Ganimedes: un rapto a lo largo del arte

Las referencias a Ganimedes en los textos clásicos son muy numerosas, pero, para mostrar rápidamente el mito, vamos a servirnos de Ovidio (son los versos 155-161 del libro X de Metamorfosis, traducción de Ely Leonetti Jungl, aparecida en la versión de Colección Austral, 1963-2004):

“El rey de los dioses se enamoró una vez del frigio Ganimedes, y se descubrió algo que Júpiter prefería ser antes que sí mismo. En efecto, no se dignó en transformarse en otra ave que no fuera la que podía llevar sus rayos [el águila]. Sin demora, batiendo el aire con sus falsas plumas, rapta al ilíada [Ganimedes], que todavía hoy mezcla la bebida y le sirve el néctar a Júpiter, a despecho de Juno”

Sin embargo, Ovidio de poco nos sirve para imaginar una descripción del joven frigio; necesitaremos otras fuentes, escritas y plasmadas.

Ganimedes era un joven, a veces un muchacho, otras, un niño, pero normalmente con atributos más infantiles que juveniles, frigio – es decir, de la misma raza que los troyanos –, y por tanto con rasgos de su región: cuerpo esbelto, rostro hermoso, pelo rizado y claro, normalmente rubio, tocado con un gorro frigio, atuendo característico de los pastores de la zona. A partir del Renacimiento, a esta iconografía se le añade un liviano manto, normalmente rojo. También puede aparecer acompañado por uno o dos perros, otra versión del mito en que los perros, ante la pérdida de su amo, lo lloran, ladran y aúllan por él (véase Eneida, de Virgilio). El otro elemento que acompaña al joven es el dios, Zeus-Júpiter, normalmente metamorfoseado en águila, aunque en algunas representaciones con forma antropomórfica.

En la antigüedad clásica, Ganimedes representaba al erómenos (ἐρώμενος), el joven amado por el erastés (ἐραστής), representado por Zeus, el hombre amante, dentro del ámbito de la relación pederástica homoerótica. Con el cristianismo, el mito tuvo que adaptarse: Ganimedes es la representación del alma que es elevada al Cielo por Dios. Con el tiempo, pasa a convertirse en un tema más universal: la representación del amor platónico (así, por ejemplo, en Miguel Ángel). Con todo, cualquier obra de arte está incompleta hasta pasar por los ojos de cada individuo, que completa la obra con su propia opinión e interpretación.

Dejados claros algunos conceptos básicos sobre el mito y su representación artístico-literaria, pasemos a hacer un breve recorrido por la historia del tratamiento de la escena que hemos leído de la mano de Ovidio.

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Ganimedes, crátera ática en el Museo del Louvre, c. 490 a.C.
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Zeus servido por Ganimedes. Crátera ática de Eucharides Painter, c. 490-80 a.C. (Museo Metropolitano de Arte, Nueva York)

Las primeras representaciones son pinturas en cerámicas griegas. Estas imágenes, a primera vista, parecen no adaptarse a la escena antes explicada del rapto. En efecto, la crátera del Louvre representa el antes, a Ganimedes como un joven jugando con un aro (juego considerado infantil en la Grecia Antigua)  y portando un gallo, regalo del erastés a su amante y, por tanto, un claro símbolo erótico. En la crátera del Metropolitano, la representación es del después: Ganimedes sirve vino a Zeus, fácilmente reconocible por el águila de su bastón. Por lo demás, la representación se ajusta a lo antes dicho: un joven de pelo rizado (oscuro en este caso, aunque claramente se trata de diferenciar el cabello del resto del cuerpo), en un caso largo, en otro corto, de cuerpo esbelto – con toda la esbeltez que pueda mostrar una cerámica, claro – y desnudo: clara imagen del erómenos, del amado.

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Rapto de Ganimedes en Terracota, Museo de Olimpia, 550 a. C.

Más antigua aún es esta representación, de época arcaica, del rapto en sí, que muestra al raptado como un niño en esta ocasión; Zeus sigue siendo esculpido con forma antropomórfica. Aunque los rasgos siguen siendo difíciles de apreciar, el pelo es rizado – en ambas figuras –  y el niño está tocado con el sombrero frigio; Zeus porta el bastón en una mano. Quizá el águila formara parte del conjunto, pero, si así era, se ha perdido.

En mi opinión, las dos primeras imágenes trataban de resaltar, más bien, la figura del erómenos, de Ganimedes, pero en esta tercera es al erastés a quien se pretende dar notoriedad: aunque lleva túnica, el pecho lo tiene descubierto, lo que lleva a mirarle a él antes que al niño. También la diferencia de tamaño entre ambos personajes lo resalta: hace ver la autoridad del maestro sobre el aprendiz, del erastés, que parece que vaya a empezar a andar, sobre el erómenos, que – si se conservara mejor – pareciera que estuviera revolviéndose en el brazo de Zeus.

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Ganímedes y Zeus, copia romana basada en la iconografía helenística (c. 160-170 d.C.; Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid)

Esta copia romana de originales griegos se acerca más al relato de Ovidio y Virgilio: el joven Ganimedes, raptado por el águila y el perro aullando a sus pies. Aparece ya con el manto, aunque no trata de tapar su desnudez (la falta de miembro viril en algunas esculturas de la época es producto de la mutilación vaticana): es una impresión menos erótica, más cerca de la concepción anímica del cristianismo que encontramos en Alciato.

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Andrea Alciato, Emblemata. In deo laetandum: Ganymedes, (1531); ver texto original en http://www.emblems.arts.gla.ac.uk/french/emblem.php?id=FALa032

Alciato hace una reinterpretación de la etimología de la palabra Ganimedes. Para Platón, el nombre estaba en relación con los significados “belleza”, “deseo”, “gozar”, “alegría”; así explica que si Zeus raptó a Ganimedes es porque el joven representaba el deseo por lo Bello – por el concepto platónico de Belleza –. Puede entenderse aún una “belleza” física en Platón. Sin embargo, en Alciato hay que ver ya una “belleza del alma” en el nombre de Ganimedes: de aquí la reinterpretación de Dios raptando al alma “bella” – y, por tanto, cerca del concepto de “beata”, “santa”, “pura de pensamiento” –. Parafraseando las palabras de Alciato, Dios – ya no Zeus – raptó a Ganimedes no porque fuera hermoso, sino porque su alma era pura, cercana a lo divino. En este punto podríamos hacer una larga perorada sobre la transmigración del alma platónico-cristiana: no tenemos espacio, ni tampoco interés, al menos no dentro del ámbito de este artículo.

A partir del Renacimiento, son muchas las representaciones que se hacen sobre el tema, la mayoría muy similares entre ellas, así que insertaremos unas cuantas aquí y comentaremos rápidamente algunas.

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Está claro que el Renacimiento está fuertemente marcado por Miguel Ángel: el tema será prácticamente copiado sobre su grabado. Por poner un ejemplo, la escena de Battista Franco que representa la batalla de Montemurlo – quizá haciendo referencia a la guerra de Troya, también – y, en el centro, un joven raptado por el águila, casi idéntico al de Miguel Ángel. La mayor parte de representaciones, pues, son similares a esta (véase la de Peruzzi y la de Corregio, anteriores a la de Miguel Ángel, pero también la de Rubens o la de Rembrandt, posteriores). Con Miguel Ángel, queda establecido un canon, que es básicamente calcado por muchos y repetido por otros.

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Francesco Albani, Júpiter y Ganimedes

 

Hemos visto a Ganimedes antes del rapto, durante el rapto y también después cuando ya ha sido establecido como copero; Albani nos lo presente justo tras el rapto, según opinión propia: es la escena del momento en que Zeus se despoja del disfraz, que yace en el suelo con vida propia, coge al erómenos de la cara, lo mira y le explica, confiesa su deseo; luego, vendrá la realización de dicho deseo.

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Peter Paul Rubens, Ganimedes (1611-1612; The princerly collection, Linchtestein)

No se debe hablar de Rubens: su pintura sólo debería ser disfrutada, no comentada. Pero, haciendo caso omiso a mi opinión propia, digamos dos cosas breves sobre el cuadro. El rapto, presentado adaptando el canon, es envuelto en dos escenas: la principal: Hebe hace entrega de la copa a Ganimedes, en un trasvase de poderes, un intercambio del rol de copero de los dioses; la secundaria, al fondo, representa a los dioses en banquete.

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Rembrandt van Rijn, El rapto de Ganimedes (1635; Gemäldegalerie, Dresde)

Y Rembrandt es el otro que no debe ser comentado, en mi opinión. Mismo tema, el rapto, pero con inversión de los valores en defensa de lo grotesco: el bello Ganimedes se ha convertido en un bebé llorón, un tanto horrendo; toda la escena es más grotesca, más impresiva, más realista.

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Bertel Thorvaldsen, Ganimedes con el águila de Zeus (1817), Museo Thorvaldsen, Copenhague

Saltamos un par de siglos y nos dejamos mucha producción artística atrás. Y llegamos a esta escultura, nuestra portada. Quizá sea de las más emblemáticas, de las que mejor resumen todo el mito: Ganimedes dando vino al águila, esta acción tan simple, nos hace pensar en el mito por completo, y no en una única escena.

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Gustave Moreau, Ganymede (The bridge to Modern Pinting), (1861, Musee Gustave Moreau)

 

 

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F. Kirchbach, Litografía de 1892

No podía escribir sobre Ganimedes y saltarme dos de mis imágenes favoritas, si bien no tan significativas como otras. Mismo tema, distinto estilo: Moreau consigue plasmar el rapto en un simple borrón impresionista y dar vida en nuestras mentes a la pintura, que se sucederá como un corto cinematográfico en nuestro cerebro.

En cuanto a la litografía de Kirchbach, vuelve a transportarnos a ese mundo más grotesco, más salvaje y real de Rembrandt: la escena, más que erótica, amorosa o simbólica, es, sobre todo, ruda, dura, entristecedora, quizá incluso aterradora: el águila parece tener una mirada voraz, maliciosa, y el joven, con los ojos en blanco, parece ya muerto.

Un efecto similar, más macabro incluso, podemos ver, ya a principios de este siglo, en las ilustraciones de Villalba, donde ya el ave no es un águila, sino un cuervo. En mi humilde opinión de novato en las artes, diría que intenta plasmar la pederastia, ya no la griega, sino la actual, en un intento de concienciación en cuanto a la violación de menores; realmente, se trataría de una renovación total del tema.

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“Siro”, Ganimedes acosado (2001)

Esta otra imagen la he robado de un blog (este); imagino que el nivel de fama del autor es mucho menor. Con todo, nos presenta a un Ganimedes distinto, vestido, joven, pero no tanto, acosado por el águila, como el que es acosado por algún compañero de clase; quiero ver aquí una especie de representación del bullying que, digamos, “se puso tan de moda” a comienzos de siglo.

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Para acabar este repaso por la historia del mito de Ganimedes en el arte, ofrecemos estas fotografías de los franceses Pierre Commoy y Gilles Blanchard, conocidos como Pierre et Gilles, pareja artística que plasma en sus fotografías la belleza masculina a través de imágenes de la historia del arte, la cultura popular, la religión y la cultura gay, incluyendo pornografía. En este caso, el rapto de Ganimedes es el tema de un tríptico fotográfico que interpreto como una representación del amor platónico, de la homosexualidad y de la belleza.

Llegados a este final, hemos tratado como una veintena de imágenes, pero nos hemos dejado muchas obras atrás, así que considero que será mejor acabar con una nota bibliográfica, en la que podáis ver más imágenes del tema.

NOTAS

Sobre el mito de Ganimedes:

  • Grimal, Pierre: Diccionario de Mitología Griega y Romana, Paidós, p. 210

Fuentes para el mito:

Imágenes:

Escrito por Lupus Homini

Este artículo fue publicado originalmente en akrox.com

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