Roma: Una maravilla en blanco y negro

Si hay algo que me fascina de Alfonso Cuarón es su eclecticismo insobornable, su capacidad para saltar de un género a otro con una facilidad pasmosa y encima… hacer que casi todas sus películas sean buenas. El señor adapta a Charles Dickens, y luego hace una comedia dramática, y luego una película de Harry Potter (la mejor de toda la saga, por cierto), y luego un drama distópico de ciencia ficción y luego una aventura espacial y ahora nos viene con un drama costumbrista inspirado en su propia infancia y en las mujeres que lo cuidaron entonces. Y lo clava. Porque Roma (cuyo título viene al caso de que se ambienta en un barrio de clase media-alta llamado así de México D.F.) es una maravilla. Es dura, pero conmovedora. Es un trozo de la vida mexicana de los años sesenta y habla de toda clase de asuntos integrándolos perfectamente en la historia de una criada del hogar de aquellos tiempos.

roma2

Tenemos clasismo e hipocresía social, y discriminación del indígena, y pobreza, y machismo, y aporafobia, pero también una humanidad increíble alejada de todo maniqueísmo posible. Los personajes son reales, creíbles cien por cien, dolorosos casi, y están espléndidamente interpretados y todos tienen una pirueta llena de significado que realizar frente al espectador para enriquecer su fresco coral. Desde la mencionada criada hasta sus jefes, de familia rica, pasando por su desconsiderado novio o por los ambiguos niños a los que cuida. Casi ninguno es bueno ni malo, y el a priori más clasista sorprende con destellos de bondad inesperados.

El caleidoscopio social y emocional de Roma es maravilloso, inolvidable, de una lucidez brutal, y contrapone las vidas en la ciudad y en el campo, en la riqueza y en la pobreza, en el cuerpo de un hombre y en el de una mujer. Su fotografía es portentosa, inolvidable, y escenas para el recuerdo tiene cientos, y momentos que ponen los pelos de punta otros cuantos (el plano de la playa y las olas quedará para los anales de la historia del cine: es un clásico instantáneo, desde ya, desde ayer). La nueva película de Cuarón te atrapa y no te suelta, te sumerge en el claroscuro total, te enseña que la vida no es cuestión de blancos y de negros y te muestra que todos somos vileza y luminosidad. Maravillosa. Imprescindible.

roma3

A un océano de distancia: Pedro Garfias, exiliado y literato

«Cuando el exiliado vuelve, después de tantos años que son toda una vida, vuelve con sus
muertos. Con su recuerdo recobramos lo que fue suyo y queremos que siga siendo nuestro». Así comenzó Luis Ríus1, poeta, filósofo y amigo de Pedro Garfías, una de las veladas acaecidas décadas más tarde de su muerte, en una España que el poeta abandonó empujado al ostracismo aún en su singularidad en su exilio mexicano; en una España democrática que cayó y él esperó volver a ver erguida.

En este caso, no puedo obviar las presentaciones, aún es una incógnita para muchos quién fue Pedro Garfias, lo cual es increíble, porque hablamos de un miembro de la generación del 27, uno de los fundadores del movimiento ultraísta, una de las voces más rasgadas que recitaron en la Guerra Civil y, más tarde, al otro lado del océano, por su patria perdida. Para conocer a este salmantino de corazón andaluz, no puedo menos que citar a la máxima autoridad en su persona, Francisco Moreno Gómez, quien leyó su tesis sobre Garfias en 1994.

Garfias fue un testigo excepcional de tres décadas de nuestra historia: los años veinte, como baluarte de las vanguardias y, en concreto, del ultraísmo; los convulsos años treinta, como miembro de una generación de intelectuales excepcional, así como partícipe en la Guerra Civil; y los duros años cuarenta, con una visión amarga del exilio y su propia vida ejemplificante como intelectual exiliado en tierras mexicanas2.

Hijo de andaluces, ella, María Dolores Zurita Chia, sevillana de Villa Manrique y él, Antonio Garfias Domínguez, de origen desconocido, pero radicado en la provincia de Córdoba y con apellido de origen onubense3, Pedro Garfias Zurita nace en Salamanca en 1901 debido a la actividad laboral de su padre. La familia se traslada a Osuna en 1905, comenzando así, para el futuro poeta, la vinculación con Andalucía.

Con la muerte de su madre en 1909, comienzan a aflorar sentimientos y preguntas en el joven, que no tardará en volcarse en los libros y comenzar así su formación individual. En 1916 el aún adolescente Garfias se traslada a Sevilla para cursar Derecho por deseo de su padre. Allí se vería inmerso en un ambiente cultural regeneracionista, donde se codearía con poetas y dramaturgos, firmando en el mismo año de su traslado a la capital andaluza el manifiesto ultraísta junto a otros como José Rivas Panedas, Guillermo de Torres, etc… El ultraísmo es un movimiento de reacción al modernismo vigente, supone un regreso al idealismo, a la subjetividad… Como dice Moreno Gómez: «para comprender a Garfias hay que ser un romántico, un idealista, un quijote, para así poder interpretar una personalidad como la de él: un idealista con altos valores que le harían ser un desengañado, porque chocó contra la vulgaridad de la vida»4.

En 1918, Garfias se traslada a Madrid para concluir sus estudios de Derecho —estudios que nunca finalizó—5. Durante la siguiente década, el poeta formó parte de diversas tertulias, siendo el nexo entre las realizadas en el Café Colonial —presidida por Cansinos-Assens—, el Café Pombo —presidida por Gómez de la Serna—, la Residencia de Estudiantes —donde destacaban nombres como Buñuel, Lorca y Dalí— y el movimiento ultraísta. Fue en este contexto dónde surgió la personalidad poética de Garfias, un poeta oral, un trovador contemporáneo que concebía la poesía como algo para oír. En esta línea comprendemos la razón del por qué la Universidad de Monterrey editó en la década de los setenta un disco del poeta recitando sus poemas bajo la dirección de Luis Ríus6.

Todo ello empujó al poeta a emprender su propia empresa, Horizonte, revista que Garfias concibió y sacó a la luz en el bienio 1922-1923 con el dinero que su padre le enviaba desde Osuna, se considera un puente entre generaciones: en ella publicaron novecentistas, ultraístas y miembros de la futura generación del 27 —fue en Horizonte dónde Alberti publicó sus primeros poemas7—.

Ligado a este proyecto, Garfias quiso crear la Editorial Horizonte, pero el proyecto no llegó a buen puerto; el poeta comienza así un período de introspección. Garfias se presenta desorientado, sin vocación, parece que las musas que le habían acompañado con anterioridad le han abandonado.

Aún en esta escena, Pedro Garfias consigue publicar El ala del sur en el año 1926, gran exponente de lo que se ha considerado como arte neo-popular y ultraísmo, y varios artículos en la revista Litoral y la Gaceta Literaria, medios literariamente vinculados a la generación del 27, donde el poeta intentó integrarse.

Finalmente, Garfias vuelve a su amada Andalucía, concretamente a Osuna. Allí conocería a Margarita Fernández Repiso, hija de una familia adinerada con la que establecería un noviazgo. Pese a que en el año siguiente el poeta se traslada a Écija, mantendría el contacto con Margarita, con la que se desposaría el 1 de diciembre de 1929 y se trasladaría a Jaén.

Con la única condición de acabar la carrera de Derecho, el padre del poeta le da el suficiente dinero para instalarse de nuevo en Madrid, donde Garfias se contagiaría de los aires intelectuales y combativos que la capital desprendía tras la proclamación de la República en el año 19318. En Madrid, comenzó a trabajar en una empresa hidráulica9, pero su carácter bohemio y su creatividad chocaba irremediablemente con una tarea tan monótona que acabaría abandonando en pro de colaboraciones como las halladas en El Heraldo de Madrid, artículos divididos en poéticos, políticos y reseñas de libros policíacos y de misterio.

Como decíamos, con la llegada de la República los intelectuales se pusieron mayoritariamente al servicio del nuevo régimen. Garfias a su vez, fue más allá en su actividad política, no dudando en sumarse al Partido Comunista junto a otros amigos como Rafael Alberti o Antonio Machado. Ello explica su participación en la revista Octubre en el año 1933.

Pero su importancia en esta década, como incide Moreno Gómez, es como poeta de la Guerra Civil10. Tras el pronunciamiento militar, Garfias se presenta como voluntario, marchando a la Sierra de Madrid con la Columna Mangada. Su poesía, como apunta Mendivil Macías, pasó a ser de vanguardia, para ser del pueblo y de la batalla11. Garfias usó sus poemas como palabras de aliento en el frente y en las estaciones de radio. El poeta y otros miembros de la Columna Mangada, volvieron a Madrid al enterarse que se estaba reorganizando la resistencia andaluza.

La Guerra Civil será para Garfias, como lo fue para muchos hombres y mujeres, españoles y extranjeros, la gran encrucijada romántica. El poeta formó parte del batallón Villafranca, que luchó en la batalla de Pozoblanco en marzo de 1937. De esta batalla procede la legendaria arenga: “Pozoblanco, Pozoblanco, no serás nunca de Queipo, te defienden los soldados del ejército del pueblo”12.

Del mismo modo que el conflicto marcó su vida, el exilio también lo haría13. Con la Democracia y la República caída, la resistencia comienza a retirarse por distintos puntos de la península. Garfias partió por la frontera francesa, pasó por distintos campos de refugiados -Argelès-Sur-Mer, Saint Cyprien…-, antes de viajar a Gran Bretaña el 27 de febrero. En sus meses de estancia en tierras inglesas, el poeta escribe Primavera en Eaton Hasting, una de sus obras más célebres.

Pablo Neruda recoge en su obra Confieso que he vivido, cómo Garfias trabó amistad con un inglés en estos meses. Sin que ninguno de los dos hablase el idioma del otro, charlaban amenamente durante las noches solitarias que siguieron al exilio14.

A continuación, expondré uno de sus poemas más sentidos, escrito en la antesala de la
frontera francesa, la última vez que pisaría tierra española:

Cruzando la frontera

España de tiniebla y amapola
cómo estos verdes frágiles
pueden fingirte ante mis ojos duros
que vienen deslumbrados de mirarte.
El corazón me pesa como un monte,
mis pasos se retardan esperándote,
tiro de ti como un barquero tira
de su barca a la orilla de los mares.
El mundo se entreabre a mi camino;
dicen que el mundo es grande…
pero había tantos mundos todavía
que descubrir entre tus besos, Madre.

A mediados de mayo de 1939, después de dos meses en Gran Bretaña, Garfias y otros
literatos, consiguen pasaje en el Sinaia, uno de los célebres barcos que marcharon al exilio con 1.800 españoles desde el puerto galo de Sète. Durante la travesía, y como explica Moreno Gómez en su conferencia en Écija, se acordó entre los intelectuales a bordo, hacer una publicación para entregar al presidente Lázaro Cárdenas como presente. Dentro de él, se encuentra el famoso poema Entre España y México.

Entre España y México

Qué hilo tan fino, qué delgado junco
-de acero fiel- nos une y nos separa
con España presente en el recuerdo,
con México presente en la esperanza.
Repite el mar sus cóncavos azules,
repite el cielo sus tranquilas aguas
y entre el cielo y el mar ensayan vuelos
de análoga ambición, nuestras miradas.
España que perdimos, no nos pierdas;
guárdanos en tu frente derrumbada,
conserva a tu costado el hueco vivo
de nuestra ausencia amarga
que un día volveremos, más veloces,
sobre la densa y poderosa espalda
de este mar, con los brazos ondeantes
y el latido del mar en la garganta.
Y tú México libre, pueblo abierto
al ágil viento y a la luz del alba,
indios de clara estirpe, campesinos
con tierras, con simientes y con máquinas;
proletarios gigantes de anchas manos
que forjan el destino de la Patria;
pueblo libre de México:
como otro tiempo por la mar salada
te va un río español de sangre roja,
de generosa sangre desbordada.
Pero eres tú esta vez quien nos conquistas,
y pasa siempre, ¡oh vieja y nueva España!

Garfias fue célebre en México. Su errante vagar por ciudades mexicanas dejo un amplio
legado en el país azteca15, pero sin duda, Pedro Garfias fue el poeta del exilio y el poeta de los exiliados españoles. Ello nos hace preguntarnos el por qué su obra es tan poco conocida. Sin duda, hay muchos factores que influyeron en este hecho: los historiadores que han centrado su atención en él y han hecho trabajo de investigación, aseguran que reunir su obra es una tarea de gran dificultad. Garfias escribía sobre cualquier material que caía en sus manos —folletos comerciales, envoltorios de productos, hojas de apuntar los tantos del dominó…—16, entregándolos con la misma facilidad a quienes compartían su tiempo y copas con él17; amigos, como Ríus, señala que uno de los motivos por los que Garfias ha sido sumido en el olvido, es su despreocupación por su proyecto editorial18.

García Monge señalaba que Garfias «jamás pensó en la retribución, en que le publicaran sus versos, en que hablasen de él»19. Su obra en México se bifurca, el poeta no deja de escribir, pero su obra esconde una mezcolanza de sentimientos: añoranza, tristeza, pesar… Garfias se volcó en el alcohol, siendo un rasgo lo suficientemente presente en su vida para que fuera numerosamente citado por sus conocidos y estudiosos. Don Francisco Giner de los Ríos decía: «es difícil encontrar un hombre tan bueno cuando está borracho que no sea Pedro. A Pedro, el alcohol le daba bondad y hondura. Él hablando en estado de embriaguez, representaba al hombre sano y honrado que todos queremos ser»20.

Pedro Garfias Zurita muere en Monterrey en 1967, habiendo sido tan parte del legado azteca como el español. Su sabiduría quedó patente en ambos lados del océano. Su legado no es prolífico, como bien señaló su amigo Buñuel, pero de este poeta «que podía pasar quince días buscando un adjetivo», nos quedan muchas otras enseñanzas de una vida de lucha, de sentimientos y de añoranza.

Notas

1. El País (1980), “Homenaje a Pedro Garfias, poeta español muerto en el exilio”.
2. Moreno Gómez, Francisco (2008), “Conferencia sobre Pedro Garfias”. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=emkuw9-Wxv8
3. Nota 1
4. Nota 2
5. Revista de la Poesía y el Pensamiento, (1968), “Pedro Garfias: vida y obra”, Litoral, p. 11
6. Revista de la Poesía y el Pensamiento, (1968), “Pedro Garfias: vida y obra”, Litoral, p. 8
7. Leal Aragoncillo, Ramón (2004), “Un olvidado de la Generación del ’27. Pedro Garfias en su centenario”, Apuntes 2: Apuntes y Documentos para una Historia de Osuna, nº4, p. 254
8. Revista de la Poesía y el Pensamiento, (1968), “Pedro Garfias: vida y obra”, Litoral, pp. 11-15
9. Nota 2
10. Nota 2
11. Mendivil Macías, José (2007), “Del poeta legendario Pedro Garfias, de su amigo Virgilio Fernández del Real y de los orígenes del Festival Internacional Cervantino”, Cuaderno del Ateneo, p. 90
12. Nota 11
13. García Monge, Carlos (2008), “Textos recobrados de Pedro Garfias”, Huarte de San Juan. Filología y Didáctica de la Lengua, nº10, pp. 25 y 26
14. Leal Aragoncillo, Ramón (2004), “Un olvidado de la Generación del ’27. Pedro Garfias en su centenario”, Apuntes 2: Apuntes y Documentos para una Historia de Osuna, nº4, p. 256.
15. García Monge, Carlos (2013), “Algunos prólogos de Pedro Garfias”, Huarte de San Juan. Filología y Didáctica de la Lengua, nº13, y InformadorMX (2015), “Homenaje a Pedro Garfias: el poeta exiliado”. Disponible en: http://www.informador.com.mx/cultura/2015/587026/6/homenaje-a-pedro-garfias-el-poeta-exiliado.htm
16. Nota 6
17. Nota 13
18. Nota 1
19. Nota 13
20. Nota 14

Este artículo fue publicado originalmente en akrox.com