Blair Witch. Un calco descarado, cutre y tardío de la primera entrega

«Blair Witch» fue la tercera y horrenda entrega de la saga que empezó con aquella revolucionaria en su día (en método de producción y de comercialización por lo menos) «The Blair Witch Project». 

La película ignora la secuela del año 2000 de la mencionada saga, «El libro de las sombras», que era también despreciable, para intentar salvar los platos rotos (lo cual no consigue). Es más, es que por llegar ni llega a proponer algo. 

La soberbia de la impiedad: hibris, mito y castigo en Aracne

«Minerva verandert Arachne in een spin», Antonio Tempesta, 1606. Museo Nacional de Amsterdam.

Aracne y su condena es uno de los desenlaces míticos más explotados desde el sesgo judeocristiano, especialmente a través del arte, pese a ser en origen un mito de segundo orden, enfático y relevante quizá por la visión atípica de Atenea como diosa de las “artes manuales”, y por la muestra en él de un comportamiento impío, acción reiterativa de numerosos mortales y héroes, quienes trasgredían los límites naturales entre dioses y seres humanos siendo siempre por ello castigados (ejemplos ya tratados de ello sería Licaón y el titán Prometeo). De cualquier modo, este es uno de los mitos clásicos que mayor trascendencia consiguió a posteriori, mereciendo un espacio individual para su disertación y análisis.

Griacomo Franco 1584. Xilografía. Aracne y Minerva. Metamorfosis
«Aracne y Minerva», Giacomo Franco, 1584, Ilustración para edición de la Metamorfosis de Ovidio

Aracne al telaio. Anonimo florentino. 1370-1380. Biblioteca nacional, Florencia. ilustración para libro metamorfosis de ovidio
«Aracne al telaio», Anónimo florentino, 1370-1380. Ilustración para edición de la Metamorfosis de Ovidio. Biblioteca Nacional (Florencia)

Xilografía. Aracne y Minerva. 1585, París. Metamorfosis
«Aracne y Minerva», Desconocido, 1585. Ilustración para edición de la Metamorfosis de Ovidio, París (Francia)

Esta historia dio lugar desde la Edad Media a una rica iconografía que nutrió el imaginario occidental cristiano de representaciones de dicha condena con menor o mayor crudeza, imágenes que se han ido acrecentando a lo largo de los siglos ligándose a distintos movimientos e, incluso, episodios históricos, como el feminismo y la industrialización. Sin embargo, este pasaje tan evocado, incluso aún instrumentalizado en nuestro tiempo, tiene un origen más tardío de lo que podemos llegar a pensar, siendo su primera mención en las Metamorfosis de Ovidio (año 8 de la Era Común) obra que inspiraría a otros autores como Virgilio (Geórgicas, 29 E.C) y Dante Alighieri (Divina Comedia, 1304-1321 E.C), así como artistas, como Tintoretto (Pallade e Aracne, 1579 E.C)  o Velázquez (Las hilanderas o la fábula de Aracne, 1655-1660).

Atenea y Aracne, c.1475- 85, Jacopo Tintoretto
«Atenea y Aracne», Jacopo Tintoretto, 1475-1485, Galería Uffizi, Florencia (Italia)

Tanto Ovidio como otros autores como Plinio, concuerdan en que Aracne era hija de Idmón de Colofón, un tintorero famoso en Tiro que, al igual que su esposa, destacó en el hilado y coloración de telas, especialmente con púrpura. Aracne desarrollaría una gran maestría en el taller familiar, logrando gran reconocimiento en Hipepa (Lidia), donde asentaría su taller. Se narra que realizaba con tal brillantez sus labores, que las ninfas acudían a ver cómo las elaboraba, contemplando no solo la obra finalizada, sino también el laborioso proceso al que Aracne imbuía belleza.

1656 Hilanderas o Fábula de Aracne. Diego de Velázquez
«Hilanderas o Fábula de Aracne», Diego de Velázquez, 1656, Museo del Prado, Madrid (España)

Fruto de esta admiración, a modo de halago, las ninfas comentarían que su don debió habérselo otorgado Atenea, lo que la joven negaría con ímpetu, remarcando ante el horror de sus espectadoras, que su labor se debía únicamente a sí misma. Haciéndose eco de la petulancia de sus palabras, la diosa se le aparecería oculta bajo la cara de una anciana, aconsejándole a la hilandera desde su posición de madurez, que se conformara con ser la mejor entre las mortales, no midiéndose e insultando con ello a los dioses, debiendo disculparse por su atrevimiento. Desoyendo a la anciana, Aracne se reafirmaría, retando a la diosa a que si tan brillante era, se midiera con ella en una competición.

Atenea se despojaría de su disfraz y, ante la avergonzada pero tozuda joven que había rechazado redimirse, aceptaría el reto.

Ambas entretejerían en sendos mantos la trama y la urdimbre con colores vivaces y brillantes durante largo tiempo, algunos afirman que días, hasta que finalmente presentaron sus obras. La diosa mostró una escena central olímpica, en la que se apreciaría su lucha y final victoria por el patronazgo de Atenas ante Poseidón, estando rematadas las esquinas con cuatro episodios donde mortales vanidosos habían sido castigados por su osadía. Esta era una obra bellísima, inmaculada, que mostraba una gran perfección acorde a su estatus. Sin embargo, así también sería la de Aracne, quien realizó su obra retratando con gran maestría y atrevimiento los vicios de los dioses, reflejándose entre otros pasajes, las diversas transformaciones de Zeus para yacer con mortales. Algunas fuentes narran que su perfección fue tal que disgustaría a la diosa, confirmando la percepción de Heródoto, que en sus Historias, VIII, afirmó que: «la divinidad tiende a abatir todo lo que descuella en demasía». Sin embargo, la mayoría de las referencias remarcan que el tema escogido era tan sacrílego, que Atenea destruiría la obra y azotaría con el uso a Aracne, quien huiría y, comprendiendo por primera vez su error, se ahorcaría.

Como castigo a su comportamiento, Atenea rociaría a la joven con jugo de acónito, convirtiendo la soga en una telaraña y a Aracne en araña, para que ella y sus descendientes tejiesen durante toda la eternidad.

1861. Gustave Duré. Aracne
«Aracne», Gustave Duré, 1861. Ilustración para edición de la Divina Comedia de Dante Alighieri

Candice Raquel Lee. Aracne. 2005
«Aracne», Candice Raquel Lee, 2005

 

 

 

 

 

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«La pequeña Aracne», Gabriel Grun, 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A modo de conclusión, cabe señalar que a pesar de las distintas atribuciones y denominaciones por su semejanza temática, que no por reconocimiento de los atributos y el episodio narrado, la representación más antigua de este mito está datada en el año 98 E.C, hallándose en el Foro de Nerva o Transitorio. Durante el medievo y los primeros años de modernidad, el mito sería retratado arquetípicamente en el momento previo a la violencia, bien la competición o el desenlace de esta, ejemplo de ello serían las obras de Jacopo Tintoretto (1475-1480), Peter Paul Rubens (1636) y Diego de Velázquez (1656). Mientras en los últimos siglos, las representaciones se han vuelto más atrevidas, representando la transformación, una Aracne abandonando su condición humana, un episodio de gran crudeza retratado por artistas como Gustav Duré (1861), Candice Raquel Lee (2005) y  Gabriel Grun (2007).

Bibliografía y Webgrafía empleada

¿Quién es Lyman, el otro compañero humano de Garfield?

En las series, en los cómics, en la literatura, a veces, hay personajes que desaparecen sin ningún motivo claro. Simplemente, un día, ya no están. No suelen ser movimientos estratégicos (algunos están condicionados por la poca popularidad del personaje de marras) especialmente queridos por los fans, ya que, ciertamente, quitan seriedad a la trama y, al final, a veces, acaban incluso perjudicando a la historia central. Ha pasado con los queridos Launch y C-16 en Dragon Ball (los amantes de la serie siempre los echaron mucho menos), con la olvidadísima Carlota Braun en Peanuts (de ésta pocos se acuerdan en cambio) o con Lyman en Garfield, del que hoy hablamos.

El gato más vago y desencantado del mundo comenzó sus andaduras en las viñetas el 19 de junio de 1978 y, desde entonces, no hemos dejado de verlo en periódicos, recopilatorios, películas, merchandising de todo tipo. Su serie es una de las más longevas de la historia del cómic, y no tiene visos de terminar, ni de lejos. Personajes tan carismáticos como su dueño Jon o el perro Odie son reconocibles junto a él en todas partes. Pero, ¿quién diablos es Lyman? Y… ¿Por qué nadie se acuerda de él?

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Lyman, una suerte de Jon pero moreno y con bigote, era su mejor amigo y el dueño original de Odie. Vivía en casa de Garfield como compañero de piso y desapareció en 1983 de las tiras para reaparecer brevemente en una de 1988 que celebraba los diez años de la historia. Y fin. Aquí le perdemos la pista, aunque ha sido visto en algún que otro videojuego o producto de la franquicia, también con brevedad.

Jim Davis, el creador del gato y su mundo, explicó que Lyman tenía inicialmente un papel de “conversador” humano con Jon, y que dicho rol fue adoptado poco a poco por el propio Garfield, por lo cual el personaje de este señor bigotudo dejó de tener sentido y fue sacado de la trama de una forma bastante chapucera, todo sea dicho. El mismo Davis, preguntado varias veces por su destino final, hizo bromas sobre él diciendo que se había unido al Cuerpo de la Paz o instando a los lectores a que “no mirasen en el sótano de Jon”.

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Cachondeos aparte, Lyman volvió a la franquicia en un especial de 2012 de la serie animada de televisión Garfield Show, en el capítulo “Long Lost Lyman”, en el que se revelaba que se había convertido en un fotógrafo experto en vida salvaje y que se había marchado a vivir aventuras a Australia. Un pequeño homenaje, tal vez insuficiente pero homenaje por lo menos, a un personaje entrañable que podría haber dado mucho más juego del que dio y que se ha quedado como una nostálgica curiosidad para los fans del cómic.

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

El descafeinado «Frankenstein» de Junji Ito

En los últimos años, y por méritos propios, el japonés Junji Ito se ha hecho con un podio básico en el cómic de terror moderno. Y no es para menos: no solamente sus historias son terriblemente perturbadoras, sino que su dibujo es una auténtica delicia, su recreación ambiental es soberbia y sus diseños de monstruos y seres extraños de toda clase ponen los pelos de punta. Sólo hay que catar obras como la espléndida Uzumaki o la escalofriante Gyo, amén de sus historias cortas, para comprobarlo.

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Hoy, sin embargo, voy a hablar de una de sus publicaciones menos conocidas, tal vez, pero más interesantes a la par que fallidas: la adaptación de Frankenstein de Mary Shelley. Con respecto al mítico monstruo ocurre algo parecido a lo que ocurre con el Drácula de Bram Stoker: sus adaptaciones, la mayoría de ellas, y son muchas para muchos medios, no siguen casi ninguna la historia de las novelas con fidelidad. Es algo de lo que los fans del terror siempre se han quejado. Junji Ito se plantea con su versión del resucitado una adaptación totalmente fiel. Cien por cien. ¿Es éste el Frankenstein que estábamos esperando? Pues desgraciadamente, no.

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El autor japonés, a pesar de tener algunos guiones algo deficientes (creo que funciona mucho mejor en la historia corta y como creador de monstruos y conceptos retorcidos y originales), es un genial retratista de ambientes enrarecidos, de atmósferas demenciales, de historias brutales y de imaginativas pesadillas que nos persiguen cuando nos vamos a la cama. Aquí, falla precisamente al coger letra por letra a la creación de Shelley. Nos hemos pasado décadas esperando un Frankenstein fiel y resulta que, cuando llega, es bastante lineal y deshumanizado. Porque Ito no tiene margen para experimentar, ni para darle su visión personal al mito. Se limita a calcar, y punto. Y aunque su dibujo es impecable, como siempre, el cuerpo carece de interés para cualquiera que quiera algo más que una fotocopia de un libro en viñetas.

Debate abierto: ¿Cómo deben ser las adaptaciones? ¿Cómo trasplantar algo, nunca mejor dicho en este caso, de un medio a otro manteniendo a la vez la esencia o aportando algo nuevo? ¿Cuál es la adaptación perfecta? ¿Sacrificamos el origen de los mitos para gustar a todos o para sorprender a toda costa? ¿O nos quedamos en la orilla segura sin arriesgar nada cuando trabajamos con la obra de otro autor?

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Junji Ito, el que posiblemente sea uno de los autores de comics más originales que ha dado su país en los últimos años, fracasa cuando se encorseta en un intento loable y respetuoso pero que finalmente queda totalmente maldito y empantanado en lo formal. Siendo digno y correcto, éste Frankenstein es también decepcionante y descafeinado.

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José Torres Criado.

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

The Punisher Max: Garth Ennis revoluciona al castigador

Es un tópico extendido y muy injusto el que reza que Garth Ennis es solamente un autor de comedia. Es cierto que sus obras más conocidas, como por ejemplo Predicador o The Boys, pertenecen a este estrato (aunque, como toda buena comedia, son realmente más serias que muchos dramas). Pero es bien cierto también que otras permanecen, injustamente, en un segundo plano. Una de ellas es The Puniser MAX, en la que el autor irlandés coge a Frank Castle y le mete el turbo más turbio y brutal nunca imaginado, sin concesiones de ninguna clase.

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Ennis ya había escrito The Punisher entre 2002 y 2004 y ya le había dado a esta etapa del Castigador su toque personal: mucho humor negro y mucho comentario desprejuiciado y “bestia”. Sin embargo, en 2003, y hasta 2008, fue cuando desarrolló la serie que comentamos. El sello MAX de Marvel, dedicado a obras totalmente adultas en las que los autores se pueden desquitar con violencia, sexo y hasta con palabrotas, es todo un acierto dentro de la línea de la compañía: permite explorar facetas o versiones de muchos de sus personajes estrella que, en las líneas regulares, están obligados a encajar en un encorsetamiento a veces verdaderamente aburrido y estancado. The Punisher MAX está totalmente fuera de la continuidad y sitúa a Frank Castle en el mundo real: no hay superhéroes, no hay superpoderes, no hay amenazas a nivel mundial y sólo existe una cara famosa de los cómics de siempre que, aquí, y como excepción, viene como anillo al dedo: Nick Furia.

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Imagínense eso mismo: Punisher y Furia en nuestros días. El segundo coordinando, a veces presente, a veces ausente. El primero… Ya se imaginan haciendo qué. Castle comienza su andadura en la Guerra de Vietnam y llega hasta nuestros años mientras envejece (sí, envejece a lo largo de la serie, otro acierto total) y resuelve mil entuertos con sus métodos de siempre, pero ahora dibujados con carta libre total.

Garth Ennis no hace en esta ocasión coñas, ni chistes aberrantes, ni mete chascarrillos. Aparca el humor y se centra en el drama, y en un drama duro, crudo, de los que marcan. Ultraviolencia, sexo desbocado, personajes al límite, códigos del género negro más duro y sucio y, lo que es más importante, un maravilloso y agudísimo trasfondo político.

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Porque The Punisher MAX de Garth Ennis es pura crítica social y geopolítica: hace un repaso a toda la actualidad de este campo de las últimas décadas para mirar con una lupa desencantada y mordaz a los gobernantes, a los militares, a los mafiosos, a los corruptos. Es cínico y terrible, y se mea en el patriotismo norteamericano y hasta en el irlandés para dejar claro que en las guerras, en los chanchullos de las altas esferas, en las crisis, siempre pierde el mismo: el pueblo.

Repasamos la Guerra de Vietnam, los coletazos fatales de la caída de la Unión Soviética y de los últimos años de la Guerra Fría, las Guerras de Irak y de Afganistán, el terrorismo yihadista, la mafia, la trata de blancas, la corrupción, la podredumbre de los estamentos militares y la falsedad de la lucha armada en todo el triste asunto de Irlanda del Norte (que es su tierra natal). Y no deja títere con cabeza.

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Mención especial merecen los secundarios de la saga, tanto los amigos como los enemigos: mujeres fuertes con gran sentido de la justicia o agentes de la ley que se mantienen íntegros contra viento y marea se codean con los peores monstruos del hampa, con los espías más amorales, con los asesinos de élite más monstruosos o con los militares más deshumanizados. Una galería de caracteres inolvidable que nos dejó, además, a uno de los peores enemigos que tuvo nunca el Castigador: su “némesis” Barracuda, un hombre casi invencible como él que vino a revolucionar la serie en uno de sus mejores clímax.

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El dibujo, por cierto, es siempre una maravilla: oscuro, sórdido, con un entintado constantemente redondo que viene como anillo al dedo a la trama que se narra. Entre todos los dibujantes que han pasado por la etapa, destaco a Goran Parlov, que creo que es quien mejor capta la atmósfera idónea, y que además la capta con un trazo limpio y directo. Sin embargo, todos los que tocaron los lápices en la saga son igualmente magníficos, aunque nombre especialmente a éste.

The Punisher MAX se cerró en 2008 y, tras el paso de Greg Hurwitz, Duane Swierczynski y Víctor Glischer, tres buenos escritores que sin embargo no fueron capaces de mantener la serie en alto, acabó clausurándose del todo hasta que Jason Aaron la tomó para devolverla a la parrilla. Pero de su etapa hablaremos en otro momento. Ésta de Ennis ha sido editada por Panini Comics en la colección Marvel Saga, en un formato precioso, de lujo, con introducciones imprescindibles y galerías muy bellas. Extremadamente recomendable y reivindicativa del Ennis que se suele dejar en el olvido.

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

La ciudad sumergida

El anciano entró en la posada “Pino” del desierto de Nerthilkor; paraje de descanso de las estación espacial Gosplecún, lugar de vacaciones. Vestía una gabardina anticuada, de los tiempos previos a la guerra de los trijutbols , y unas gafas oscuras como la más profunda de las noches. Se apoyó con elegancia en la barra del bar y pidió un café templado con mucho cacao y algo de azúcar para endulzar su sabor. El tabernero lo sirvió presto. Luego, tras observar con curiosidad a su visitante dijo al anciano:
— Caballero, bien parece usted un hombre de largo recorrido. Le propongo un trato que solo expreso a mis más interesantes clientes.
El anciano elevó la cabeza con cierta desgana, con voz apática y desgastada contestó al posadero:
— ¿Qué me propone, buen hombre? Ciertamente he vivido demasiado y ya sólo deseo un lecho en el que descansar en paz. Hago un continuo RMB.
— ¿Un qué?
— Un Ruego a la Muerte Buena.
— Si me cuenta un relato sobre sus viajes, le dejo el café gratis y la casa le invita a una buena horchata.
— Trato hecho, pues he aquí mi historia:
«Viajaba en la expedición del vuelo 98.265 con seres de las ocho galaxias más importantes de los once universos unificados por el tratado de paz de 11.392 DF (Después del predicador Frexinte quien desterró momentáneamente a los dioses del mundo 921.123). Fuertes tormentas golpearon nuestra embarcación y fui desprendido al vacío de SLAWNFOGI, el planeta tormentoso.
Descendí solitario a las profundidades de “Abismo Umbrío”, el acantilado vuelto océano por las continuas lluvias de hace 24 siglos y cuatro años. El imperio sumergido sobre las oscuras dos mil catorce nubes de borrasca que, un trágico día, arruinaron a la civilización antigua de los Jeckasç, antropomorfos reptiles con cabeza de lubina cuya dieta consistía en filtrar la polución que acontecía en su atmósfera.
Sentí el tacto, gélido y húmedo, del agua empapando mi prenda segundos previos a activar su función submarina. Encendí los propulsores de mi indumentaria y descendí por los ignotos mundos de la penumbra más pura. Asustado, conecté la linterna y borrosas sombras de antiguas civilizaciones se mostraron ante mis ojos.
Amplias columnas en mármol tallado yacían fragmentadas sobre las yertas aguas del océano, casas de tonos pálidos, como las frías calaveras de los muertos, se descubrían semi-engullidas por la embarrada arena que las apresaba con la fiereza propia de una boa constrictor. Una luz en lo que parecía ser un templo llamó mi atención. Derribé la puerta y entré en su interior, entonces un haz lumínico cegó mi vista momentáneamente».
El anciano empalideció, un sudor frío recorrió la fina y enjuta espalda que a duras penas sostenía su ropa: roída , desgastada y arcaica. Su palma comenzó a moverse en trémulos espasmos que derramaron la copa que, con soberano esfuerzo, sostenía con los arqueados dedos de su siniestra mano. Se enjugó presto el sudor en una servilleta y continuó el relato.
— Perdón —dijo con cierta debilidad en la voz—, hay momentos que las fuerzas me fallan… estoy hecho un desastre.
El vejestorio sonrió de forma forzada al camarero a modo de disculpa, suspiró y con voz miedosa prosiguió:
«A los cinco minutos recuperé la vista, un dragón se metarmofoseaba en humana mediante una danza, ígnea y hermosa. Llamas verdes, ardientes aún bajo el océano, se agitaban sinuosas sobre su cuerpo vestido en toga, celeste e inmaculada prenda visiblemente seca. Tal era su belleza que causaba pánico de quedar hipnotizado por su silueta. Su cuerpo era delgado y esbelto, como el tallo de la amapola brava que resiste a cualquier tormenta. Una cabellera de tonos castaños, recortada una cuarta previa antes de llegar a los hombros, se agitaba grácil entre las aguas más gélidas que haya podido explorar nunca. Ella miró a su entorno y la catedral respondió en bramido. El agua hirvió burbujeante en estrepitoso crepitar, las rocas se golpearon entre ellas en feroces chasquidos y al octavo golpe, ella miró a mis ojos».
El anciano comenzó a toser sangre, su cuerpo tiritaba del más puro pavor. El posadero le tomó por el hombro y preguntó preocupado por su salud.
—No, estoy bien —dijo intentando simular buena salud exagerando el tono, varonil y grave, de su voz anciana—. Déjame terminar de relatar mi viaje.
El posadero asintió entonces el anciano continuó su relato.
«Ella miró mis ojos y yo vi los suyos. Sus iris eran la locura personificada en humanidad, la eternidad terrestre confinada en sus ojos. Dos perlas marrones y verdes, como la tierra más pura que habita la pradera limpia y la hierba fresca bañada por el rocío de la mañana, me miraron mudos e impasibles. Mis ojos parpadearon estupefactos ante su beldad, sólo imaginable en los sueños febriles de los poetas locos. Ciertamente estaba ante una criatura que jamás habría creído posible. Nos miramos mudos, atentos y quedos en las cálidas aguas que bajo su dominio moran. La aprecié hasta grabarla en mi retina, hasta que el silencio se volvió insoportable; fui a pronunciar palabra pero caí desmayado ante sus pies, suaves y perfectos…»
Lágrimas de sangre corrieron de sus ojos, el vejestorio se limpió tímido con una servilleta y continuó la historia.
— Desperté tres semanas más tarde en la camilla de un hospital, supuestamente me había golpeado la cabeza en el descenso de la expedición y había permanecido en coma todo el rato…
— ¿Entonces todo fue un sueño? —preguntó el posadero intrigado.
El anciano alzó la mirada, sus gafas cayeron dejando ver las profundas y oscuras oquedades que tenía por ojos, cuencas llenas de sombra ausentes de todo glóbulo o pupila.
—No creo, nunca he sentido una imagen tan real como aquella… dios… era tan real que toda visión posterior se me ha presentado sin sustancia, vacía, hueca… sin sentido. Sea la nada, ahora, la senda por la que mi vista camina.

Guillermo del Toro: «el defecto es una virtud mal mirada»

El pasado sábado 14 de abril, en el marco de actividades del Festival de cine de Málaga, a las 16.00 de la tarde en el Palacio de Ferias y Congresos, Guillermo del Toro presentaba su masterclass. Para poder asistir era necesario recoger en la Plaza de la Merced la entrada. En realidad, el único requisito fue esperar bajo la lluvia la larga cola que doblaba la plaza. De haber desistido o pospuesto la recogida, habrías perdido tu entrada pues se agotaron en media hora. Habíamos llegado allí bajo el reclamo de «Guillermo del Toro» y «masterclass». Solo con estas premisas, en el fondo, íbamos ya preparados para recibir una exposición de conocimientos técnicos sobre el cine —que los estudiantes de cualquier rama de audiovisuales hubieran agradecido  mucho— pero que el espectador medio amante del cine —como yo— no hubiera entendido muy bien. Incluso si ese hubiera sido el caso, todos estábamos dispuestos a soportar el tedio a cambio de ver de cerca a un creador de mundos.

Guillermo del Toro ocupaba su asiento ante un público numeroso rodeado a un lado por Juan Antonio Vigar, director del Festival y Antonio Trashorras, guionista que conoce de cerca el trabajo del director mexicano —participó en el guion de El espinazo del diablo— y que recientemente ha publicado una recopilación de entrevistas y vivencias en Del Toro por Del Toro.

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Ante un público tan heterogéneo, se nos advirtió de que no se realizaría una sección de ruegos y preguntas, pero se nos prometió quedar satisfechos después de todas las preguntas que le realizaría Trashorras, y así fue.

Mi intención en las siguientes líneas es la de compartir con vosotros, de la manera más fidedigna y exacta posible, las ideas que el director mexicano expuso, respetando su registro coloquial y afable que consiguió ganarse totalmente la atención de un público, que  absorto tras una hora y media sentado, pedía más —los que necesitaron una pausa para ir al baño, contra todo pronóstico, volvieron—.

Desmitificando al director

Uno de los ejes principales de la entrevista fue la de desmitificar la figura del director de cine. Es una idea muy extendida la de que el director es un ser brillante y talentoso que cosecha éxitos. Nada más lejos de la realidad para Del Toro. Aunque se ponga el foco en sus éxitos no olvida sus precarios orígenes, que incluyen la venta de su coche para poder terminar su primera película Cronos. En ella aparece una máquina con unos engranajes muy específicos del siglo XIX que rescató para el rodaje antes de entregar su coche. Mientras volvía conduciendo con la gasolina justa —«iba a entregar mi coche, no lo iba a dar con gasolina»— se saltó un «alto» delante de un policía. Sin pensarlo, se fugó como «una rata» y escapó en una persecución muy a la mexicana: «un policía corriendo a pie detrás de un gordo cabrón». Su carrera comienza con éxitos y con fracasos.

Tampoco todos los proyectos —con el esfuerzo y el tiempo que suponen— salen adelante. Aproximadamente quince guiones no fueron llevados a la pantalla. Nadie relata los cinco años de transición entre Cronos y Mimic en el que él mismo se recuerda como un «soplapollas desesperado» escribiendo guiones que quedarían en nada. Sin embargo, la conclusión es alentadora: «Como dice un dicho zen en el obstáculo está el camino. Si temes lo ridículo jamás conocerás lo sublime».

Guillermo del Toro reivindica el inconformismo y a los directores indomables, que luchan por sus ideas dentro de unos límites de tiempo y presupuesto que valga la redundancia, más que limitar, estructuran. Contar con una cantidad ilimitada de tiempo o de dinero en el cine sería un auténtico desastre, pero en el otro extremo, ser un «director domesticado» es comparable a la soledad y a la triste existencia de Copito de Nieve enjaulado:

Me encanta George Miller mucho porque es indomesticable, cuando estábamos haciendo «Pacific Rim» estaba George Miller rodando «Mad Max», ¿cómo se llama en España? —«Furia en la carretera»— (risas) estaba rodando en Namibia, yo estaba trabajando con una productora, y la mandaron como al Congo Belga en el Corazón de la Oscuridad de Joseph Conrad a domesticar a George Miller, y luego mandaron a otro y a otro y a otro, y George Miller como el Coronel no le importó nada, y seguía adelante con la película. Luego lo vi en un festival y le digo «¿qué pasó?» y dice «No, nada…si te pones terco y sigues, al final todo el mundo se acuerda de que te apoyó» (el auditorio estalla en aplausos).

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Sobre adjetivación y verbo en el cine: «proteína visual, no golosina visual»

«Nada en mi opinión en la elección formal de narrar una historia, es gratuito. No es golosina visual, es proteína visual», sentenció. Además de poseer un gran sentido del humor —«el nombre de este filtro no lo puedo decir en España…se llama paja… usamos los filtros chocolate, paja y tabaco, suena a domingo»—, pudimos constatar su conocimiento casi enciclopédico, no solo de cine, sino también de la pintura y de la literatura: «igual que la adjetivación y el verbo en la literatura tienen que ser precisos, como decía Mark Twain: «la diferencia entre la palabra adecuada y la casi adecuada la diferencia entre el relámpago y la luciérnaga»; lo mismo sucede en cine».

Como citaba Trashorras, para Del Toro un buen director de cine necesitaba ser experto en un área pero conocer un poco de todas. Guillermo Del Toro nos animó  a desmenuzar las escenas de nuestras películas favoritas, ya que todo espectador comprende perfectamente los mensajes de la gran pantalla y puede decodificarlos atendiendo al plano, la velocidad, la luz, la música, etc. La clave está en analizar cómo se transmite la sensación que se quiere provocar en el espectador, empezando por ejemplo, por las decisiones de vestuario:

Aunque no las puedas articular las entiendes.  Cuando nos comunicamos, el 90 por ciento de lo que entendemos es comunicación no verbal, cuando uno decide vestirse por la mañana, lo pienses o no, estás mandado un mensaje de quién eres… cómo te queda la camisa, si la chaqueta es nuevecita o no, los zapatos son como de enfermero, nos comunicamos: el personaje también. La misma camisa de lino blanca en diferentes personajes, cómo les quede, está contando cosas diferentes.

En cuanto a la  gestación de sus guiones, en el que dota a sus personajes de una biografía y personalidad detallada, como citaba anteriormente, para el director mexicano nada es gratuito en la elección formal de la narración de una historia:

Piensas en las líneas generales, pero luego  lo que hago yo es escribir una biografía de ocho páginas donde defino: signo zodiacal, año de nacimiento, que le gusta comer, que no le gusta comer, que han leído, que no han leído, que música escuchan, un secreto que nadie sabe, cómo se perciben a sí mismos, cómo los perciben los demás. Y la historia desde el nacimiento hasta el momento en el que la película empieza; se la doy a los actores y luego se la doy al vestuarista y al diseñador de producción, y digo: ahora, ¿cómo vamos a probar esto en la película?

A continuación transcribo una de las explicaciones de una escena de La forma del agua en la que  el director sintetiza todas las ideas sobre adjetivación en el cine:

La escena del baño Eva: va a quitarse la ropa y a entrar en la tina […] la manera de rodarla —nada más un par de planos, no una secuencia larga— en una película donde el tiempo era muy apretado le dedicamos más tiempo básicamente que a ninguna otra escena porque yo sabía que ella tenía que estar en silueta por detrás, pero no debería ser una imagen bella o con un manierismo, debería ser muy naturalista, cuando vas hacia al frente que ella está tomando la decisión, yo sabía que tenía que tener un poco de luz en la cara, pero si había mucha luz, te ibas a reír, porque ibas a ver la decisión clara y tampoco podía estar a oscuras, el graduar eso es adjetivar con la cámara y el sonido el momento, por ejemplo David Lynch adjetiva hermosamente momentos tensos con una frecuencia baja a la que respondemos normalmente, los mamíferos, con miedo. Es adjetivar, es decir: ahí hay peligro. Adjetivo con el Capitán del «Laberinto del fauno», cuando estamos enseñándolo cada vez que el capitán se mueve, teníamos un cuero que estirábamos para que se oyera un crujido de cuero, con los guantes, las botas y él que está completamente tenso. La ropa de Michael Shannon en «La forma del agua», él se encabronó porque le probamos los trajes 30 veces, pero yo quería que se vistiera como el héroe de la película de los 50, que le quedara apretadísimo, porque ese es el personaje. Entonces nosotros no podemos escribir en un guión nada que no podamos probar en adjetivos de luz, color, posición y diseño de audio. No hay un adjetivo que exista en la página que no sea comprobable visualmente. Por eso, en cine hay ciertas cosas imposibles de traducir a autores como Brandbury o Lovecraft porque la ambigüedad de la palabra… puedes crear ambigüedad, pero en la decisión no hay ambigüedad.

La muerte del amor romántico. «Te tienen que querer comiéndote al gato»

La forma del agua es una hermosísima historia de amor sin precedentes. Podemos buscar sus fuentes, pero lo cierto es que es una historia rara. Uno de los mensajes que esconde es el de querer a alguien con sus virtudes, pero sobre todo con sus defectos. Para Del Toro era obligatorio que la escena sexual entre el semidios anfibio y la protagonista fuese después de que la criatura se comiera a uno de los gatos. Para él, el amor está en la aceptación, cuanto antes conozcas los defectos y la parte oscura de tu amante, mejor: «el defecto es una virtud mal mirada, al fin y al cabo tu voz es lo único que puedes entregar al mundo». Un cantante con una voz perfecta, en sus palabras, resulta aburridísimo; mientras que una voz rara, atrae. ¿Qué importa que no le guste a todos?

Sucede como en un cuento en el que tres hermanos pretendían el amor de una princesa. «El primero hace una demostración de fuerza y le cortan la cabeza, el segundo hace una demostración de matemáticas y le cortan la cabeza» y el tercero, que se entretuvo recogiendo cosas inútiles como pajarillos muertos, botones, etc. «le muestra un abejaruco y la princesa dice: ¿qué es eso?… Creo que el director es esto, alguien que recoge cosas inútiles, sin sentido, para poder contar una historia. Porque lo que hacemos es mentir con detalle».

Finalmente, está la humanidad de sus villanos. Hablando de ellos, Del Toro, nos habla de la muerte. Los últimos tres minutos antes de morir, la gente se enfrenta a las decisiones que ha tomado en su vida. Estas te hacen morir con absoluta paz o con una mueca de terror. Para conseguir esa paz, nada mejor que amar lo que haces. Última y valiosa lección. Y con esto, se despide, habiéndonos dado una masterclass más que de cine, de vida.

Escrito por Delia María García
Imágenes: Festival de Cine de Málaga

Trayectos: OK Go

Si OK Go es internacionalmente conocido es, sin lugar a dudas, por la tremenda creatividad de sus vídeos musicales. ¿Quién no ha visto acaso su mítico Here it Goes Again De hecho podríamos hablar de sólo de sus videoclips, sin embargo vamos a ver su carrera músical en conjunto.

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Tim Nordwind —bajista— y Damian Kulash —guitarrista y cantante

Tim Nordwind y Damian Kulash se conocieron en el Interlochen Arts Camp cuando tenían 11 años, desde entonces mantuvieron contacto. En el instituto conocieron a Andy Duncan, quien sería guitarrista y teclista. Nordwind y Duncan fueron a la Universidad de Chicago, donde conocerían al batería Dan Konopka y fundarían el grupo Stanley’s Joyful Noise. Cuando Damian se mudó a Chicago adoptaron finalmente el nombre de OK Go, palabras que decía uno de sus profesores de dibujo en el campamento de verano para comenzar la clase.

La banda llenó la ciudad de carteles para sus primeros conciertos y llegó a tocar con artistas internacionales en menos de un año desde su formación. En el año 2000 y 2001 lanzarían dos EP autopublicados que usarían como demos.

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Primer disco del grupo

OK Go firmó con Capitol Records y publicó su primer disco homónimo en 2002. Aunque pensaban usar las mismas grabaciones de las demos, acabaron regrabando algunas de las canciones que figuraban en ellas.

Su primer single, Get Over It, fue elegido para ser el estandarte del grupo; apareció en los videojuegos de béisbol y fútbol americano de EA Games y además, el disco fue promocionado a la prensa con mesas de ping pong en miniatura, haciendo referencia al vídeo oficial de Get Over It.

El vídeo no es realmente innovador, es más, está en la misma línea que cualquier otra banda de rock, aunque quizás se note el toque del director Francis Lawrence —Soy Leyenda, Los juegos del hambre—. Aparte de Get Over It, lanzaron otros tres videoclips: Don’t Ask Me, Don’t Ask Me (Dance Booth) y You’re So Damn Hot. Nada que ver con los vídeos que los llevaron a la fama.

Aún están verdes, algo normal siendo su primer disco; para nada es casualidad que las canciones anteriores sean las primeras canciones del disco. Pues a partir de la cuarta pista, con What To Do, el ritmo empieza a disminuir para luego volver a aumentar al final del disco, aunque sin llegar a la fuerza de Get Over It. Además de las canciones ya mencionadas, recomiendo la escucha de 1000 miles per hour y There’s a fire.

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De izquierda a derecha: Tim Nordwind, Damian Kulash y Andy Duncan.

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Portada de su segundo disco Oh no

Después del primer disco y de la gira junto a otros grupos como The vines, Fountains of Wayne o Mew. Empezaron a grabar su segundo disco en Malmö (Suecia) en el 2004. Sin embargo, en 2005 Andy Duncan, después de la grabación del disco, abandonó el grupo debido a diferencias creativas, la presión de los sellos discográficos y el riguroso calendario de la gira. Por lo que la banda tuvo que recurrir a audiciones para reemplazarlo y Andy que sale, Andy que entra; ya que fue reemplazado por Andy Ross, que estaba entre los treinta y cinco audicionados. Andy se presentó a los fans mediante un blog en febrero de 2005, hablando de sus conciertos y experiencias dentro de OK Go.

Su segundo álbum, Oh no, fue lanzado finalmente en agosto de 2005 y obtuvo gran popularidad gracias a la página web que diseñó y programó el nuevo integrante de la banda, la cual recompensaba con la canción A Million Ways en iTunes si le enviabas el enlace a un amigo. Y además el videoclip de esta misma canción se hizo viral, a pesar de que no fue del todo intencionado. Este fue dirigido y coreografiado por Trish Sie, hermana de Damian Kulash a la que veremos colaborar con la banda, y se grabó en el mismo patio trasero del vocalista.

Este vídeo sería el precursor del famoso Here It Goes Again que dio la vuelta al mundo y ganó un Grammy:

Debido al éxito del vídeo relanzaron el disco con extras en DVD: vídeos del making of, un vídeo con los fanes haciendo la coreografía de A Million Ways, un documental de su gira y varias versiones de sus canciones.

A Million Ways y Here It Goes Again, son grandes canciones, sin emargo no debemos olvidar otros temazos de este disco de Rock alternativo como Invicible o What Do You Want —que veremos ahora— y otras canciones, algo más lentas como Let It Rain o No sign of life, pero para nada despreciables.  Una de las curiosidades del disco lanzado en América es una pista de audio titulado 9027 KM que no aparece la contraportada del álbum y se escucha lo que parece ser un viaje en carretera. Según los seguidores de la banda, se introdujo para evitar que el sello introdujera programas anticopia en el disco. Esta teoría cobra aún más fuerza con la opinión que publicó Damian Kulash en The New York Times el 6 de diciembre de 2005, he aquí un fragmento:

«To be clear, I certainly don’t encourage people to pirate our music. […] But before a million people can buy our record, a million people have to hear our music and like it enough to go looking for it».

«Para ser claro, ciertamente no incentivo a la gente para que piratee nuestra música. […] Pero antes de que un millón de personas pueda comprar nuestro disco, un millón de personas tiene que escuchar nuestra música y que le guste lo suficiente para ir a buscarla».

En cuanto al resto de videoclips, empecemos por Invicible, aunque no hay mucho que decir; una canción potente necesita explosiones, así que pasemos a la siguiente. Nos encontramos entonces con el último vídeo dirigido por alguien ajeno a OK Go sin la participación del grupo en la dirección, se trata del videoclip de What Do You Want, que hasta hoy tiene algo más de medio millón de visitas en YouTube. La particularidad de usar veintiocho cámaras para dar mayor fuerza al vídeo no sirvió tanto como cubrir a los cantantes y bailarines con papel de pared, de esta manera, la versión Wallpaper—dirigida por el vocalista Kulash— supera en 2 millones de visualizaciones al anterior.

La semilla ya estaba plantada, OK Go había dirigido dos videoclips y llegaron a ser un éxito viral. Por lo tanto debemos pensar que el grupo, con estas dos versiones, estaban experimentando y llegaron a la conclusión que los vídeos es su manera de diferenciarse, de crear su propia marca, y que ellos mismos tendrían que ocuparse de crearla. De hecho, el grupo fue a la alfombra roja de los Grammy vistiendo los mismos trajes del videoclip.

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En 2008 grabaron el EP You’re Not Alone junto a la la banda de funk/rock Bonerama para recaudar fondos por los daños que causó el huracán Katrina en 2005. Con el dinero construyeron una casa para el músico Al Johnson. El EP contaba con varias canciones de su disco Oh no, y dos canciones de David Bowie y Bob Dylan.

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Portada de su tercer disco de estudio

No contentos con sus sellos, el 10 de marzo de 2010 rompieron relación con los sellos EMI y Capitol para crear su propio sello: Paracadute. En abril de ese mismo año relanzaron su tercer álbum bajo el nuevo sello, Of the Blue Colour of the Sky, tras numerosos retrasos; ya que desde 2008 se había anunciado que las canciones estaban escritas.

La rotura con EMI y Capitol parece que fue debido al descontento de los fanes al ver que los nuevos vídeos de la banda publicados para promocionar su trabajo no podían ser compartidos y tan solo se podían ver en YouTube. Damian Kulash habló extensamente en una carta abierta acerca de las políticas del sello que impedían que se pudieran compartir su trabajo fuera de YouTube. La carta se volvió viral; además, en contra de lo deseos de la discográfica, compartió código para insertar sus últimos vídeos fuera de YouTube.

Su single, WTF?, ya indicaba la ruta que seguiría OK Go en cuanto a su música y los vídeos, empiezan a desviarse del rock pop habitual de sus trabajos anteriores; además siguen queriendo diferenciándose en los videos montando sus propias coreografías o creando escenarios increíbles.

Siendo libres de hacer lo que quieran, sin la presión del sello, se han dedicado a hacer multitud de vídeos. No hay evidencia más clara que esta: de las trece canciones que hay en su tercer disco, nueve canciones tienen su propio videoclip. Aunque nos encontramos canciones que tienen más de una versión —como ya hemos visto antes con Don’t Ask Me y What Do You Want— como This Too Shall Past que cuenta con una versión junto con la Marching Band de la Notre Dame University —que realizó un número sobre Here It Goes Again— y la versión más sonada, la versión de la máquina de Rube Goldberg, en la actualidad cuenta con casi 60 millones de visualizaciones.

La banda lanzó varios videoclips más como End Love, donde experimenta con el stop motion; White Knucles, donde realizan una coreografía con doce perros rescatados y entrenados y una cabra; Last Leaf, una animación en stop motion con tostadas, y Back from Kamanduth, un desfile musical a través de Los Ángeles usando un GPS de Ranger Rover —sí, un videoclip patrocinado, pero no el único; Last Leaf está patrocinado por Samsung—.

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Portada de 180/365

En junio de 2011, lanzan un disco en vivo, 180/365, con canciones de todos sus discos que interpretan en distintos conciertos, en este caso lanzado exclusivamente por Paracadute.

Los dos siguientes videoclips también fueron patrocinados, el primero por Google Chrome Japan y el segundo por Chevrolet. All is Not Lost fue un experimento para Chrome de Google que lamentablemente ya no está disponible, este experimento hacía uso del HTML-5 y de la potencia de Chrome para mostrar varias ventanas donde se podían ver distintas escenas—también podéis ver la charla de Trish Sie sobre All is Not Lost—. El videoclip de Needing/Getting fue retransmitido en el previo de la superbowl y fue usado para patrocinar el Chevrolet Sonic. Llevó más de cuatro meses la preparación del circuito con la colocación de más de mil instrumentos y Kulash tuvo que dar clases de conducción evasiva.

Y acabamos con el colorido de Skycrapers, video en el que Trish Sie —a la que también pudimos ver en el videoclip de Back from Kathmanduth junto a su hermano— baila tango a través de varios fondos con distintos colores y en la que aparece con distinto vestuario al cambiar de plano. No es un videoclip tan llamativo como el resto de OK Go, pero es interesante verlo.

Y hablando del colorido Skycrapers ¿Os habéis dado cuenta de la estética de la banda? Han pasado de un estilo formal y refinado de los trajes estampados a una estética similar a la de Parchís, aunque a veces sustituyen algún color por el rosa. A partir de ahora, seguirán esta estética más colorida y llamativa, aunque no siempre.

Además de sus videoclips, no hay que olvidar sus colaboraciones en televisión como el show Today Goes Viral en el que hacen una animación en stop motion con los colaboradores del programa mientras suena una versión abreviada White Knucles. Tampoco debemos olvidarnos de su colaboración en programas infantiles con canciones originales como Primary Colors para Sesame Street, o su colaboración con los Muppets en la que aparecen pequeños homenajes —más bien parodias— a algunos de sus anteriores videoclips.

Rodar tantos vídeos y tan exigentes como pudieran ser This Too Shall Pass, White Knucles, All Is Not Lost o Needing/Getting junto con la gira no deja suficiente tiempo a la banda para trabajar en su música, por lo que lanzan doce canciones raras de la banda durante 12 días para descargar gratis en diciembre de 2012 bajo el nombre de Twelve days of OK Go mientras preparan su próximo trabajoVisto el éxito que tuvo, en enero de 2013 anunciaron que a todos los suscritos al boletín de su página web les rescompensaría cada mes con una canción inaudita de la banda, ya sean demos, versiones o covers. Una de esas canciones —I’m Not Through— aparecería en su próximo disco, Hungry GhostDe hecho, se realizó un concurso para que los fanes hicieran un videoclip de la canción de OK Go, siendo este vídeo el ganador —y con razón—.

La banda ya hacía meses que anunció que estaban grabando un nuevo disco cuando lanzaron The Writting’s On the Wall, un plano secuencia donde los miembros de la banda avanzan en un almacén donde juegan con ilusiones ópticas. Merece la pena ver también el Behind The Scene.

Finalmente en octubre de 2014 lanzaron su Hungry Ghost, un disco conceptual con argumentos en contra y a favor de las relaciones; por fin había encontrado OK Go la estabilidad; ningún miembro de la banda que se va, ni ningún cambio de sello discográfico. 

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Portada de Hungry Ghosts

Hasta hoy han publicado cinco videoclips y en todos ellos aparecen los miembros de la banda. En I Won’t Let You Down vemos a la banda junto a miles de bailarinas en un videoclip totalmente impresionante, grabado con un dron octocóptero a vista de pájaro. El vídeo está acelerado en la edición para poder organizar a las bailarinas en tan compleja coreografía. Además hicieron un anuncio con esta misma canción, pero con la idea de The Writting’s On the Wall.

Con Upside Down & Inside Out sorprendieron al mundo —al menos a mi—, porque nunca sabes qué será lo próximo. Pocos grupos —si es que no es el único— pueden presumir de haber grabado un videoclip obviando los efectos de la gravedad. Pero que sea impresionante, no significa que salga a la primera… De hecho, en el vídeo oficial vemos como se ven obligados a improvisar, como Andy apartando la maleta del asiento al final vídeo.

Pero hay vídeos que no tienen espacio ninguno para improvisar, todo está matemáticamente medido y con tan solo cuatro segundos y dos décimas llenos de explosiones y color hacen la mitad del trabajo. No digo más, mirad el vídeo de The One Moment.

Existen multitud de vídeo explicando cómo lo hicieron, incluso charlas en TED —Ok Go y Adam Sadowsky—  y TEDx —Trish Sie— basta con indagar un poco por YouTube, y el canal de la banda por supuesto. Pero no nos olvidemos de su último vídeo: Obsession. Donde usan más de medio millar de impresoras y un montón de papel que fue reciclado

Hasta aquí el repaso del trayecto de OK Go, solo falta esperar su próximo vídeo ¿Con qué creéis que nos sorprenderán?