Roma: Una maravilla en blanco y negro

Si hay algo que me fascina de Alfonso Cuarón es su eclecticismo insobornable, su capacidad para saltar de un género a otro con una facilidad pasmosa y encima… hacer que casi todas sus películas sean buenas. El señor adapta a Charles Dickens, y luego hace una comedia dramática, y luego una película de Harry Potter (la mejor de toda la saga, por cierto), y luego un drama distópico de ciencia ficción y luego una aventura espacial y ahora nos viene con un drama costumbrista inspirado en su propia infancia y en las mujeres que lo cuidaron entonces. Y lo clava. Porque Roma (cuyo título viene al caso de que se ambienta en un barrio de clase media-alta llamado así de México D.F.) es una maravilla. Es dura, pero conmovedora. Es un trozo de la vida mexicana de los años sesenta y habla de toda clase de asuntos integrándolos perfectamente en la historia de una criada del hogar de aquellos tiempos.

roma2

Tenemos clasismo e hipocresía social, y discriminación del indígena, y pobreza, y machismo, y aporafobia, pero también una humanidad increíble alejada de todo maniqueísmo posible. Los personajes son reales, creíbles cien por cien, dolorosos casi, y están espléndidamente interpretados y todos tienen una pirueta llena de significado que realizar frente al espectador para enriquecer su fresco coral. Desde la mencionada criada hasta sus jefes, de familia rica, pasando por su desconsiderado novio o por los ambiguos niños a los que cuida. Casi ninguno es bueno ni malo, y el a priori más clasista sorprende con destellos de bondad inesperados.

El caleidoscopio social y emocional de Roma es maravilloso, inolvidable, de una lucidez brutal, y contrapone las vidas en la ciudad y en el campo, en la riqueza y en la pobreza, en el cuerpo de un hombre y en el de una mujer. Su fotografía es portentosa, inolvidable, y escenas para el recuerdo tiene cientos, y momentos que ponen los pelos de punta otros cuantos (el plano de la playa y las olas quedará para los anales de la historia del cine: es un clásico instantáneo, desde ya, desde ayer). La nueva película de Cuarón te atrapa y no te suelta, te sumerge en el claroscuro total, te enseña que la vida no es cuestión de blancos y de negros y te muestra que todos somos vileza y luminosidad. Maravillosa. Imprescindible.

roma3

‘Mary y la flor de la bruja’. ¿Un déjà vu de Miyazaki?

mary2

El Studio Ghibli llevaba unos cuantos años con la producción de largometrajes detenida desde que el 3 de agosto de 2014 se diese públicamente esta triste noticia. Supuestamente, Hayao Miyazaki se retiraba, y, para colmo, Isao Takahata casi tampoco estaba activo (murió de hecho, y por desgracia, el pasado 5 de abril de cáncer de pulmón). Aunque el 10 de agosto de 2017 dicho estudio volvió a abrir sus puertas a la producción de filmes largos, algunos directores como Hiromasa Yonebayashi, junto a otros guionistas y animadores, se habían marchado ya y fundado el Studio Ponoc, que muestra en su logotipo a Mary de su primera producción estrella, Mary y la Flor de la Bruja, en lo que es toda una declaración de intenciones (en el de Ghibli, como sabemos, aparece Totoro).

mary5

Mary y la Flor de la Bruja, tercera obra de Yonebayashi tras Arrietty y el Mundo de los Diminutos y El recuerdo de Marnie, es una película muy bonita y con una animación impecable, aunque se nota demasiado la sombra alargada, alargadísima, de las obras del mencionado Miyazaki. Niña bruja (que recuerda a Niki de Nicky, la aprendiz de bruja), mundo mágico conectado con el real (que recuerda a El viaje de Chihiro), villanos brujos, abuelita entrañable, metáforas y alegorías, mensaje ecologista y de buen trato hacia los animales, protagonista femenina con gato. Vale, exactamente no es una copia descarada de ninguna película del creador de La princesa Mononoke, pero sí que nos enfrentamos en ella a un déjà vu constante. También tiene algunos fallos de guión y algunas lagunas. Y también, ojo, algunos momentos muy buenos.

mary3

Mary y la Flor de la Bruja está basada en la novela La pequeña escoba de palo de Mary Stewart y narra una historia de superación, de aventuras, de integridad y de amor por la naturaleza en la que una niña encuentra el poder de la magia y se enfrenta a unos magos corruptos. En sus partes positivas, tiene una trama que se sigue con fluidez, unos personajes entrañables, un toque siniestro que todo buen cuento de hadas luce bien y, por supuesto, una animación como he dicho impecable. En el punto flaco, como he dicho, todo recuerda demasiado a producciones anteriores de Ghibli, y además a veces con cierto descaro. También la historia recuerdo que tiene lagunas: no se profundiza en el mundo de los magos, y apenas se sabe nada de sus estudiantes y de otros personajes que aparecen de pasada.

mary4

El filme tiene momentos excelentes como el duelo en la casita de la bruja y otros fallidos (como una introducción muy desgajada del conjunto general) que le impiden ser redondo. No es, en absoluto, a pesar de todo, una mala producción. Mary y la Flor de la Bruja es animación de la buena. Le falta la brillantez, pero sus fallos no son grandes y sus referencias no llegan a empantanarla por completo. Veremos qué nos trae en el futuro este recién fundado Studio Ponoc.

 

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

“Los Crímenes de Grindelwald”: prólogo interminable para una secuela mal articulada

El gran, grandísimo problema de «Los crímenes de Grindelwald» es, por encima de que sea una precuela bastante mal planteada, que es un prólogo gigantesco a una larga y nueva saga de películas del universo de Harry Potter que están por venir. Más de dos horas tenemos de hechos y hechos que nos dejan con la miel en los labios porque de repente todo se corta de un tajo y nos prometen una siguiente entrega que llegará en algún momento durante los próximos años. Pues vale. No hay clímax apenas, y para colmo, no hay desarrollo de personajes: salvo Dumbledore, que aparece por fin, ninguno de los nuevos caracteres está bien delineado. No sabemos quién es casi ninguno de ellos ni sus razones para hacer lo que hacen porque aparecen de forma fugaz y desestructurada, y nos perdemos en un maremagnum de nombres, de escenas desgajadas y de menciones que nos lían y nos dejan de interesar al poco tiempo (por lo menos al que no es un grandísimo fan de la saga).

grinder1

El ritmo de la película, debido a esto, es soporífero. Y además, apenas hay escenas de aventuras y de acción, que era algo que caracterizó a la primera «Animales fantásticos y dónde encontrarlos» y que la hizo tan extremadamente divertida. Ambientación de diez, eso sí, y hay algún mensaje efectivo que hace referencia a los albores de movimientos supremacistas que tiene aplicación hoy en día con las olas de populismo mundial que estamos viviendo, pero paren de contar. David Yates, que lleva en la saga desde «Harry Potter y la Orden del Fénix», de 2007, aunque no sea un gran director, debería por lo menos saber ya lo que funciona y no funciona en estas producciones en serie (más que nada porque ya la cagó también y bien cagada en «Harry Potter y el Misterio del Príncipe»).

grinder2

Todo ello aparte de que, y esto es un gran problema que tienen las precuelas, hay mil cosas que no coinciden con los hechos que vendrán después a partir de «Harry Potter y la Piedra Filosofal». Si Dumbledore es un personaje clave de la historia, no le puedes crear a posteriori un pasado tan rico que implica incluso a un nuevo villano tan poderoso o más que Voldemort que luego a todos les importa tres pitos. Si no te da para hacer una precuela, y ojo, comprendo que es muy difícil articularla por todas estas cosas, haz mejor una secuela y ya está. Me da pena, pero «Los crímenes de Grindelwald» no cumple con la frescura de su antecesora y la deja en muy mal lugar. Quedan otras cuantas películas por delante en los próximos años para mejorar lo presente… Espero que se pongan las pilas.

grinder3

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

“High Life”: High Tostón

 

Hay películas malas que son una chorrada. Véase “Venom” o “Slender Man”, por ejemplo, que son ambas recientes: son películas estúpidas, con guiones de andar por casa, que pueden llegar a dar risa. Son películas a pesar de todo sinceras: una es un intento descarado de exprimir los derechos de un villano de una “saga madre” al que con toda la cara dura del mundo desgajan de su universo y le dejan sin héroe al que batir y la otra es una pamplina de terror palomitero y “mata-adolescentes” para pasar la gorra en Halloween. Y fin. Lo que ves, es lo que hay. Y sabes a lo que vas si accedes a verlas.

Pero luego, hay películas malas de otro calibre. Son las pretenciosas. Son las pedantes. Son las que van de lo que no son o de lo que quieren pero no llegan a ser. Son las que tratan de seducirte con imágenes bonitas o desagradables y con palabras barrocas o con simbolismos retorcidos para luego no contarte nada coherente o dejarlo todo en manos de lo ambiguo y lo metafórico y “si no lo comprendes, es que no lo has entendido”. Estas películas están a otro nivel: al nivel del auténtico timo.

highlife2

“High Life” de Claire Denis es un popurrí de “Solaris”, de “2001. Una odisea del espacio” y de demás clásicos incuestionables de la ciencia ficción pero sin fondo ninguno. O, si lo tiene, la directora no ha conseguido que yo lo pille, qué quieren que les diga. Sí, vale, habla del destino de la humanidad, de la naturaleza humana bajo presión extrema, de las relaciones personales entre gente que se vuelve majareta encerrada en una nave. Y hay ambición, y maldad, y conceptos opuestos de lo que que es o no correcto. Pero no va nada a ninguna parte.

Denis imprime un ritmo soporífero a todo. Y lo digo yo que adoro el cine iraní y el minimalista asiático. La trama va a trompicones y los personajes están desdibujados. Los diálogos tampoco ayudan: son pretenciosos y enigmáticos de forma artificial, desnaturalizados con poca habilidad. Y el desenlace es un alivio, porque aunque no aclara absolutamente nada, por lo menos te deja levantarle y largarte de la sala.

No soy un crítico duro, salvo con casos excepcionales. Me encanta Woody Allen y me encanta Indiana Jones (hasta la odiada cuarta entrega me divirtió). Pero películas como “High Life”, que te van a enseñar el sentido de la vida mientras te dan un somnífero después de una comilona para, al final, reírse en tu cara, me molestan, sinceramente. Infumable.

highlife3

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

“Holmes y el Caso de los 8 Estómagos”. Elogio del pastiche

El pastiche es un “género” literario bastante denigrado. Cosa que es comprensible en un mundo donde los escritores que se dedican por ejemplo al terror, al fantástico, a la ciencia ficción o al “noir” todavía tienen que pedir perdón en ciertos sectores. Dicen que a Ursula K. Le Guin no le dieron el Nobel por ser una escritora esencialmente de ciencia ficción y fantasía. Dicen. Pero tiene su sentido. Porque todavía existen muchos prejuicios con la literatura que no es, por decirlo de alguna manera, “realista”. Términos como el “Realismo Mágico” parecen incluso excusarse constantemente. A pesar de que obras como “Cien años de soledad” o “Pedro Páramo” sean claramente de corte fantástico, pataleen lo que pataleen los de siempre.

Alejandro Castroguer es un escritor ya bastante conocido por su trilogía de zombies “La guerra de la doble muerte”, “El último refugio” y “El manantial”. Es también un creador que cambia de género con una pasmosa facilidad y manteniendo la calidad y la cohesión en su obra: es autor igualmente de la novela “Glenn”, en la que narra la vida del mítico pianista Glenn Gould, y de “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos”. Sí, esta última es un pastiche.

holmesintro

Sherlock Holmes es uno de los personajes clave de la ficción “noir” y de la ficción en general. No tengo que decirlo a estas alturas. Es, por ello, uno de los que más pastiches, valga la redundancia, ha protagonizado. De toda clase y condición. Y puedo decir que éste es uno de los mejores.

“Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” narra una historia completamente nueva del detective más famoso del mundo situada temporalmente en el “hiato” durante el cual estuvo desaparecido, tras su glorioso combate contra Moriarty, durante tres años. Alejandro Castroguer lo sitúa en Francia, en Montpellier concretamente, y allí le enfrenta a una aventura fantástica relacionada con una serie de asesinatos de personas cuyos cadáveres aparecen sin sus estómagos.

alecastroguer
El autor con su obra

La novela es una delicia tanto para el fan incondiconal de Holmes como para el profano. Es fiel a la esencia de los relatos de Arthur Conan Doyle y es capaz a la vez de plantear nuevos enigmas y de dar vueltas de tuerca sorprendentes. Los homenajes son constantes: a los personajes de la saga, a los casos más famosos del de Baker Street, a figuras históricas y artísticas de la época, y también a otros pastiches. Porque “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” es una pirueta que se sumerge en la metaficción para hacer reflexionar sobre la pura creación y sobre sus mil posibilidades. El libro está maquetado, espléndidamente por cierto, con unas páginas en blanco y con las letras negras y con otras páginas en negro y con las letras blancas. No es casualidad… Tendrán ustedes que descubrir por qué.

Pero por encima de todo “Holmes y el Caso de los 8 Estómagos” es un thriller frenético, emocionante, entretenidísimo, que coge al lector y no lo suelta, que se lee en un vuelo porque divierte sin parar y porque no deja de dar un giro de guión inesperado tras otro. No importa que hayas leído poco de las aventuras del detective y de su amigo Watson: esta novela te enganchará y te mantendrá siempre la mente inquieta. Y, lo que es no menos importante, lo hará con una sonrisa en la boca, porque el humor inteligente está bien presente, así como la mejor acción aventurera.

holmeeees

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

“Slender Man” El vacío y la tontería

Posiblemente, el mito del terror más famoso de la era de Internet hasta este momento sea el del Slender Man, un mito que ha protagonizado desde producciones audiovisuales de diversa índole hasta sesudos ensayos sobre las leyendas urbanas. Coincidiendo con la cercanía de Halloween, se ha estrenado esta cosa que lleva su nombre y que es la primera de ellas realizada con “grandes medios”. Y también es una de las peores bazofias de su género que he tenido el disgusto de ver en mucho, mucho tiempo.

Joey King

Esto son cuatro chicas adolescentes que se aburren en su pueblo pequeño de la Norteamérica profunda y que se ponen a invocar al monstruo tecnológico de marras en una noche de juegos (no me suena de nada esto…). Entonces, llega el Slender Man y van desapareciendo una a una (esto tampoco me suena de nada). Desparece una y luego otra, pero las dos que quedan vuelven a ver a la segunda como una especie de zombie (a la primera no) y luego ya no la ven nunca más (¿?). A causa de todo esto, se pelean, y una se cabrea y se lía para joder a su amiga con un niñato del instituto del que se sugiere que también es perseguido por el Slender Man (y no sabemos más, porque esta subtrama el director se la deja en el tintero y se queda tan pancho). Y luego, el monstruito delgado y sin cara las ataca (previamente las ha mareado con sustos que no sirven para nada y las ha dejado escapar de forma imbécil) y llega el final de la película y todo se despacha escupiéndole al espectador en la cara con una salida que todavía estoy decidiendo si me hizo reír o llorar.

slendermandos

Por cierto, a los vecinos del pueblo donde la historia ocurre se la pela todo esto: la policía pasa tres kilos, los padres de las chicas pasan tres kilos y el gobierno no envía ni a un detective interpretado por algún actor acabado para que se pasee un rato y hable con los paletos. Todo esto lo acompañamos de diálogos patéticos, de personajes sin carisma ninguno, de actuaciones lastimosas, de unos efectos especiales que dan un cantazo que apesta (en serio, es que son horrorosos) y de unas escenas de miedo que… Pues que no dan miedo. Pero ni una.

slendermancuatro

Por cierto, si alguien espera que se profundice algo en el mito del susodicho Slender Man, la lleva clara: no se dice nada de este señor de las sombras. Ni mucho ni poco, ni nuevo ni viejo: nada. Aporte: cero. Toda esta película es un desastre chusco y cutre. De lo peor del año. Y del pasado, y del anterior.

slenderman2

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

Jacques Tardi y la memoria en viñetas de la Gran Guerra

Conocemos de sobra la Segunda Guerra Mundial. No en vano, Adolf Hitler es tan tristemente famoso que ha llegado a ser, irónicamente, un personaje “pop” cuyo bigote es más célebre que el del mismo Charles Chaplin (cosa que al humorista por cierto no le haría ninguna gracia). La conocemos tanto que a veces nos cansan los productos que se derivan de ella. “¿Otra de nazis? Puffff. Qué pesados: qué pereza”. ¿Cuántas veces hemos escuchado o dicho frases como ésta? En la ficción y en el documental, estamos bien nutridos de Segunda Guerra Mundial. En el cine, en las series, en la literatura, en el cómic, en los videojuegos. La hemos revisitado en el mismo frente, la hemos revisitado en los terribles campos de exterminio, la hemos revisitado en el propio búnker de Hitler, la hemos revisitado disparando en videojuegos, la hemos revisitado en versiones paródicas con zombies de por medio, la hemos revisitado en comedias más o menos irónicas. Pero, ¿qué sabemos de su antecesora, la Gran Guerra?

La Primera Guerra Mundial, a pesar de ser una de las grandes causas de la segunda y a pesar de haber cambiado nuestra historia para siempre, es una guerra que permanece, en comparación con su sucesora, bastante olvidada. La ficción no se libra de ello. ¿Cuántas películas conocen de la Gran Guerra? Sí, haberlas las hay. Pero, ¿las pueden contar con los dedos de las dos manos? ¿Y cuántas novelas? ¿Y cuántos videojuegos? ¿Y cuántos cómics? Sí, la Gran Guerra es una gran marginada en el mundo del arte. En líneas generales lo es. Y fue tan brutal, tan desgarradora y tan interminable como la que le siguió décadas después.

Por suerte, hay autores que no la han olvidado, que han escrito sobre ella para que la tengamos siempre en mente, para que las experiencias de los que murieron en las trincheras no sean olvidadas, para que las nuevas generaciones sepan que si alguien como el mencionado Hitler llegó al poder fue en parte porque antes hubo una contienda planetaria de la que salieron imperios desmembrados y varios pueblos humillados y que a él le vino de perlas.

Jacques Tardi
Jacques Tardi

Uno de estos autores es el francés Jacques Tardi. Es bien conocido por su serie “Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec” (todo un hito en su país), por la policíaca “Nestor Burma”, por la histórica “El grito del pueblo” o por sus dibujos para los guiones de otros autores (como por ejemplo, la genial comedia “Ici Meme” de Jean-Claude Forest). Es, además de ello, uno de los creadores de las viñetas que mejor y más ha retratado lo que fue esta Gran Guerra. Al igual que Art Spiegelman en “Maus”, Jacques Tardi se basó en el horror que vivió un familiar para escribir sobre la contienda: su abuelo era un superviviente de las trincheras que, traumatizado de por vida, rechazó en su lecho de muerte al sacerdote que le iba a administrar la extrema unción declarando que no creía 1laguerradetrincherasen Dios porque “si existiera, no permitiría las guerras”.

La Gran Guerra recorre un porcentaje bien alto de la obra de Tardi. Está ya presente en creaciones más cortas de sus inicios como “Adiós Brindavoine”, “La verdadera historia del soldado desconocido” o “El agujero del obús”, pero no es hasta “La guerra de las trincheras”, publicada en 1993, que es la protagonista absoluta. Tomando como punto de partida las experiencias de su mencionado abuelo, las charlas con historiadores especialistas, documentación de toda clase, fotografías e historias de hombres comunes que lucharon en el frente, el autor francés crea un álbum inmortal de la historia del cómic. Su dibujo es tan crudo como lo que cuenta. Blanco y negro brutal, elementos aislados en color y un toque naif bastante terrorífico configuran sin embargo un realismo sin concesiones. Van a encontrar en esta obra tristeza, frustración, depresión, violencia, terror, muerte, desesperación. Tati se centra especialmente en el soldado raso, en la persona aplastada por la Historia, en el peón que es arrojado contra las balas por el rey que ni siquiera le conoce en una guerra que a veces no llega ni a comprender del todo.

Sus personajes son carne de cañón en un retrato coral plagado de injusticias. Soldados que se suicidan, fusilamientos injustos, hombres que se vuelven locos, superiores que se transforman en auténticos psicópatas, patriotas majaderos que se sacrifican por nada. La guerra de las trincheras, con sus armas entonces novedosas, con sus gases nunca vistos, con sus máquinas de matar demenciales, es retratada en todo su esplendoroso horror. Una vez que se ha leído este cómic, nunca se olvida de que antes de la Segunda Guerra Mundial hubo una Primera.

Jacques Tardi no se quedó aquí, sin embargo, y por suerte. “El soldado Varlot”, de 1999, tiene un guión de Didier Daeninckx, pero él vuelve a dibujarlo, y vuelve a su escenario predilecto una vez más tras haberlo revisitado también con el propio Daeninckx, aunque en clave “noir”, en “La última guerra”, de 1997. Como se puede observar, esta contienda mundial planea sobre toda su obra, incluso sobre la que no es puramente bélica.

“¡Puta guerra!”, de 2008, viene a ser una continuación, por lo menos “espiritual”, de “La guerra de las trincheras”. El francés completa el monstruoso universo que ya desarrolló en aquella con más datos, con más historias, con más horrores, y lo acompaña de un dossier imprescindible de Jean Pierre Verney, historiador que le ha ayudado mucho a recrear todos los hechos de sus tramas.

Finalmente “El último asalto”, del cercano 2016, es un nuevo álbum sobre su época predilecta al que acompaña un material extra en CD con una colección de canciones sobre la Gran Guerra adaptadas e interpretadas por su mujer, la cantautora Dominique Granger, y su banda Accordzeam. Todo un maestro es Tati a la hora de abordar el mismo asunto pero dándole una vuelta de tuerca novedosa e inesperada que se sirve del baile con otros artes, de la fusión de formatos.

Nos dejamos en el tintero alguna obra más, pequeña ésta, relacionada con la Primera Guerra Mundial de este francés incombustible. Su “trilogía” queda comentada y recomendada. Es un buen momento este año 2018 que ya está tocando a su fin para recordar que la guerra es siempre algo terrible y monstruoso, y pocos artistas han hecho tanto para que no sea olvidada como Jacques Tardi.

‘La Vida en el Infierno’: el debut (olvidado) de Matt Groening

Ahora que la corrección política imperante ha conseguido que un personaje tan querido como Apu vaya a ser eliminado de “Los Simpson” y que la nueva serie de su creador, Matt Groening, llamada “(Des)encanto”, haya sido recibida con bastante frialdad en general, creo que es buena hora para hablar de una de sus mejores y, por desgracia, más olvidadas obras: “La vida en el Infierno”.

Cuenta el creador de la familia norteamericana animada más famosa de la historia que, cuando se mudó desde su Portland natal a Los Angeles para tratar de ser escritor, tuvo que realizar, para sobrevivir, una “serie de trabajos desagradables”. De estas experiencias nació, en 1977, su primera tira cómica, esta sátira social que retrataba, a través de diversos capítulos, cómo era la vida en la Norteamérica moderna: es decir, cómo era la vida en el Infierno.

infierno2

El mismo Groening dibujaba estos cómics a mano y los fotocopiaba para venderlos en diversos establecimientos de la ciudad o para distribuirlos entre sus amigos y conocidos. “La vida en el Infierno” satirizaba desde la infancia hasta la adolescencia pasando por el amor y el sexo, el mundo laboral (que era despiadadamente despellejado con todas sus miserias), la familia (también puesta especialmente a parir) o la vida cotidiana en todas sus facetas. El humor es el que ya conocemos de sobra por “Los Simpsons”: muy ácido, a veces brutal y terrible, políticamente incorrectísimo, pero con un toque de ternura y otro importante de amargura vital. “La infancia es el Infierno”, “El trabajo es el infierno”, “El amor es el Infierno”… Eran los títulos de las “secciones” en las que fueron agrupándose cada segmento de la serie.

Los protagonistas eran conejos antropomorfos en los que ya se reconocía el particular e inimitable estilo de Groening. Vivían toda clase de desventuras más bien desagradables en su búsqueda de la felicidad en el país de las oportunidades. Teníamos familias desestructuradas, niños solitarios, trabajadores explotados, homosexuales marginados, pringados que no encontraban su lugar en la gran ciudad, frustrados amorosos y sexuales de toda clase y condición. Todos nos podemos reconocer en algunos o en varios de ellos.

infierno3

Poco a poco, “La vida en el Infierno” fue haciéndose cada vez más popular y al final acabó llegando a estar nada más y nada menos que presente en doscientos periódicos de los Estados Unidos. Poco a poco, también, y en gran parte gracias a esta tira cómica, Matt Groening fue haciéndose un hueco como dibujante, guionista y humorista en diversos medios. Lo que viene después, cuando le ofrecieron hacer una serie animada basada en esta misma tira que él declinó para realizar otra inspirada en ciertos personajes de color amarillo que acababa de idear ya lo conocemos todos bastante bien.

Hoy, “La vida en el Infierno”, a pesar de haber sido publicada en infinidad de países tras el éxito de los mencionados “Los Simpson” o de “Futurama”, y a pesar de gozar de gran cantidad de merchandising, no es tan famosa como otras creaciones del autor, especialmente fuera de los USA. Creo que es una tira cómica que hay que reivindicar y que nos ofrece el interesante germen de lo que iba a ser la futura carrera de este sardónico creador que cambió la animación televisiva para siempre.

infierno5

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.

¿Merecía ‘True Detective II’ aquel vapuleo despiadado?

La segunda temporada de True Detective fue una de las series más cruelmente vilipendiadas de su año. La destriparon con saña, sin ninguna clase de piedad. Imagino que la sombra alargada de su antecesora, un clásico instantáneo, le hizo un mal irreparable e infló demasiado sus expectativas. La «maldición de la primera obra maestra», lo llaman algunos. Pienso, de todas formas, que algunas personas han optado por cogerle manía a esta segunda historia de la franquicia de forma gratuita, sólo porque la anterior era muy buena y a la sucesora ya había que mirarla mal sí o sí (ya saben, las normas de la casa gafapasta). Recuerdo que ya en los meses de abril y mayo de 2015, cuando no se sabía demasiado de ella aparte de quiénes eran sus protagonistas, ya estaba siendo objeto de críticas asesinas. También recuerdo que muchos, con sólo haber visto el primer capítulo, ya la despreciaron y la abandonaron (cosa que tampoco entiendo: con un sólo episodio no puedes juzgar a una temporada entera que tiene otros siete).

truedos1

Una de las grandes «comidillas» del final de aquel año entre amantes del cine y de las series fue «lo mala» que era True Detective II. «Terrible», «decepcionante», «aburrida», «nada original», «un fracaso”. En medios de todo tipo: desde el blog más cutre hasta el periódico más famoso. Y sí, ciertamente es floja, desde luego, y las comparaciones son odiosas. Pero tampoco es un horror ni la peor serie de su año.

Nick Pizzolatto es de nuevo el creador y, tal y como comunicó en su momento, incursiona en otro tipo de historia negra. El objetivo de la serie es éste: explorar diferentes formas de “noir”. En la primera True Detective teníamos una trama retorcida de sectas, de poderes y símbolos primigenios, de ambiente rural. Aquí tenemos una trama de policías y mafiosos, de corrupción y de ambiente urbano. Pasamos de la América profunda a la América del cemento y el cristal. Me parece excelente arriesgarse para no repetir la fórmula (aunque me da a mi que algunos, se haga lo que se haga, lo van a criticar: si repite, porque repite; si no repite, porque no repite). Tenemos, sin embargo, las mismas coordenadas que en la temporada de 2014: unos personajes al borde del abismo que han de demostrarse a sí mismos y al mundo que les rodea que, después de todo, son más íntegros, valientes y justos que toda la podredumbre que les rodea. Pizzolatto trata ahora asuntos como las secuelas de la guerra, la frustración sexual, la hipocresía social, la violencia, la soledad, las relaciones familiares y de pareja, la mencionada corrupción o el capitalismo agresivo. El estilo es el mismo: el escenario es onírico, realista a la vez, sucio y oscuro, y el poso narrativo es directo, tajante.

truedos2

Los diálogos, aún siendo pretenciosos a veces y excesivamente enigmáticos otras, me parecen acertados en True Detective II. Es cierto que carecen de la genialidad de los de su antecesora. Los personajes me parecen también interesantes, aunque es cierto que no tienen, ni de lejos, el carisma de los dos protagonistas de la primera temporada (y es que es verdad que, prejuicios aparte, aquella dejó el listón muy, muy alto). No me parece que estén mal interpretados: creo que todos los actores lo hacen muy bien, desde Colin Farrell hasta Rachel McAdams y Kelly Reilly pasando por los ultracriticados Taylor Kitsch y Vince Vaughn (este último me parece que se come la pantalla con su ambiguo personaje). La temporada está rodada con potencia también, pienso, y hay capítulos excelentes como el cuarto y el sexto.

truedos3

No obstante, no niego que, en conjunto, esta True Detective de 2015 es más convencional en todos los aspectos que la original. Hay capítulos olvidables como el segundo y el tercero, y a la trama le cuesta arrancar (hasta el cuarto no lo hace del todo). El desenlace también puede resultar algo decepcionante (a pesar de contar con escenas excelentes como la del personaje de Vaughn en el desierto). En fin, no se puede conseguir siempre la excelencia, aunque pienso que es injusto también masacrar de esta manera a una temporada que es desde luego normalita, pero que tampoco es la peor infamia que se ha hecho (hay series mucho peores, vaya que sí). En fin, después de este jarro de agua ciertamente algo fría, veremos qué ocurre con True Detective III, que llegará el próximo año. Espero sólo que todo el mundo sea justo con ella, y que antes de elaborar una crítica destructiva por lo menos se den la molestia de terminarla.

 

José Torres Criado

Escritor. Lector omnívoro. Viajero de las viñetas. Melómano indisciplinado. Autor de la novela corta ‘Imagen corporativa’, publicada por Ediciones El Transbordador.