir que he estado fumando porros hasta con profesores de mi universidad, que son ingenieros de puta madre. La gente critica la marihuana -y aquí podemos hablar de cualquier droga-. Es verdad que hemos vivido épocas como el tema de la heroína en los 80 y 90. Es cierto que hay drogas que te hacen completamente dependiente, pero como cualquier cosa, como el alcohol, que está permitido, como la música…todo es una droga. Pero si tú la tomas y la controlas, puedes trabajar perfectamente. Casi todo el mundo la ha probado, al menos. Te puede gustar o no, pero no puedes decirle a alguien «tú no vales porque fumas». De hecho, la élite intelectual de España, que se supone que está dentro de las universidades, fuma porros. Es una forma de evadirte. Tú puedes estar trabajando seriamente en un tema, pero hay un momento en el que necesitas salir de tanta humanidad para volver al rollo animal del que hablábamos antes. Y eso es lo que consigue esa droga. De hecho, a mí no me da vergüenza admitir que me encanta irme a un festival, escuchar drum & bass, reggae o rock y tomarme lo que sea, porque lo que quiero es evadirme. Luego llego a mi casa y no estoy pensando en nada de eso. Estoy pensando en trabajar. Y me gusta llegar a casa y fumarme mi porro para dormir. Es mi puta recompensa.
Este tema es muy directo; el estribillo es tan directo que no hay que buscarle nada más: «fuma marihuana».
Javi: Y si hay concierto, ¡rúlatelo! [Risas]
¿Por qué no hay que enamorarse nunca de una pornostar?
J: Porque te follan muy bien y después te dejan tirado. [Risas]
R: Esa historia viene motivada por la primera novia que tuve. Fue el típico amor que tienes de peque. «Pornostar», en realidad, es una palabra más musical. Decir «el amor de tu vida» no le pega a un grupo de hard rock. Lo que quiero reflejar es que tu cabeza no puede salir de ti y transformarse en la de la otra persona porque te puedes volver loco y puedes perderte, que fue realmente lo que me ocurrió a mí; no tengo miedo de admitirlo. Me perdí en esa tía y estuve casi un año dándole vueltas a la cabeza. Realmente no merece la pena. Son momentos que hay que disfrutar y quedarse con lo bueno. De ahí viene lo de que no te enamores de una pornostar.
¿Dónde puede conseguir Zippo y Gasolina la gente a la que le esté gustando esta entrevista?
J: Lo pueden comprar digitalmente en todas las plataformas comerciales de internet, Itunes, Spotify, o lo pueden escuchar gratuitamente. Físicamente, solo tienen que escribirnos a Facebook o al correo. Lo podemos enviar a cualquier parte del mundo. En Antequera, está disponible en Discos Sónar y en el pub Le Bistrot.
Recientemente han aparecido críticas a vuestro álbum en revistas como la Heavyrock. ¿Qué suelen decir de vosotros?
J: Cuando la gente nos escucha, sobre todo la que no nos conoce, la primera impresión que tienen es la de « ¿qué coño está haciendo esta gente?». Esto suena súper rápido y súper macarra y una de las cosas que más me gustan es que cuando nos oyen, nos dicen «sonáis como un puñetazo en la cara». Ese es el efecto que buscamos. Lo que buscamos es reventarte la cabeza en los conciertos, en el disco y en todos lados.
R: Buscamos que tu mente salga de tu cabeza, la dejes aparcada un momento y utilices tu instinto animal porque hace falta evadirse de la sociedad en la que vivimos, que nos limita tanto por vivir tan humanizados y alejados del mundo animal, que es lo que realmente sentimos.
Desde el principio habéis tenido muy claro que los directos son lo más importante, hasta tal punto de que convertís vuestras actuaciones en auténticos espectáculos. ¿Estáis de acuerdo en que los conciertos van a ser el gran medio que van a tener los músicos para vivir de esto en el futuro?
R: Cuando el grupo estaba empezando, hicimos una entrevista con el Chico y el Momo en Laboratorio de Sonidos, el programa de radio que dirige Chipi. Aquel día se decía que el futuro de la música estaba en el directo. Entonces era muy pequeño y no lo entendí. Ahora creo que la música para disfrutar está en las orquestas. Cuando vienes aquí, la música sigue siendo lo básico, pero imagínate que vas a un festival donde toca un grupo muy bueno y estás todo el rato de brazos cruzados. Yo quiero que la gente vaya a nuestros conciertos pensando «sigue, hijo de puta, que mañana vengo otra vez a liarla contigo». Quiero que la gente venga a nuestros conciertos sin problemas en la cabeza, quiero que vengan a disfrutar. Por eso lo enfocamos todo tanto al espectáculo del directo. Tú vas a un concierto de AC/DC y empiezan a tirar fuegos y te quedas impresionado, y ese recuerdo se te queda para toda la vida.
J: No hacemos nada si la música se queda en el CD. Si no haces conciertos y no conectas con el público, mal vamos.
R: La música es una forma de trasmitir sentimientos y, si no lo consigues, pierdes.
¿Qué anécdotas de vuestros conciertos nos podéis contar para saber a qué atenernos?
R: El mes pasado tocamos en la Velvet y acabé en calzoncillos. Entonces, uno del público me dijo «no tienes huevos de sacarte la polla» y al segundo me la saqué.
Pero lo que la gente se va a encontrar son tíos berreando. Yo siempre bajo del escenario cuando veo a todo el mundo haciendo pogo. Hay una barrera entre el escenario y el público. Yo esa barrera la quito y digo «somos nosotros y estamos disfrutando del rock ‘n roll». Nosotros hacemos la música y vosotros sois quienes nos seguís. Sin vosotros, yo no llego a ningún lado.
Quienes somos de Antequera, y todos los componentes del grupo lo sois, estamos habituados a la frase «Antequera es un hoyo», por una supuesta carencia de oferta cultural en todos los ámbitos. ¿Estáis de acuerdo?
J: Eso es totalmente falso. El hoyo no es Antequera, sino su gente. Al decir eso, se entierra a sí misma. Una ciudad no es más que la gente que mueve las cosas de la ciudad. Si en Antequera lo poco que hay no lo apoyas, evidentemente estás convirtiendo tu ciudad en un hoyo. Poco a poco va cambiando y se trabaja mejor el tema de los espectáculos. Cada vez tiene más producción y se hace más profesional.
R: Es una misión de los grupos que estamos allí. Apoyarnos unos a otros y conseguir una escena local firme.
J: A nosotros nos encanta tocar en Antequera y cada evento que hacemos allí intentamos que sea una fiesta para todo el mundo.
R: El concierto no dura una hora y media, sino la noche entera que nos pegamos. El concierto es el rock ‘n roll y el rock n’ roll es todo el día si vives de ello.
J: Hemos conseguido que la gente que viene a un concierto nuestro aparezca borracha [risas] y después no se va para su casa, sino que se queda para partirse el lomo.
R: Eso es muy importante. Que tu vayas a ver a un grupo y no digas «voy a verlo porque me gusta», sino «voy a verlo porque voy a disfrutar. De hecho, me la pela el grupo. Voy a disfrutar». Hay mucha gente que a lo mejor no te ha visto en su vida, pero te dice que no le gusta el grupo pero que ha disfrutado de la noche. Entonces ya me siento recompensado.
Sois muy conocidos en los pequeños pueblos que rodean Antequera, donde dais conciertos a menudo. ¿Por qué en estos pueblos sí que se observa un mayor ambiente de festivales y conciertos a pesar de tener menos habitantes?
J: Porque la gente de los pueblos le tiene cariño a esos eventos. Forma parte del pueblo. En Antequera hay algunos como el Blues Festival y el Nájera Jazz, a los que la gente les tiene cariño y asiste en cuanto llega la fecha, pero se podrían hacer muchas más cosas. Pero es verdad que en pueblos como Villanueva de la Concepción está el Palmito Rock y en Villanueva del Rosario, el Indio Rock. Antes en Antequera estaba el Módulo Lunar, el Mapa Rock y cosas de antes de que yo naciera.
R: A mí me encantaría que el Mapa Rock volviera. Que se dijera «sobre el 9 de agosto -que es el Día de la Juventud-, hay un concierto en el Mapa». ¿Tú crees que aquello no funcionaría? Por ejemplo, cuando se hizo aquel concierto con O’fun’killo, se puede decir que no funcionó porque no fue toda la gente que queríamos, pero es normal; era el primer año. Al segundo o tercer año pasaría como con el Camorock. En tal fecha de junio se celebra el Camorock en Alameda y ya por esas fechas está todo el mundo hablándolo.
J: Ha habido eventos bastante buenos, como el Mollete Rock, donde colaboramos y tuvimos el Cine Torcal lleno y la gente disfrutaba o como cuando tocó O´funk´illo y estaba todo dios dando botes en la plaza de toros. Hay eventos que funcionan muy bien y otros no tanto, pero hay que seguir reinventando y encontrar la fórmula para que Antequera tenga una cultura musical estable independientemente del partido que esté gobernando.
Actualmente, buena parte del grupo vivís en Málaga y estáis dando bastantes conciertos. Hace unos meses, Jesús de la Torre nos contó en una entrevista que Málaga le parecía una ciudad donde era más difícil empezar como artista. ¿Estáis de acuerdo?
J: Nada es fácil. Tú te curras lo tuyo y luego entrarás o no entrarás.
¿Pero encontráis muchas trabas a pesar de currároslo?
R: Depende del tipo de música. En Granada, se lleva mucho el rollo de cantautor y en Málaga está pegando ahora más el reggae por el tema del sol y la playa. Si te vas a Barcelona o Bilbao, será el rock ‘n roll. Nosotros tenemos la suerte de haber nacido en un sitio donde no se potencia tanto el rock y ha sido más duro, pero no tengo duda de que nos vamos a ir a Barcelona y lo que hayamos aprendido aquí va a ser allí mucho más fácil. Aquí la escena es un poco difícil a nivel de rock n’ roll porque la gente va por otro rollo.
Decidles al público que quiera veros dónde vais a estar dando conciertos próximamente.
R: El día 28 de noviembre participamos en un festival en Fuengirola. Ahora estamos descansando después de un verano duro. De hecho, creo que el verano, a la hora de los festivales, es la época en que puedes ver si has hecho un buen año. Por ejemplo, el año pasado apenas hicimos nada en verano, mientras que este año no hemos parado. En invierno siempre es más difícil. Tienes que tocar dentro de los bares…
J: Cada año damos más conciertos, lo cual es una buena señal. Este año llevamos unos 25, el pasado 17, el anterior 14, etc. Podéis seguirnos en Facebook y en el apartado «Fechas», podéis ver los próximos conciertos.
Por último, ¿qué proyectos futuros tenéis en mente?
J: Ahora mismo estamos ideando un nuevo videoclip. Seguimos con la producción de Zippo y gasolina.
R: De hecho, tenemos la suerte de que llega un punto en que no podemos ensayar porque estamos tocando y el propio ensayo se convierte en un concierto. Eso es lo mejor que le puede ocurrir a un grupo.
J: De cara al 2016, nuestro objetivo es no parar de tocar.
*Todas las imágenes son cortesía de Alba Merchán.