Tres tristes tigres: La novela que indignó tanto a Castro como a Franco

De El blog de José Torres Criado →

Guillermo Cabrera Infante es uno de los más grandes escritores cubanos de la historia, escritor que, por desgracia, fue despreciado y reprimido por la dictadura de Fidel Castro.

«El mundo de Sofía» de Jostein Gaarder

Jostein Gaarder hace apología de la filosofía de una manera divertida y fácil mediante símiles, hace un repaso desde los presocráticos hasta nuestra época. Se echa en falta que hable de filosofías no europeas, sin embargo es una buena manera de interesarse por la filosofía y motivar el pensamiento crítico. Es divertido leer como los elementos metaliterarios se cruzan y el filósofo ironiza sobre ello.

Se trata de una lectura divertida que no explica en profundidad la filosofía, deja algunas explicaciones fuera de la historia. Hay que entender que está orientado a un público juvenil. Por suerte, no todo es filosofía y hay una historia que permite desconectar ligeramente de la espesa filosofía que, insisto, se ameniza con los símiles y cascarillos del filósofo.

“Holmes y el Caso de los 8 Estómagos”. Elogio del pastiche

El pastiche es un “género” literario bastante denigrado. Cosa que es comprensible en un mundo donde los escritores que se dedican por ejemplo al terror, al fantástico, a la ciencia ficción o al “noir” todavía tienen que pedir perdón en ciertos sectores. Dicen que a Ursula K. Le Guin no le dieron el Nobel por ser una escritora esencialmente de ciencia ficción y fantasía. Dicen. Pero tiene su sentido. Porque todavía existen muchos prejuicios con la literatura que no es, por decirlo de alguna manera, “realista”. Términos como el “Realismo Mágico” parecen incluso excusarse constantemente. A pesar de que obras como “Cien años de soledad” o “Pedro Páramo” sean claramente de corte fantástico, pataleen lo que pataleen los de siempre.

Alejandro Castroguer es un escritor ya bastante conocido por su trilogía de zombies “La guerra de la doble muerte”, “El último refugio” y “El manantial”. Es también un creador que cambia de género con una pasmosa facilidad y manteniendo la calidad y la cohesión en su obra: es autor igualmente de la novela “Glenn”, en la que narra la vida del mítico pianista Glenn Gould, y de “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos”. Sí, esta última es un pastiche.

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Sherlock Holmes es uno de los personajes clave de la ficción “noir” y de la ficción en general. No tengo que decirlo a estas alturas. Es, por ello, uno de los que más pastiches, valga la redundancia, ha protagonizado. De toda clase y condición. Y puedo decir que éste es uno de los mejores.

“Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” narra una historia completamente nueva del detective más famoso del mundo situada temporalmente en el “hiato” durante el cual estuvo desaparecido, tras su glorioso combate contra Moriarty, durante tres años. Alejandro Castroguer lo sitúa en Francia, en Montpellier concretamente, y allí le enfrenta a una aventura fantástica relacionada con una serie de asesinatos de personas cuyos cadáveres aparecen sin sus estómagos.

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El autor con su obra

La novela es una delicia tanto para el fan incondiconal de Holmes como para el profano. Es fiel a la esencia de los relatos de Arthur Conan Doyle y es capaz a la vez de plantear nuevos enigmas y de dar vueltas de tuerca sorprendentes. Los homenajes son constantes: a los personajes de la saga, a los casos más famosos del de Baker Street, a figuras históricas y artísticas de la época, y también a otros pastiches. Porque “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” es una pirueta que se sumerge en la metaficción para hacer reflexionar sobre la pura creación y sobre sus mil posibilidades. El libro está maquetado, espléndidamente por cierto, con unas páginas en blanco y con las letras negras y con otras páginas en negro y con las letras blancas. No es casualidad… Tendrán ustedes que descubrir por qué.

Pero por encima de todo “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” es un thriller frenético, emocionante, entretenidísimo, que coge al lector y no lo suelta, que se lee en un vuelo porque divierte sin parar y porque no deja de dar un giro de guión inesperado tras otro. No importa que hayas leído poco de las aventuras del detective y de su amigo Watson: esta novela te enganchará y te mantendrá siempre la mente inquieta. Y, lo que es no menos importante, lo hará con una sonrisa en la boca, porque el humor inteligente está bien presente, así como la mejor acción aventurera.

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José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

«Los asesinos del Emperador» de Santiago Posteguillo y una breve apología de la novela histórica

Hace unos años el Destino quiso que me encontrara con Santiago Posteguillo en Cartago Nova, ciudad que hoy recibe el nombre de Cartagena. Era lógico que algún día este filólogo clásico se cruzara con un escritor de novela histórica. Pero más allá de autografiarme Circo Máximo (que espero disfrutar lo más pronto posible), en su conferencia mostró cómo estructuró y trabajó la obra de La legión perdida, obra que acababa de publicar.

No ha sido hasta hace poco que me he aventurado a leer la primera obra de la trilogía de Trajano: Los asesinos del Emperador. Y la diosa Fortuna ha querido que el final de mi lectura haya coincidido con el reconocimiento de Posteguillo con el Premio Planeta, muy merecido a mi parecer.

En esta lectura viajaremos desde los últimos años de Nerón, cuando obliga a Corbulón a suicidarse hasta el ascenso al poder de Trajano, vemos entre estos dos sucesos cómo cae Jerusalén, cómo hay una sucesión de hasta cuatro emperadores en un solo año finalizando con el ascenso de Vespasiano. Más tarde, tras una década de gobierno, sería Tito quien gobernara hasta que dos años después le sucediera su vil hermano Domiciano, cuyo reinado sucede durante la mayor parte del libro.

Pero además de la vida imperial, se aprecia la vida militar con varios conflictos que nos gustaría ver en las grandes pantallas. La batalla de Jerusalén, la incansable lucha contra los catos o la vergonzosa derrota ante los dacios son algunas de las batallas que se pueden leer entre estas mil páginas, y no me olvido tampoco de la rebelión de Saturnino ni de la luchas entre los gladiadores y gladiatrices. ¡Ni de Cachorro, tampoco me olvido de Cachorro!

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Portada de Los asesinos del Emperador

Es una lectura que he disfrutado muchísimo, sin embargo, no me he dado cuenta hasta ahora de que mi lectura había sido muy minuciosa, consultando algún que otro libro de historia o la instantánea Wikipedia. Y es que, ante una novela histórica, hay que estar en guardia; pero, eso sí, sin dejar de disfrutar.

Pues la novela histórica, como bien indica su nombre, es una novela; y por tanto tiene un sentido ficticio que hace que podamos disfrutar la Historia de una manera más cercana y amena. Aún así, he visto en ocasiones comentarios que son críticos con Santiago Posteguillo porque tergirversa la Historia. Sin embargo, en sus libros encontramos notas y citas que prueban la veracidad de algunos fragmentos que puedan parecer ficción. Además aclara en el apéndice el uso de la ficción y de sus pequeñas licencias. Pues, como ya he dicho, se trata de una novela.

Hace un tiempo que me quejaba abiertamente en Twitter sobre el uso tan arbitrario de la mitología y de cómo se tergiversaba la Historia, de por qué no podían ceñirse más a lo que era. La respuesta me dejó con la boca abierta de asombro, porque esas mismas películas pueden motivar a investigar sobre la mitología o la Historia. Esto mismo pasa con la novela histórica, aunque no sea rigurosa, te puede motivar a investigar más sobre la Historia, sus personajes y sucesos históricos.

Puede que la novela histórica haya cortado alguna vez los dedos de algún historiador con sus afiladas páginas, pero estamos ante una herramienta que puede motivar a aprender sobre Historia, divertirse con la Historia y, aún más importante, cuestionar lo que leemos.

‘El sueño de Fevre’. Los vampiros sureños de George R.R. Martin

George R.R. Martin es de sobra conocido hoy en día por su saga interminable (en todos los sentidos, ya saben a qué me refiero) Canción de Hielo y Fuego (o Juego de Tronos, a grandes rasgos). Corre el riesgo, pienso, de ser devorado por la “maldición de la única obra”. Porque lo cierto es que este escritor de Nueva Jersey lleva publicando activamente desde los años setenta y, antes de ser mundialmente conocido por su drama de magia y espadas, ya tenía un respetado nombre debido a diversas novelas desgajadas del amplio universo de Poniente y Essos.

R.R. Martin ha tocado antes la ciencia ficción (en Muerte de la luz y Los viajes de Tuf), la fantasía también de corte político como la propia Juego de Tronos (en Refugio del viento, escrito junto a su entonces esposa Lisa Tuttle, también uno de los nombres básicos de la literatura de este género), el terror (en Los Reyes de la Arena, uno de los cuentos más impresionantes que he leído nunca) y hasta el retrato pop norteamericano (en El rag del Armagedón, una de sus obras menos recordadas).

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También escribió, en 1982, una de las novelas de vampiros más destacadas de la literatura de su país: El Sueño del Fevre. Vampiros en el Mississipi, en los años en los que la esclavitud estaba a punto de ser abolida. Barcos de vapor, pantanos oscuros, un río que es metáfora del progreso y del salvajismo, unos personajes íntegros que se enfrentan a la deshumanización en persona (porque El Sueño del Fevre tiene un villano de diez) y sangre, mucha sangre, y disparos, y puñaladas, y mucha aventura.

El Sueño del Fevre es una alegoría de la explotación. No se ambienta de casualidad en los últimos referidos años de la esclavitud en Norteamérica: los vampiros son un símbolo por encima de todo, y los humanos, que compran y venden a personas de una raza a la que consideran inferior, no son mejores que ellos. Hay, por suerte, algunos que tratan de plantar la semilla de la diferencia, y aquí entramos de lleno en una espléndida fábula moral sobre la amistad y la fraternidad entre especies. George R.R. Martin si algo sabe es crear a personajes carismáticos, y los de esta novela lo son, los “buenos” y los “malos”. La relación de fraternidad entre Abner Marsh y Joshua York es hermosa como pocas. Y, como he dicho, el villano de la función es de altura, de mucha altura: ya lo descubrirán en sus páginas. Los secundarios tampoco se quedan atrás: en especial Billy Vinagre es del todo inolvidable, otro carácter magnífico y genial.

El libro, escrito con ritmo aventurero, adolece de un desenlace bastante precipitado, eso sí. Parece que Martin era todavía un escritor primerizo en aquellos inicios de los ochenta, y deja colgando algunas subtramas de mala manera y para colmo se pasa un poco con las elipsis y lo soluciona todo tras desarrollar muy bien toda la primera parte en unas siete u ocho páginas, a toda máquina (nunca mejor dicho). No lastra esto, sin embargo, una novela que es entretenidísima y que ofrece una lectura novedosa y muy interesante de los manidos mitos vampíricos de siempre, a los que consigue reinventar con probada solvencia.

 

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

Solomon Kane. El guerrero puritano de Robert E. Howard.

Es cierto, o en parte por lo menos, que Robert E. Howard ha sido bastante fagocitado por su mítico bárbaro Conan. Aún siendo también muy famosos, personajes suyos como la guerrera Red Sonja, el rey picto Bran Mak Morn, el rey Kull de Atlantis, el detective Steve Harrison, el aventurero Kirby O’Donnell o el pistolero El Borak permanecen, por desgracia, algo olvidados, especialmente para el gran público.

Uno de estos caracteres es Solomon Kane, del que Howard, que se quitó la vida con solamente treinta años, dejó un total de ocho relatos (en España, por cierto, magnificamente editados por Valdemar). Este guerrero puritano del siglo XVII viene a ser un trasunto más de los clásicos personajes del autor: extremadamente fuerte y resistente, a veces casi invencible, y que sale adelante en un mundo violento de fuerzas monstruosas que a veces no puede comprender. Sus aventuras, de capa y espada, son rocambolescas y románticas, cargadas de acción, de villanos terribles y de secundarios entrañables.

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Hoy, Solomon Kane, como otros tantos héroes de la ficción del pasado siglo, es revisado con lupa. No es para menos, porque sus historias, muchas de ellas desarrolladas en África, son desde luego racistas. Lo son. Como lo es, por ejemplo, el álbum Tintín en el Congo, del primer Hergé. ¿Hay que censurarlas? ¡Por supuesto que no! Hay que mirarlas con un ojo crítico y comprender que pertenecen a otra época, y aprender de ellas y de nuestra evolución cultural y social. Como a todo arte. Como a toda disciplina. El primer relato de Solomon Kane es de 1928 y el último de 1932. El contexto se pueden imaginar cuál es.

Solomon Kane es un guerrero puritano solitario que va deshaciendo entuertos y acabando con toda clase de malvados y monstruos. Tenemos desde asesinos sin escrúpulos hasta demonios pasando por esclavistas árabes, arpías o extraños y originales sucedáneos de vampiros. Sus aventuras comienzan en Europa, y terminan en las profundidades de África. Howard se inventa ambos continentes: los dos están pasados por un filtro fantástico, legendario, conscientemente desprejuiciado. En especial, el africano, una tierra de terrores constantes, de magia negra y de restos de civilizaciones caídas. Por supuesto, Solomon Kane puede con todo esto y más. Y aquí es donde están las partes más polémicas de sus relatos: los africanos son prácticamente todos negros primitivos que viven en la ignorancia y en la superstición, en tribus apartadas y brutales, que a pesar de llevar siglos y siglos residiendo en su continente, han sido incapaces de domarlo y tienen que esperar a que venga Kane, el hombre blanco europeo (y anglosajón, claro), a sacarles las castañas del fuego.

Sí, recuerda todo enormemente al mencionado Tintín en el Congo, en el que Tintín y su perro Milou (todavía no habían conocido al capitán Haddock o al profesor Tornasol) viajan por el país ayudando a unos congoleños desastrosos, corruptos, oscurantistas, analfabetos o directamente imbéciles que se dedican a estrellar trenes por pura incompetencia o a adorar a cualquier ídolo de postín como el propio Milou. Estos retratos prejuiciosos y vergonzantes son parte de nuestra historia, y es bello poder disponer de ella para analizarla y aprender de nuestro pasado.

Tengo que mencionar, de todas formas, que el principal secundario de la serie de Solomon Kane es un negro africano: N’Longa. Y es totalmente diferente al resto: es un mago poderoso, es capaz de cambiar su alma de cuerpo, es extremadamente inteligente y posee secretos de otros mundos con los que salva la papeleta a Kane en más de una ocasión. Sí, extraña la ambigüedad de Howard a la hora de crear a este curioso personaje que se sale de la norma de su contexto racista.

Dejando esto a un lado, las aventuras de Solomon Kane son extraordinariamente divertidas. Dinámicas como sólo el creador de Conan sabe hacerlas, cargadas de acción, de peripecias muy locas, de diálogos divertidos, de personajes delirantes, de tópicos bien colocados y de parajes evocadores.

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En 2009, Solomon Kane tuvo su película, pero fue tremendamente decepcionante. Aún siendo encarnado por el gran James Purefoy, la cinta era una aventurita sin pretensiones con demonios de tres al cuarto, sin demasiada violencia y no demasiado oscura que no le hizo justicia al guerrero puritano de Howard. Una pena. Otra vez será (esperemos).

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

‘Dioses, fantasmas o demonios’: Terror español de altura

El terror es un género difícil. Lo es en el cine, y en la literatura todavía más. Los ejemplos de buen horror literario son difíciles de encontrar, pienso, cuando se sale de los clásicos básicos, de las rarezas que merecen ser reivindicadas pero que también son clásicas o de ciertos autores todavía vivos y excepcionales (también clásicos de alguna forma, valga la redundancia), como el eterno Stephen King (en sus mejores obras, porque este hombre hiperactivo tiene de todo en su haber) o como Thomas Ligotti.

He tenido el gusto de leer hace poco una novela de terror española excelente: “Dioses, fantasmas o demonios”. Su autor se llama Jesús Gordillo, y he podido conocerlo en persona en una de sus presentaciones. Y tengo que decir que me ha cautivado esta primera obra suya que he podido disfrutar de principio a fin.

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El escritor de Badajoz juega con lugares comunes y con grandes homenajes, pero los reinventa constantemente. Tiene su creación un genuino sabor español, pero también nos lleva a un escenario evocador y exótico: los parajes románticos y monstruosos de la Noruega profunda. Y es capaz de crear unos personajes inolvidables, que se quedan al lado del lector desde la primera página. En especial, no olvidarán a ese antihéroe delirante y genial que es “El Matafocas” (lean la novela, por favor, para conocerle).

Dioses, fantasmas o demonios tiene garra, tiene fuerza, tiene escenas que dan verdadero mal rollo, tiene un sabor de terror clásico del bueno y a la vez de pura aventura, y está escrito espléndidamente, con la palabra justa y con un dibujo ambiental redondo. No puedo dejar de recomendarla, porque es de lo mejorcito, de verdad, que se ha publicado últimamente en el panorama del terror español. No se la pierdan.

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador

Las Sinsombrero

Allá por 1920 en La puerta del Sol de Madrid, pasearon Maruja Mallo y Margarita Manso quitándose el sombrero. Una acción que hoy día nos resulta totalmente indiferente, pero en aquella época rompía con la norma y las mujeres fueron insultadas, no tanto a quienes las acompañaban, Salvador Dalí y Federico García Lorca.

Este acto tan sencillo, las llevó a adoptar el nombre de Las Sinsombreros, un grupo de mujeres intelectuales pertenecientes a la generación del 27 y que pretendían rebelarse a su destino, ya que para ellas quitarse el sombrero era abandonar el papel que tenían para ellas en la sociedad, es decir, la de ser esposa y madre.

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Maruja Mallo

El testimonio de Manso sobre este pequeño acto de rebeldía en pleno Madrid, nos dice cómo era la sociedad española por entonces: «Un día se nos ocurrió a Federico, a Dalí, a Margarita Manso y a mí quitarnos el sombrero porque decíamos que parecía que estábamos congestionando las ideas y, atravesando la Puerta del Sol, nos apedrearon llamándonos de todo»

Por entonces, Primo de Ribera estaba en el poder, España tenía un pensamiento anti-feminista, reduciendo a la mujer a las labores del hogar para evitar que surgiera la mentalidad de autonomía e independencia en la mujer que se había dado en Europa durante la Primera Guerra Mundial, que había desplazado a la mujer a ocupar puestos que ocupaban los hombres enviados al frente.

Sin embargo, el movimiento feminista y sufragista, junto con la participación en la vida pública y el acceso a la educación creó un arquetipo de mujer independiente y reacia a la sumisión, consciente de su capacidad intelectual y conocimiento cultural, que se consolidó con la proclamación de la Segunda República.

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Marga Gil de Roësset, una de las Sinsombrero trabajando en su escultura Para toda la vida

Con la Guerra Civil y posteriormente la dictadura se dio un paso atrás; volvieron a definirse los roles de la mujer debido al determinismo biológico, la mayoría de estas mujeres recurrieron al exilio en América y Europa.

Antes de que se truncara su destino, se reunían a menudo e intercambiaban ideas en la residencia de señoritas, en el Lyceum Club Femenino o en la Asociación Universitaria Femenina. Estas reuniones eran importantes para mantener su defensa y unión ante una sociedad que las ninguneaba y rechazaba. No debemos de obviar tampoco su participación en la Revista de Occidente o en La Gaceta Literaria.

En sus obras se ve reflejada también el retrato fuerte e independiente de la mujer que además lucha contra su destino, el destino que la sociedad les ha marcado.  Además, empiezan a autodefinirse feminizando los oficios: escultora, autora, escritora, pintora.

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María Zambrano

Estamos ante un grupo de mujeres que, a pesar de los años —y aún después de la muerte—, luchan por un reconocimiento en la sociedad, por buscarle a la mujer el espacio que le corresponde a pesar de las adversidades —o excusas— de la sociedad.

Las Sinsombrero fueron:

  • Maruja Mallo
  • Margarita Manso
  • Rosario de Velasco
  • Marga Gil Roësset
  • María Zambrano
  • María Teresa León
  • Josefina de la Torre
  • Rosa Chacel
  • Ernestina de Champourcín
  • Concha Méndez
  • Ángeles Santos

Para terminar, al menos de momento, os dejo con esta frase de Jorge Luís Borges, inspirado por los hechos protagonizados por Mallo y Manso: «Los Las intelectuales son contrarios a la costumbre de usar sombrero». 

 

 

Cuatro libros para conocer la cultura asiática

¡Bienvenidas a todas y todos! Es la primera vez que escribo por aquí con el reto de traeros algo interesante sobre libros porque, como todos sabemos, es lo que menos interesa a la gente, aunque afortunadamente somos cada vez más los que apostamos por la lectura.

Me quería estrenar con una entrada chula y nada más chulo que la cultura oriental ¿no os parece? Yo no soy muy de sushi, ni de año nuevo chino, ni de aprender coreano, sin embargo me encanta leer toda clase de historias relacionadas con la cultura porque es totalmente diferente a la occidental y me meto en otro mundo que parece fantástico pero totalmente real, ¿me explico? Espero que si porque hablar a un público al que no puedo ver me resulta un poco raro. Así que nada, dicho esto os dejo con mis libros favoritos sobre cultura asiática.

1. La buena tierra de Pearl S. Buck

Empezamos con un libro sobre la época imperial china. Es una historia de un joven normal y corriente que vive en un momento político turbulento: las clases bajas se están empezando a levantar contra las clases altas, hay sequías, se pasa hambre… Wang Lu, nuestro protagonista, intentará salir a delante con uñas y dientes junto a su familia, y lo más importante para él serán sus tierras.

Nos enseña lo valioso que es un terreno en la china rural, nos abre la puerta humildemente para que escrutemos su casa, para que veamos cual es su trabajo, sus costumbres, cómo supera las dificultades sin ninguna censura, con todo lo bueno y también lo malo y lo cruel de la época. No os voy a mentir, es un drama en toda regla, pero también una historia de superación y lucha por lo que uno quiere.

Yo siempre defino esta novela como enriquecedora, aporta una gran cantidad de valores, con personajes muy completos y con distintas personalidades. Wang Lu irá creciendo hasta hacerse anciano y junto a él iremos viendo los cambios de mentalidad de las distintas generaciones, y los entenderemos todos aunque no coincidamos con ellos.

Este es uno de esos libros que lees y te cambian la vida, te dan fuerza para seguir adelante y sobre todo te hacen reflexionar y ver que los pequeños problemas que tanto te atormentan en tu día a día en realidad no son más que idioteces en comparación con los verdaderos problemas de la vida.

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2. Memorias de una geisha de Arthur Golden

Seguro que habéis oído hablar de este maravilloso libro, incluso puede que lo hayáis leído ya, y si no, os animo a que lo hagáis cuanto antes. Memorias de una geisha cuenta la historia de Chiyo, una niña de familia pobre, tan pobre que sus padres se ven obligados a venderla como geisha en una okiya, lo que vendría a ser como una especie de esclava de ricos para que nos entendamos.

La historia de Chiyo es muy enternecedora, le enseñarán los modales que debe tener una geisha, cómo debe comportarse, cómo debe arreglarse, cómo debe seducir a un hombre sin parecer una puta, incluso cómo debe dormir. Toda su infancia se la pasa intentando escapar de aquel lugar, hasta que se da cuenta de que no hay nada más allá de su vida como geisha, pero en su adolescencia acepta su destino y tratará de ser la mejor geisha de todo Tokio, para ello tiene que recorrer un largo camino y competir con muchas otras geishas.

Este es un mundo único en la cultura asiática, el tema de las geishas es algo de lo que yo no tenía ni idea y la verdad es que es muy curioso, es algo cultural que no entiendes hasta que te metes de lleno en una historia como esta.

Una historia que habla de aceptar tu destino sea cual sea y como luchar por llegar a lo más alto, aunque te encuentres en lo más bajo.

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3. Nacer mujer en china de Xue Xinran

Hace poco que nos manifestamos todas el 8 de marzo por unas condiciones mejores e igualitarias, aún queda mucho por hacer, pero hemos recorrido un largo camino, por lo menos en occidente, porque ni os imagináis lo que sufren las mujeres en otras partes del mundo. ¿Sabéis lo que es ser mujer en china? Espero que no lo sepáis de primera mano porque es devastador. Este libro lo escribe Xue Xinran, una interlocutora de radio que se entrevista con diferentes mujeres, diferentes vidas, diferentes historias, y contará al mundo lo que ellas han callado y no han podido decir a nadie.

Los hombres chinos quieren una mujer 100: buena madre, cocinera, que limpie la casa y se ocupe de los hijos, que haga la compra, que lleve las cuentas, que pague las facturas, que entretenga al marido cuando le apetezca, que sea fiel y honrada, que sea guapa y con un cuerpo bonito, que calle cuando deba callar y dé buenos consejos, de paso que le crezcan flores en el culo.

En este libro os vais a encontrar con un montón de historias diferentes todas narradas por Xue Xinran que quiso concienciar a su país de lo que estaba pasando con las mujeres para intentar crear un cambio en la mentalidad de las nuevas generaciones. Siento que todos los libros que os esté enseñando sean dramáticos, pero este además de ser dramático es realista y creo que este tipo de libros tan duros deberían formar parte de la cultura general de todo el mundo, que se leyera en los institutos, y también fuera de ellos. Y por eso os recomiendo esta lectura.

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4. Kafka en la orilla de Haruki Murakami

En realidad os podría recomendar cualquier libro de Haruki Murakami porque es un autor maravilloso, con una imaginación tremenda e historias totalmente diferentes a lo que hay por ahí fuera. Sus personajes no son nada cliché, y sus historias son realistas con un toque de ficción y absurdo muy chulo. Por eso, digo yo, debe ser el autor japonés más leído en todo el mundo.

Os vengo a recomendar Kafka en la orilla porque es un libro cuya portada ya te llama, pero la historia además es muy divertida y estrafalaria. Nos encontramos con Kafka, un chaval de 16 años que escapa de su casa sin destino fijo, y Satoru Nakata, un viejo loco que habla con los gatos. La historia es rara de cojones pero es una buena historia a la que engancharse y además muy entretenida.

¿Qué mejor forma de conocer Japón que leyendo un autor japonés que escribe sobre personas y sitios japoneses?

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Pues hasta aquí mi entrada de hoy, si tenéis algún libro o autor que deberíamos añadir a la lista no dudéis en dejármelo en comentarios. ¡Nos vemos!